Vas a perder la cabeza

Silvia Alvarenga

  • 14
  • Dic
  • 2015

Vas a perder la cabeza

  • 14
  • Dic
  • 2015

«Estás siempre distraída, pierdes todo; solo no pierdes tu cabeza porque está pegada al cuerpo. Irresponsable, no haces nada bien»…

¿Reconoce esas palabras? Normalmente, se les dice a los jóvenes cuando se les dice que «van a perder la cabeza», irresponsables.

Cuando oímos esas palabras, pueden ocurrir dos tipos de pensamientos…

Autocompasión: «Realmente soy irresponsable, no hago nada bien, soy irresponsable…»
Injusticia: «Pero, yo di mi mejor; no está tan mal de esta manera. ¡Qué tristeza!»
Indiferencia: «Sí, yo soy así; al que no le guste que no me pida nada más».

Todos los pensamientos nos llevan a sentir o a actuar de alguna manera.

Y cuando tenemos esos pensamientos somos llevados a una sola acción: ¡No cambiar lo que somos! ¡Estancarnos! Después de todo, o somos muy malos para cambiar, estamos por cometer injusticias contra nosotras mismas o no creemos que valga la pena el cambio. Esos pensamientos son inútiles para nuestro desarrollo. No ayudan en nada para nuestro crecimiento; al contrario, solo nos atrapan.

¿Qué hacer entonces?
Hay dos cosas que necesitamos tener en cuenta para ser diferentes:

1. Necesitamos detectar lo que no queremos ser.

Por increíble que parezca, ésta es la parte más difícil. Necesitamos ser humildes para reconocer que nos equivocamos, necesitamos querer saber lo que hacemos de manera equivocada y es ahí que las críticas son óptimas para nosotras ya que nos ayudan en ese proceso de reconocimiento. Precisamos saber lo que no tenemos que hacer.

2. Programar lo que va a hacer diferente.

Lo imperfecto está muy arraigado es nosotros, es decir, que es tan natural hacer o no hacer una determinada cosa de aquella manera que no nos damos cuenta de que erramos nuevamente. ¡Entonces tenemos que programarnos!
Si la manera en la que ordenamos la habitación no es la mejor manera, entonces, ¿cuál es la mejor manera? ¿Por dónde debo comenzar? ¿Cómo debo hacer? Anotar orientaciones, sacar fotos del resultado final, colocar recordatorios para no olvidarnos ayudan mucho en ese proceso.

Hay una regla que llevo conmigo y que me ayuda mucho:

¡No confiar jamás en mi memoria!

A nadie le gusta olvidarse las cosas y el olvido no es algo que tenemos cómo controlar. ¡Quién se olvida, se olvida! No lo hace por maldad, pero hay una manera de prevenir eso: hay como «diblar» nuestras limitaciones, encontrar una manera para que nuestra cabeza esté siempre como debe estar: Limpia para absorber lo que Dios nos quiere enseñar.

«…Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis, y recibisteis y oísteis y visteis en mi, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros». (Filipenses 4:8-9)

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

14 comentários

  1. Yo la. Verdad soy de. Personas. Bastante distraida. Muy interesante.

    Ver más
  2. Me encantó este post… Comprendí que si verdaderamente queremos cambiar y ser jóvenes que hacen la diferencia debemos comenzar por reconocer que es lo que no queremos ser, es decir, ser humildes para reconocer nuestros errores y luego, programar lo que haremos diferente, eso significa establecer prioridades. Seguro que una mente ordenada, limpia, podrá oír mejor la voz de Dios.

    Ver más
1 2 3