Volviendo al Pasado – 22ª  Parte: Insistencia

Viviane Freitas

  • 15
  • Dic
  • 2015

Volviendo al Pasado – 22ª Parte : Insistencia

  • 15
  • Dic
  • 2015

La idea o la inspiración estaba en el aire, pero todos los pastores son libres en atender o no a una idea inspirada.

En el caso de Julio, como dije en el diario anterior, él estaba decidido en no adoptar. Con 2 meses de casados, él había optado por hacerse la vasectomía justamente para dedicar totalmente su vida a Dios.

Él había abandonado su sueño personal de tener varios hijos para tener hijos de la fe. La visión de él no había cambiado, porque cuando se tiene un objetivo en servir a Dios en el altar, no estás ligado a ningún deseo personal, sino en servir, servir y servir a Dios.

Y se entiende que cuando se tiene un objetivo en relación a algo, se sacrifica en pro del mismo sin ningún resentimiento por lo que quedó atrás o dejó de tener. Es el tal sacrificio vivo. Renuncia a todo en pro del servicio de a la Obra de Dios, todos los días de su vida.

Su objetivo le daba convicción de lo que él quería, no le dejaba ser llevado por la idea de uno o de otro, estaba bien afirmado, no era débil, no tenía dudas.

Ya vivíamos distantes de las iglesia y tener una responsabilidad más no sería viable para el servicio de la Obra.

Entonces Julio estaba decidido en no adoptar ningún niño. Él decía: “¡Ni aunque un ángel descienda del cielo y diga que yo adopte un niño, yo lo adoptaría!”

Y aquí surge en mi cabeza de chica.

“¿Cómo? ¿No te vas a someter a la idea del Espíritu Santo? ¿Cómo es posible mimiu? ¿no quieres obedecer? ¡Cómo?”: “¡Esto no es ser humilde!”: “Quien sirve, simplemente sirve y obedece sin resistencia.”

Todas mis palabras estaban realmente correctas, pero con un pequeño problema de por detrás, algo bien sutil, que no en aquella época no veía. Era mi insistencia en convencerlo.

Esta tal insistencia me estaba haciendo incluso imponer mi fe a él. Mi espíritu, no el Espíritu Santo, estaba ansioso, quería porque quería que todo aconteciese de la forma más natural, que mis palabras convenciesen y él las aceptase.

¿Sabes que nuestro espíritu habla?

Si, los pensamientos que están rodando en nuestra mente “hablan” y pasan el espíritu (ansiedad, preocupación, imposición y etc.) en que estoy viviendo.

De tanto yo hablar él dijo: “¡Está bien! Voy a obedecer, no voy a resistir”

El realmente aceptó debido al objetivo de él, servir, y si tenía que cambiar su cabeza, él se sujetaría en pro, no de su placer, sino para honrar a Dios con su vida.

Realmente la ansiedad convence muchas veces, pero no trae paz en el momento.

Trae “paz” tu intención por haber alcanzado lo que tanto querías.

Y entonces, anuncié a mis padres que Julio aceptaría la propuesta de adoptar.

Surgió entre algunas fotos que mi madre había traído del hogar varios niños, una niñita que me llamó la atención, el nombre de ella era Vera.

En el momento que vi su foto, me dio un “click” de que era ella. Ella tenía 4 años en aquella época y todas las características que yo buscaba en una hija, alguien parecida con el padre: Cabello negro y una ceja gruesa.

En esto supe que tenía un hermanito, y sólo de saberlo ya me dio aquel cariño por él también. Y ahí estaba yo con otro trabajo para convencer a Julio.

“Pero ¿no era solo un niño?” Pregunta Julio.

“¡Si Julio! Pero ella tiene un hermanito, deja Julio, por favor.”

Otra vez, con muchas insistencia, conseguí convencer a Julio, y mi padre, que sólo piensa en almas, nos dio todo el apoyo para que adoptemos uno más.

Todo el “mundo” estaba preocupado en que fuesen dos niños en lugar de una, y yo segura que para todo hay una forma de aprende. En otras palabras, yo estaba segura porque Dios siempre me hizo tener seguridad en medio de los desafíos, pero aún no sabía depender de Dios cuando no conseguía las cosas a mi manera.

En caso de confiar en que Dios tocaría en Julio en relación a la adopción, yo insistía para hacer el trabajo que “yo pensaba”, en mi interior, que Dios no haría.

Pero la parte que me interesaba, del desafío y de la conquista, en está yo estaba segura que aprendía a ser responsable de los dos. Mostrando así una fe infantil.

Supe conquistar, pero no supe esperar en la revelación de Dios a Julio.

En esa época aún ni me había dado cuenta de mi fallo en convencer a Julio, más adelante vais a entender donde quiero llegar, como el fallo que cometí aquí.

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