¿Qué guardo?

¿Qué tienes o guardas dentro de ese corazón?

¿Rencor, decepción o trauma?

¿Estás segura de qué no tienes nada más?

Tal vez digas que no guardas nada, pero cuando ocurren algunas cosas en tu vida, te transformas hasta el punto de desconocer que existe ese carácter dentro de ti.

Tu misma te debes haber sorprendido cuando te casaste, y tuviste algunas reacciones contrarias a aquello que planeabas. Si, te caracterizaste como el elemento sorpresa, debido a algo que guardaste. Son varios los ejemplos: cuando te has sentido menos amada, te trajo de cierta forma inseguridad, celos e incluso el mismo egoísmo.

Un sentimiento generando otro sentimiento.

Entonces… ¿cómo puedo librarme de lo que siento o del pasado?

Bueno, lo que sientes no puedes evitarlo, porque eres un ser humano, sujeto a fallos y errores. Sin embargo, lo que guardas, si tiene solución. ¿Y cómo?

Expulsando con la razón.

Pregúntate a ti misma lo siguiente:

¿Para que voy a guardar lo que me ha hecho daño? ¿por qué voy a dejar que eso tenga vida, si eso generó cáncer dentro de mi?

¿Por qué insisto en que el pasado este presente?

No nací para guardar lo que no sirve, para eso existe el cubo de basura, y es ahí donde yo decido tirarlo.

1º Pregunto

2º Odio

3º Persigo lo que quiero

Y la última es la más eficaz de todas. Guardo la palabra de Dios dentro de mi. La palabra que me limpia, genera vida y me da paz.

“ Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, …” Juan 15:10

Ahora reflexiona:

¿Vas a guardar el pasado, o la Palabra de Dios?

Tú eres quien tiene que decidir, y no con palabras, sino con actitudes.

Una cosa yo sé… que si guardo los mandamientos, no tendré sentimientos, sin embargo amaré de verdad a Dios, y a los demás.

Ultrapasaré todos los sentimientos. ¡Eso es ser libre!