Volviendo al Pasado – 49ª Parte

Viviane Freitas

  • 9
  • Ago
  • 2016

Volviendo al Pasado – 49ª Parte

  • 9
  • Ago
  • 2016

¿Quién nunca tuvo que vivir un sacrificio por un sueño mayor?

La vida aquí en la tierra es de constante sacrificio, lo que muchos no entienden es que el sacrificio que Dios nos pide es siempre aquel que nos “atrapa” y nos hace estar con un peso.

Si tú amas tu vida más que a Dios, puedes estar segura que esta empezará a volverse más pesada. Tú sufrirás con lo mismo que te trae dolores, preocupaciones, etc..

Por eso es que entiendo perfectamente la parte del sacrificio, y el motivo por el cual año tras año, 2 veces al año, existe el momento del sacrificio en la Iglesia Universal del Reino de Dios. Porque es necesario para que todo el ser humano desarrolle y también se perfeccione.

El hecho de yo haber sido sincera y mirado para el bien de servir a Dios, hizo con que por libre y espontánea voluntad yo quisiese sacrificar. Aunque mi ser no lo desease, no veía otra alternativa, porque el dolor era realmente insoportable. Pero mirando al enfoque que yo tenía, me hizo tener coraje para pronunciar aquellas palabras a Dios.

¡Y Dios vio! Él vio que yo no tenía fuerzas por mi misma, y por eso proporcionó una situación para que yo realmente cayese en mi, en el momento que miré a aquel obrero y pensé que yo debería estar llorando por el pueblo en lugar de llorar por mis problemas.

“Gracioso”, es que siempre que hablo de este día a alguien, mis ojos se llenan de lágrimas, por recordar aquel determinado momento en que debería estar llorando por el pueblo. Es la parte que más me duele; es la parte que siempre me conmueve hasta los días de hoy.

Fue Dios quien me hizo entender, y allí caí en mi misma.

Por la misericordia de Él, Él nos sustenta cuando nosotros no tenemos fuerzas, pero queremos obedecer y servirlo.

Voy a ser sincera, ya había hecho sacrificios de dar todo lo que yo tenía, toda la ayuda de Julio… ya la dimos varias veces. Pero ninguna que marcó como en ese momento, porque fue la primera vez que di mi vida en el sobre. Hasta eso Dios me ha enseñado: Lo que es mi sacrificio.

Dios no ve dinero.

Dios no ve cantidad.

Dios no ve el día.

Dios ve sinceridad.

Dios ve obediencia.

Dios ve el deseo ardiente de servirlo.

Dios ve el interior.

Dios ve la vida.

Dios ve la entrega.

Dios ve la dependencia.

Dios ve realmente sacrificio.

Muchos “sacrifican” pero no dan la vida, el sacrificio que es hablado todos los días en la iglesia… ¡es la vida! No es un día, un mes de trabajo o un año. Es toda la vida.

Cuando estaba en el altar entregando mi mayor sueño, estaba literalmente hablando para mi misma, para dejar aquel sueño y soñar los sueños de Dios. Pero en mi cabeza, yo pensaba que iría a vivir con aquel dolor por el resto de la vida.

¡Mira aquí la vida!

¡Mira aquí el futuro!

¡Mira aquí el servir a Dios por encima de mi misma!

¡Mira aquí mi interior poniendo una regla en mis deseos para inclinarme a Dios.

Mira aquí la dependencia de Él y no de algo para sustituir el “hueco” del dolor de la nostalgia.

¡Mira aquí la entrega de los sueños personales para soñar los sueños de Dios!

¡Mira aquí el fuego del altar, el llamado de servir en el altar por encima del atrio! ¡Mira aquí el dolor por las almas!

¿Qué dinero di?

¿Qué cantidad fue esta?

¿Qué estaba por encima de mis sueños personales?

En aquel momento, era más que todo el dinero que pudiese dar, en aquel momento dinero no sería mi vida o mi dependencia.

Yo siempre cuestioné en mi interior qué es lo que Dios quería de mi, en todas las Hogueras Santas de Israel o en cualquier otra siempre me indagué: “¿Cuál es mi sacrificio? ¿Qué es lo que el Señor quiere que yo entregue?”

Es una honra cuando oímos específicamente lo que Él nos pide, porque nos hace desarrollar en todo en nuestra vida.

Y percibes una diferencia de vida en la propia Iglesia Universal, entre miembros y miembros, obreros y obreros, pastores y pastores.

Todos somos probados por las actitudes o circunstancias que vivimos y escogimos.

Hay momentos en que somos llevados, en esta vida, al sacrificio: muerte, separación, enfermedad, relaciones, matrimonios, problemas familiares, etc. Unos aprenden a sacrificar esos dolores a Dios y otros apenas blasfeman.

Aquellos que optan por escoger sacrificar a si mismos, esto es, sus vidas, estos tienen una vida diferenciada de los demás. Se destacan delante de Dios y son bendecidos en todo lo que hacen. Y aquellos que los rodean reconocen está bendición de Dios en sus vidas.

La vida de ellos glorifica a Dios, porque exhala a Dios.

Ves que incluso los que dan testimonios de lo que sacrificaron, la fe y la comunión hace la diferencia. ¡Tiene gracia! ¡Tiene una fe viva! Existe sintonía entre la persona y Dios.

Serie: Volviendo al pasado

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

1 comentário

  1. ES MUY CIERTO SEÑORA, CUANDO LLEGUÉ A LA UNIVERSAL ME COSTÓ MUCHÍSIMO CONVERTIRME PORQUE ESTABA ACOSTUMBRADA A HACER LO QUE QUERÍA Y SOMETERME FUE TERRIBLE PARA MI, PERO CUANDO EL SEÑOR JESÚS TOCÓ PROFUNDO EN MI CORAZÓN MI VIDA SE TRANSFORMÓ DEL CIELO A LA TIERRA Y HOY DOY GRACIAS A DIOS POR SUS MISERICORDIAS.

    Ver más