Volviendo al pasado – 15ª Parte

Viviane Freitas

  • 20
  • Oct
  • 2015

Volviendo al pasado – 15ª Parte

  • 20
  • Oct
  • 2015

(Volviendo al Pasado – 15ª Parte)


 

Es a través de mi intimidad con Dios, como fui descubriendo mis derechos. Y así fui exigiendo respuesta de Dios en aquello que yo tenía por derecho, prometido por Su Palabra.

Quería “porque quería” que mi padre invirtiese enseñando a Julio, y mi padre mal tenía tiempo con Julio, porque Julio llegaba de madrugada y salía temprano por la mañana. No aceptaba, en el fondo porque yo estaba “mirando” a la bendición que mi padre para darnos.

Yo empecé a orar a Dios: “Mira Dios, presta atención. Yo vivo a 1 hora y media de distancia de la Iglesia, estoy en la casa de mis padres, si estoy aquí, yo quiero la bendición que mi padre tiene para dar a Julio. Pero, de esta forma, no estoy teniendo ninguna bendición, ¡mi padre no enseña a Julio! Entonces, si es así, sácanos de aquí, ya que no sirvo para recibir ninguna bendición, no acepto vivir en la casa de ellos para apenas disfrutar de las regalías.”

¿Qué regalías tenía yo?

Yo tenía la regalía de tener una empleada que cocinaba y hacía “limpieza” en toda la casa, porque ella trabajaba para mi madre; vivía esa regalía porque no era una imposición limpiar la casa, planchar, porque cuando no lo hacía, ella lo haría.

No tenía gastos con las cuentas de casa.

«¡Yo no quiero eso! No estoy buscando placeres personales.” Había una playa bien cerca de casa, pero aún así nunca había puesto mis pies en aquella arena, ¡ni siquiera una vez! Desde el día en que fui bautizada con el Espíritu Santo no tenía mi mente en las cosas personales. “¡El Señor sabe! Yo quiero Su bendición.”


«Si nosotros no vamos a aprender nada en la casa de mis padres, entonces, mándame fuera, porque sé que voy a vivir una vida sacrificada. Voy a tener que cocinar, lavar, planchar y hacer todo, pero sé que voy a ganar, porque estaré en sacrificio.”

Mis padres nunca supieron mi insatisfacción; nunca hablé. Todo lo que ellos conocen es lo que normalmente fue visible. Era algo entre yo y Dios, ni Julio sabía de está oración mía y clamor. La cuestión no era estar cerca de mis padres, sino la bendición que buscaba con “uñas y dientes”.

Este era mi objetivo en aquella época. Lloraba por él, llegué hasta a “envidiar” a las esposas que vivían encima del antiguo cine Million Dollar. Es increíble, aquel local estaba lleno de ratas, no me importaba por lo humilde que fuese el lugar, yo quería estar cerca de aquello que me podría enseñar.

No puedo decir que mis padres no me enseñaban, pero faltaba ver ese momento en que mi padre instruyese a Julio, en cuanto a lo que él debería hacer, como un padre enseña al hijo; ¿qué si tuve ese momento? Si, lo tuve, en las reuniones de pastores, pero no cuando los dos estaban juntos en casa, y era esto lo que yo buscaba incesantemente.

Mi padre también, a su vez, tenía la cabeza en desarrollar la Obra de Dios, tanta responsabilidad…

Desde los días en que me di cuenta de ser “persona”, vi a mi padre incesantemente invirtiendo tiempo en la Obra de Dios. Queriendo ir a la iglesia, queriendo los mensajes amigo de la programación de radio, en la Tv, incansablemente, en sus escritos.

Lindo, acompañé ese proceso de él incesantemente. Su pensamiento era y es la Obra de Dios, está claro que yo como hija, no veía solo la Obra, pero veía mi objetivo de recibir la bendición de “Abraham”. Y las bendición no estaba en una posición, sino en “ser” para Dios. Y ¿cómo sería, si yo no sabía? Quería orientación para aprovechar el máximo de tiempo para aprender a “ser” y a ejecutar.

¡Pero esto no podría estar por fuera! El hecho de ver a mi padre siendo usado poderosamente por Dios para salvar almas, no podía ser limitada mi fe. Ella tenía que llegar a mi, no quería apenas servir a Dios con lo que yo podía dedicar, sino que quería algo mucho más allá de lo que yo sabía explicar. Algo que me hiciese ser una “fuente” rebosante de agua viva.

Julio siempre fue un pastor, desde el principio de la Obra, lleno de temor. Sus reuniones tenían espíritu, pero quería algo más para él, y para mi, claro.

Esta oración realmente funcionó, nos quedamos un tiempecito en California y después fuimos enviados a Texas.

Serie: Volviendo al pasado

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1 comentário

  1. Cuando conocemos nuestros derechos delante de Dios no hay nada ni nadie que nos impida reclamarlos. A veces tenemos que pasar por ciertas situaciones para usarlos y demandar de Dios lo que prometió en nuestra vida.

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