- 18
- Ago
- 2023
LA CODICIA – Episodio 8 : La codicia vaga con los ojos
- 18
- Ago
- 2023
¿Ya se comparó con alguien? ¿Ya miró a aquello que alguien tiene y usted no? Las cualidades, belleza, éxito, bienes… pues si, siempre que miramos, observamos algo que no es de ningún provecho, eso es futilidad.
Observe lo que dice la Palabra de Dios:
“Mejor es lo que ven los ojos que lo que el alma desea. También esto es vanidad y correr tras el viento.” Eclesiastés 6:9
Nadie percibe muy bien lo que sucede consigo mismo cuando está actuando así, vagando con los ojos, es decir, mirando a aquello que no debería ser su objetivo, que no va a llevarle a la eternidad, que no le va a hacer bien. Apenas le hará fútil.
Por eso, la Biblia die: “Mejor es la vista de los ojos…”, es decir, cuando ve lo que es fútil y lo eterno. Cuando mira a lo eterno, todas las futilidades se vuelven irrelevantes, no son importantes.
Pero mientras que se distrae con cosas superfluas, valora cosas pasajeras, por eso la Biblia dice que eso es vanidad y aflicción de espíritu.
Usted que se comparó con otra persona que tenía algunas cualidades, ciertamente se quedó afligida, angustiada, se sintió inferior aceptando aquella idea de que usted no es lo suficientemente buena.
Normalmente, esto pasa más con las mujeres (sucede con los hombres también), que mirar al cabello, la ropa, las cualidades de la otra persona… y siempre encuentran un defecto en si mismos. O, a veces, incluso un defecto en la otra persona. Por eso es aflicción de espíritu, cuando miramos a aquello que no es importante, creamos una situación de aflicción para nosotros mismos.
No se aflija por las cualidades, las cosas que las otras personas tienen. Mire para si mismo, actúe en lo que tiene que actuar en relación a si mismo.
Siempre que mira a otra persona, es injusto consigo mismo. Siempre que se compara, es inadecuado. ¿Por qué? Porque tiene una historia de vida diferente de la otra persona.
Y lo que tiene qué hacer es razonar en aquello que está errando, y corregirse. Y en aquello que tiene que aprender, no mire a otra persona. Si mira a otra persona que sea para aprender, y no para disminuirse.
¡La fe mira hacia delante! La fe mira para aquello que tiene que ser hecho, a la obediencia. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cuál es mi parte? Es esto lo que la fe me hace.
La fe nunca me enseñó a mirar a otras personas y compararme. Por lo contrario, la fe me enseña a razonar en lo que he vivido y tomar las medidas para poder hacer lo correcto.
La fe inteligente es así, mira a la Palabra de Dios. Compara su propia vida, sus acciones y su comportamiento con la Palabra de Dios. Es la única forma de compararme, para que así pueda razonar y actuar en pro de lo que es inteligente, y no de lo que siento. Así funciona, y así tiene que hacer.
¿De qué forma Dios puede usarme? ¡De varias maneras! Pero principalmente cuando soy un testimonio vivo. Y ¿de qué forma puedo ser un testimonio vivo? Cuando la Palabra de Dios llega hasta mi.
La codicia es aflicción de espíritu y vanidad, y cuando se compara está codiciando. Ya me vi así, comparándome, viéndome inferior, porque no actuaba, no tenía ciertas cualidades que veía en otras personas.
Y un día, Dios habló conmigo. ¡Es tan bonito esto! Es tan lindo cuando Dios actúa. Él nos hace ver que Le necesitamos, y cuánto necesitamos del Salvador.
Gracias a Dios que Él me hizo ver, porque yo insistí en preguntarle, yo quería saber:
“Dios mío, ¿por qué? ¿por qué no soy así? Quiero ser de esa forma…”
Y un día, Él me habló, me mostró en detalle porque me estaba sintiendo así: porque me estaba comparando. Y no tenía las características de la persona con quién me comparaba.
Cuántas veces se compara porque no le gustan ciertos temas, pero después se siente inferior, porque no habla sobre esos temas.
Y Dios me habló: “Mira, no estás invirtiendo en eso. ¿Quieres invertir en eso?
Y fue así como Él me mostró, y me hizo mirar a la diferencia entre mi padre y mi madre. Mi padre habla bastante, mi madre no habla tanto. Y yo quería hablar, hablar, y el Espíritu Santo me dijo: “¿Necesitas hablar?” yo dije: “Yo quería hablar más…”. Y me respondió: “Si tienes algo para añadir habla. Si no tienes, no hables. Y no tienes que sentirte así. Mira a tu madre, no habla tanto como tu padre.”
¡Es tan lindo cuando Dios enseña!
Pero, quizá , usted está ahí preguntando: “Pero, Viviane, ¿usted se sintió así?” ¡Si! Somos seres humanos y sentimos, erramos, pero es ahí cuando aprendemos a usar la fe. Como le conté a Dios, le pregunté, y Él me respondió.
¿Ha usado esta fe?
¿Ha oído la Voz de Dios?
Pues si… eso depende de cada uno, y es ahí dónde es un testimonio vivo.
Porque no habla apenas de lo que está escrito en la Biblia, es testimonio de que lo que está escrito es verdad, ¡porque esta Palabra llegó hasta usted y la vive!