Jóven : Joven diamante
- 8
- Sep
- 2014
Hay 3 cosas que necesita saber sobre el diamante:
1. ¿Sabe a partir de qué es hecho el diamante? Del carbón. ¡Eso es! ! De una frágil, común e impura «piedra».
Pero, ¿cómo el carbón se convierte en diamante? ¡Después de mucha, mucha, mucha presión!
Así son los jóvenes “diamantes” de hoy: Comenzaron inseguros, impuros, rebeldes, sin relevancia en la familia (imagina en la sociedad), sin ninguna instrucción , pero cómo tuvieron el objetivo de ser mejores para Dios, entonces aguantaron «presiones» altísimas; oyeron palabras que herirían a cualquier uno, pero se mantuvieron puros, rechazando malos ejemplos que desviarían a muchos, pero decidieron mantenerse fieles, sintieron el rechazo que haría desistir a cualquiera pero prosiguieron firmes.
¡Estos son los diamantes!
2. El diamante en bruto, mate, sin brillo , pero su valor es elevado. Muchos lo despreciarían si lo vieran en el suelo tirado en la calle.
En medio de todas las piedras comunes pasaría desapercibido, pero Dios sabe exactamente su valor. Y aquellos que buscan, identifican y valoran diamantes, también lo reconocen.
Por eso no debe quedarse ansioso, queriendo “mostrar a la fuerza” quién es, llamando la atención para su cuerpo, para sus conocimientos, sus cualidades…
3. El diamante se perfecciona con…. otro diamante.
Así que debe elegir a sus amistades también. Si sus amigos no tienen la misma meta espiritual, entonces, ¿qué van a aportar a su vida? Y peor aún si están en contra de su fe. ¿Qué crees que pasará?
El proceso de corte es agresivo y se pierde mucho volumen del diamante. Durante el proceso, caen muchas astillas de piedras que no son necesarias para que el diamante brille. Así es cuando nos “afilamos” con otras personas de Dios: muchas veces no nos gusta lo que oímos, creemos que ser corregidos es un insulto pero si tenemos la correcta visión espiritual, veremos que lo que “perdemos” en nuestro yo, eran sólo astillas que no nos hacían falta en nuestro carácter.
Si se identificó, comparta sus experiencia en los comentarios.
Nallely
8 junio, 2015 a 18:2
Sin duda Alguna, de un carbón pasamos a ser un diamante hermosos, por que pasamos a reflejar al señor Jesús.
Luz Angela
9 noviembre, 2014 a 5:2
Es difícil tornarse un »diamante» ya que debemos renunciar a muchas cosas, obedecer a muchas cosas que a veces no nos agradan, quitar aquello que nos agrada pero desagrada a Dios. Pero al final, vale totalmente la pena. Necesitamos ser »afilados» a cada día, renunciando, obedeciendo, sacrificando, escogiendo bien nuestras amistades, etc.
Johana Muñoz
5 noviembre, 2014 a 1:2
Si es muy cierto somos como diamantes que para llegar a ser diamantes hermosos…somos como el carbon es un proceso donde Dios nos hare ver las cosas que estamos haceindo mal , el nos reprendera , nos muestra lo que estamos haciendo el nos dice de lo que tenemos que a elejarnos es un proceso en donde tenemos que luchar sin mirar atras al final…llegaras hacer lo ms precioso para Dios…y los demas te veran asi….yo pase y sigo pasando ´por este proceso y seguire…sin miara atras
Natalia Maldonado
4 noviembre, 2014 a 12:2
Es cierto aveces nos apegamos a nuestro propio orgullo, y no nos damos cuenta que así nunca alcanzaremos valor delante de Dios
shirley
1 noviembre, 2014 a 18:2
Es tan difícil entrar en el proceso de Dios. Yo Siempre decía Señor usame, aquí estoy. Pero cuando venían las pruebas,ese proceso que me ayudaría a ganar brillo, me ponía triste, melancólica, murmuraba. Fue ahi que Dios Abrió mi visión, realmente estoy dejando a Dios actuar? Ahí cambio todo, cuando mi cambio fue querer ese proceso, verlo como una oportunidad de ganar brillo y brillar para Jesus. Aprender a ser siervo, no murmurar, ni querer siempre explicaciones sino escuchar y obedecer. Esa es la señal de que estamos brillando para Jesus, llevamos ese brillo y todos pueden ver.
Carina
25 octubre, 2014 a 2:2
Por mas procesos (luchas) que pasemos en nuestra vida, nos sirven para que seamos moldeados y así ser esos diamantes que el Señor Jesús escogió sin importar nuestro valor para la sociedad, porque exactamente el verdadero valor que el Señor Jesús nos da, no se compara con nada.