FE EMOTIVA – Episodio 4 : La fe que le fragiliza y distrae

¡¿Alguna vez ha pensado en estar en una situación familiar difícil, con un hijo terriblemente endemoniado?! Fue lo que sucedió en la época de Jesús. El padre incluso fue a buscar ayuda con los discípulos, pero ellos no pudieron ayudarle.

¿Vamos a saber cómo Jesús lidió con esta situación?

“Señor, ten misericordia de mi hijo, porque es epiléptico y sufre terriblemente, porque muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua. Y lo traje a tus discípulos y ellos no pudieron curarlo. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo acá.” Mt 17:15 – 17

Observe qué situación más incómoda ¿no? Un hombre sufriendo con su hijo que manifestaba, y los discípulos no pudieron arrancar el mal. Y, ¿por qué esto? Porque faltó fe de los discípulos para ejercitar la autoridad que el Señor Jesús les había dado. Y esto sucede cuando los discípulos se distraen con sentimientos, y no están en comunión con el Altísimo.

A veces, usted sufre porque vive distraído con sus emociones y no se acuerda de la fe. Y ¿por qué pasa esto? Porque la fe demanda constancia en los pensamientos de Dios, en Su Palabra. Pero cuando se distrae con las emociones, ahí entra la debilidad. ¡Y es ahí, cuando la fe emotiva entra!

Bueno, vamos a saber cómo Jesús lidió con la situación.

Primeramente, Él llamó la atención a los discípulos por no usar la fe, es decir, por no estar preparados.

“ Y Jesús lo reprendió y el demonio salió de él, y el muchacho quedó curado desde aquel momento.” Mt 17:18

Es decir, para liberarnos de nuestras propias emociones tenemos que reprender el mal, el diablo, que ciertamente usa circunstancias para alcanzarle.

¡Aprenda a atacar el mal!

Todo lo que le genera celos, envidia, odio, inseguridad, comparación con los demás, son señales de que existen sentimientos, y no fe. ¡La fe expulsa el mal!

Por eso es tan importante que usted medite en la Palabra de Dios. La meditación nos lleva a razonar, a pensar, a buscar en Dios ayuda en aquellas cosas que aún no vencimos.