- 26
- Abr
- 2024
Episodio147 – ¿Qué tiene Dios para decirnos?
- 26
- Abr
- 2024
Mira lo que el Señor Jesús nos dice a cada uno de nosotros:
«Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en Mí.» (Juan 15:4)
Yo ya intenté hacer cosas independientemente de Dios y siempre que quise hacer todo a mi manera me frustré. No sé si ya te diste cuenta de que tu voluntad, tu deseo, a veces, se convierte en la codicia de querer algo y no ves nada más en tu camino a no ser esa conquista, ese sueño concretizado y, de esta manera, comienzas a tener un comportamiento inadecuado, una manera, una ansiedad que impone tu forma de ser, y que te genera disgusto a ti y a las personas que están a tu alrededor.
Pero Jesús nos enseña, y Él puede decirlo porque creó los cielos y la tierra, estuvo durante la creación y a través de Él todo comenzó a existir. Él dijo lo siguiente: «Permaneced en Mí…», pero ¿cómo puedes estar en Jesús, si físicamente Él no está en este mundo? ¿Cómo puedo quedarme, estar en Él? Estaré en Jesús cuando mis pensamientos y mi mente estén en Él, en Sus Palabras.
Si te fijas bien y observas tus pensamientos, lo que nutres en tu mente es dónde y con quién estás. Tal vez, estás con tu familia, estás con ese problema, con cosas que sucedieron en tu vida y que ya pasaron, pero que aún viven en tu presente.
Jesús sigue diciendo: «Permaneced en Mí, y Yo en vosotros…».
Si tengo mis pensamientos en Él y Él está en mí, entonces Él me guía, porque Él está en mí, Su voz es audible y tengo que obedecerla y someterme a ella.
«… Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en Mí.»
La vid no puede dar fruto si no tiene raíz, si no está en el tronco, ¿verdad?
Es decir, si no aceptas la orientación, si no obedeces, si no te sometes, te independizas del Altísimo.
«Yo Soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada podéis hacer.» Juan 15:5
¿Tú puedes decir lo mismo? ¿Has dado mucho fruto? ¡Y ese fruto no es prosperidad ni fama!, sino tener el poder para reconocer tus fallas, aceptar la disciplina y entender que el camino es Jesús; tener una relación con Jesús es hablar con Él y que Él hable contigo, es decir, ¡escuchar Su voz!
Si vives esto, serás la persona más feliz del mundo, independientemente de lo que suceda a tu alrededor.
La forma en la que Dios me guía y me enseña no es cuando conquisto, cuando las personas me aplauden, cuando mi alma es atendida… Cuando te valoras, te consideran, eres vista, Dios te tiene en cuenta y habla contigo, te enseña, te orienta, te muestra el camino, la verdad y la vida.
¡Tener experiencias con Dios no tiene precio!
Si tienes esta relación con Él, cuando quieras imponer tu voluntad, Dios te revelará tu error. Él habla, pero no para acusarte, sino para que entiendas el motivo por el cual estás cargando todo ese peso.
Es ahí que entiendes que esa luz, esa revelación que Dios te muestra es para que veas tu propio comportamiento. Te vuelves una persona liviana, tu relación con Dios y con las personas es agradable, no eres enojona ni una persona religiosa.
Jesús continúa diciendo:
«Si alguno no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman.» Juan 15:6
Muchas personas comienzan yendo a la iglesia, leyendo la Biblia, orando, teniendo objetivos de vencer en la vida, sin embargo, no aprendieron a relacionarse con Dios, es decir, no estuvieron con Jesús, Lo usaron para obtener respuestas, conquistas, y no para relacionarse con Él.
Dios entiende que eso puede suceder en el inicio de nuestra fe, pero, con el paso del tiempo, Se revela a nosotros y podemos apreciar lo que es justo, verdadero, cuál es Su camino y cuál no.
Muchos solo aprecian las conquistas, la vida económica, la familia, el éxito y la reputación, en cambio, si aprecio a Dios por quién es y por lo que me enseña, Él me muestra la verdad y, de esta manera, dejaré de transitar por un camino rumbo al infierno.
Empiezo a ser agradecido, a tener felicidad, porque ya no me comporto ni actúo de la manera que actuaba antes. Mi matrimonio, mi trabajo son beneficiados, todo lo que sucede y lo que hago prospera.
Y no es porque tenga bendiciones externas que amo a Dios, sino por lo que me enseña, por el libramiento de mi alma, ¡esto es estar en Jesús!
No obstante, el que no aprendió, el que no aceptó esto, el que no se relacionó con Él «… es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman».
E irán al infierno, al lago de fuego y azufre, y vivirán la eternidad lejos de Dios, atormentados, ¿por qué? Porque en vida no aceptaron la verdad, la justicia y el camino que Jesús les mostró. Quisieron su voluntad y no apreciaron la verdad, porque el que aprecia la justicia aprecia a Dios.
Por lo tanto:
«Si permanecéis en Mí, y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.» Juan 15:7
¡Por favor! Tú que permites que este mundo y que las circunstancias estén en ti, y no Dios, no Sus palabras, sino que vives con tus pensamientos inclinados hacia las cosas de este mundo, y no en Dios, ¡no das fruto! Eres una persona frustrada, incluso conquistas, pero no eres realizada.
Sin embargo, cuando estás en Jesús y Sus palabras están en ti, puedes pedir lo que quieras y te será hecho, ¡como Jesús lo dijo!
Piensa al respecto y aprende con el Señor Jesús, sé humilde.
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