Episodio 76 – Ten cuidado con lo que conviene

En nuestro reino, en esta tierra, sabes que cuando los padres tienen bienes y mueren, dejan herencia a sus hijos, pero muchas veces los hermanos guardan rencor unos a otros por lo que deberían recibir y no recibieron.

Y en la época de Jesús, hubo una persona de la multitud que le dijo:

«Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo. Pero Él le dijo: ¡Hombre! ¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre vosotros? Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.» Lucas 12:13-15

Por causa del dinero, de las posesiones, de los bienes, ¿cuántas personas han vivido en conflictos en su casa, en su familia? ¿Cuántas personas están molestas, llevando esa herida, ese rencor, ese sentimiento negativo, por causa del dinero?

A veces, la persona vive tan apretada, tan apretada, que todo lo que mira son los gastos, se preocupa excesivamente.

Sé que tú que tienes principios, cuando tienes cuentas que pagar, te preocupas porque quieres pagar, ¡y eso está bien! Sin embargo, cuando esto pasa a ser avaricia, cuando comienzas a preocuparte demasiado, es decir, cuando comienzas a arrodillarte por causa de la economía, estás poniendo en riesgo tu vida.

Tu vida no consiste en la abundancia de bienes, de repente, vives del pan nuestro de cada día, cada día llega tu pan y te sientes limitado porque estás muy aferrado a esa situación financiera. Y no solo en lo que respecta a la vida económica, sino también preocupado en exceso por un problema familiar, en la vida sentimental, cualquiera que sea el problema, aquello que está quitando tu paz, dejándote irritado, avaro, eso no te está haciendo bien.

Tu vida es mucho más que todo eso. Entrega esa situación en el Altar.

Y cuando entregas, recibes una paz que viene de lo Alto, del propio Dios.

Y esa paz es la respuesta de Él para ti diciendo: «Acepto tu entrega, te admiro por haber entregado aquello que te hacía mal.»

Dios se alegra cuando quitas ese peso y entregas todo a Él.

Deja esos problemas en las Manos de Dios, y estarás en paz.

No dejes que el mal, el diablo, venga a poner cosas en tu cabeza. Expúlsalas y cree en la veracidad de la Palabra de Dios, ¡que Dios está controlando todo! Haz esto y no niegues tu fe.

Porque son en esos detalles donde asumimos nuestra fe en Dios, cuando comienzas a creer y confiar que Él hará lo mejor, el problema ya no es tuyo, sino de Dios.

Haz esto, entrega todo sin miedo y sin temor.

Así es como he hecho en mi vida, y te diré: ¡qué liberación!

Cada vez que quise retener algo, eso me hizo mal, pero cuando entregué, me hizo muy bien.

Así también sucede con todos los que aceptan esta Palabra.