Episodio 184 – El amor tiene responsabilidad

Episodio 184 – El amor tiene responsabilidad

¿Tú sabes que amar exige responsabilidad? El amor es fiel, el amor es constante, el amor tiene su responsabilidad, es decir, su actitud, que solo la persona que ama toma. Entonces, como ser humano, tuviste personas en tu vida que pudiste amar. Si amaste, fuiste una persona responsable con tu hija, hijo, marido, esposa. Si amas a tus empleados, los cuidas, te preocupas por ellos.

Muy bien, el amor exige responsabilidad. Ahora vamos a hablar sobre Dios, ¿acaso Dios es responsable de nosotros? Él es el Creador, Él creó todas las cosas, Él creó al ser humano, al hombre. Antes de crear al hombre, preparó todo para su llegada, así como una madre, cuando está embarazada, prepara el cuarto del bebé y va comprando la ropita, los muebles, el color del cuarto.

El que tiene condiciones prepara todo eso, el que no tiene condiciones intenta ajustarse, trabajar más, incluso para poder encargarse de los gastos de tener un hijo más, ¿verdad? Entonces, el amor exige esta responsabilidad. Dios hizo eso, Él preparó todo, hizo todo perfecto, incluso al hombre, y, antes de darle una esposa, Él anduvo con el hombre. ¿Sabes cuándo hizo que el hombre se diera cuenta de una necesidad? Tú no sabes, pero yo te contaré, es algo muy interesante.

El hombre estaba completo, andaba con Dios, todo era perfecto, y Dios le dio una responsabilidad a Adán. Él le dijo: «Mira, Adán, tú vas a ponerle nombre a los animales». Dios no les puso nombre a los animales, el que les puso nombre, como león, leona, fue Adán. ¡Mira qué lindo!

Adán participó de la obra que Dios hizo. Cuando participó, poniéndoles nombre, él vio, se dio cuenta de que había un macho y una hembra, el león y la leona. Todos los animales, todos tenían un macho y una hembra, eran una pareja. Ahí fue cuando Dios hizo que él cayera en un sueño profundo y sacó una costilla de su lado e hizo a la mujer. Después de todo eso, imagina, cuando Adán despertó del sueño profundo, vio a una mujer, a una mujer, algo que solo deseó, que Dios permitió que deseara cuando trabajó, cuando les puso nombre a los animales.

¡Mira qué interesante! Desde entonces, el hombre pecó. Cuando Eva llegó, llegó perfecta, pero, un día, ella escuchó la voz del diablo, aceptó, acató la idea que el diablo le sugirió en su mente y le ofreció a Adán. Adán, para agradar a Eva, comió de ese fruto, y ese fruto trajo muerte, muerte para todos los que nacen en este mundo.

Todos nosotros nacemos y un día morimos físicamente. ¿Acaso Dios Se volvió indiferente a todo eso, de crear todas las cosas y, aun así, dejarnos sufrir las consecuencias de nuestras actitudes equivocadas, de nuestras decisiones?

En fin, ¿acaso Dios Se desligó de los problemas que la humanidad Le trajo? No, Dios no Se desligó. Él tenía un plan y ese plan era enviar a Su Hijo, a Su único Hijo, que es Jesús.

Él vino a este mundo, fue tentado en todo, y ahora estaba delante de una situación… Digo «ahora», porque estamos en el libro de Juan, estamos acompañando nuestra lectura, y llegamos a esa parte en la que Lo llevaron preso, delante de Pilato, quien no veía ningún problema en Él.

Ya era la época de Pascua y Él lo trajo diciendo así: «… He aquí vuestro Rey. Entonces ellos gritaron: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: ¿He de crucificar a vuestro Rey? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos más rey que el César». (Juan 19:14-15)

Imagina decir, después de lo que Dios hizo, de mandarte un regalo, y decir: «Él no tiene poder sobre nosotros, nosotros no Lo elegimos para que sea nuestro rey. Nosotros elegimos a César». «Así que entonces Le entregó a ellos para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y Él salió cargando Su cruz al sitio llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota…». (Juan 19:17)

No te olvides de que Él ya había sido lastimado, los soldados habían latigueado a Jesús con látigos que tenían hueso, que tenían cosas que lastimaban, que rasgaban la piel de Jesús. Entonces, cuando Él llevó la cruz en dirección al Gólgota, debió tener fuerzas físicas para andar y llegar a un lugar donde sería crucificado.

«… donde Le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Pilato también escribió un letrero y lo puso sobre la cruz. Y estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS». (Juan 19:18-19)

Es muy triste, es muy doloroso todo lo que Jesús tuvo que sufrir por nuestra causa, por amarnos. Dios Padre vio el dolor de Su Hijo, para que nosotros tuviéramos la oportunidad de no ser condenados a muerte.

¿Ya pensaste, amar tanto a alguien fallo, resistir todos sus errores, todas sus insistencias, todas las rebeldías y aún seguir creyendo? Así es, eso que estoy diciendo es Dios, Él es perfecto y Su sueño es usted. Él quiere salvarlo a usted, no lo quiere para algo limitado.

Cuando sueñas tu sueño, es solo para ti, pero el sueño de Dios es que seas feliz eternamente, que te relaciones con Él, que tengas vida, que veas diferente, que actúes diferente, que seas feliz, independientemente de cualquier persona, porque Él habita dentro de ti. Eso es lo que quiere para ti, quiere vivir contigo.

Imagina que Adán caminaba con Dios. Todos los días, a la tarde, Dios bajaba y caminaba con él. Cuando la persona tiene al Espíritu Santo, tiene a Dios dentro de ella, hablando con ella. Ahora bien, para que eso suceda hay un alto precio, ¡y qué precio!, ¿no es así? Es decir, Jesús pagó un alto precio. No solo Jesús, que vino a este mundo, sino el Padre también, que dio a Su único Hijo.

La Biblia dice que allí, cuando Jesús fue crucificado, Pilato puso esta inscripción en la cruz: «… JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS. Entonces muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, en latín y en griego. Por eso los principales sacerdotes de los judíos decían a Pilato: No escribas, “el Rey de los judíos”; sino que Él dijo: “Yo soy Rey de los judíos”». Es decir: «Es Jesús el que está diciendo que es el rey de los judíos, no escribas que es el rey de los judíos». «Pilato respondió: Lo que he escrito, he escrito. Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado. Y tomaron también la túnica; y la túnica era sin costura, tejida en una sola pieza». (Juan 19:19-23)

Observa que los soldados estaban allí, divirtiéndose, siendo usados por el diablo; y Jesús, al ser llevado y crucificado, sintió dolor, un dolor terrible. Imagina ser colgado como si fueras un pedazo de carne, todo lastimado, así es, ese fue el precio del amor de Dios. El precio de amarte a ti y amarme a mí hizo que llevara sobre Sí la maldición. Todos los pecados, todos los errores, todas las condenaciones estaban sobre Jesús en aquel lugar, ¿por qué? ¿Recuerdas que, cuando Adán y Eva pecaron, Dios tuvo que cubrir el pecado de ellos, porque se sintieron desnudos? ¿Te acuerdas? Así es, Jesús, perdón, Dios mató a un animal y cubrió la desnudez de Adán y Eva. Dios hizo eso.

Aquí, nuevamente, Dios mató, vamos a decir, entre comillas; Dios dio a Su Hijo no para cubrir la desnudez, sino para arrancar la desnudez. Es decir, cuando tienes a Jesús, que es el cordero perfecto de Dios, Lo tienes a Él como referencia, a Él para perdonarte, a Él que te enseña cómo conducirte. En fin, Él nos da acceso a Dios, Jesús nos da acceso a Dios.

Muy bien, piensa, ¿Quién es Dios y quién has sido tú delante del regalo que te ha ofrecido? ¿Acaso Lo amas o Lo desprecias?


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