Episodio 183 – ¿Quién da la Autoridad?

Episodio 183 – ¿Quién da la Autoridad?

¿Acaso Dios perdió el control de lo que sucede aquí abajo?

Muy bien, tu libre albedrío Él lo respeta. ¿Y las cosas que suceden a nuestro alrededor? ¿Qué dice eso? Las cosas que suceden a nuestro alrededor son las que Dios permite que sucedan. ¿Cuál es la causa de ciertas cosas, de ciertos inconvenientes?

Nosotros pensamos así: «Caramba, este problema que estoy viviendo no lo estoy entendiendo, es muy desagradable, me entristece, me hace sentir frustrado; incluso me hace quedar débil en la fe. ¿Eso es lo que Dios quiere? ¿Acaso Dios permite que sucedan esas cosas para afectarme?». Muy bien, vamos a ver qué dice la Palabra de Dios.

Jesús estaba en la audiencia y Pilato Le preguntó: «… ¿De dónde eres Tú? Pero Jesús no le dio respuesta. Pilato entonces le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte?». (Juan 19:10)

En la cabeza de Pilato, él tenía autoridad y, de acuerdo con su cabeza, lo que decidiría era porque tenía autoridad, se le dio autoridad, conquistó esa autoridad y ganó reputación entre su pueblo.

Él le dijo a Jesús: «¿No me respondes lo que Te estoy preguntando, de dónde eres Tú? ¿No sabes que tengo poder para crucificarte y poder para soltarte?». «Jesús respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre Mí si no se te hubiera dado de arriba; por eso el que Me entregó a ti tiene mayor pecado». (Juan 19:10-11)

Jesús estaba dejando bien claro: «Mira, no tienes ningún poder contra Mí. Piensas que la autoridad que tienes fuiste tú el que la conquistó, pero fue dada por Mi Padre, Él te dio esa autoridad, Él Me puso delante de ti en esta situación, pero, el que Me entregó a ti, Pilato, tiene mayor pecado que tú».

«Como resultado de esto, Pilato procuraba soltarle, pero los judíos gritaron, diciendo: Si sueltas a este, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se opone al César». Es decir, si Jesús Se estaba haciendo rey, Se estaba oponiendo a César, y si Pilato soltaba a Jesús también se estaba oponiendo a César, que era el rey.

«Entonces Pilato, cuando oyó estas palabras, sacó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en un lugar llamado el Empedrado, y en hebreo Gabata. Y era el día de la preparación para la Pascua; era como la hora sexta. Y Pilato dijo a los judíos: He aquí vuestro Rey. Entonces ellos gritaron: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: ¿He de crucificar a vuestro Rey? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos más rey que el César». (Juan 19:10-15)

Los propios judíos, los religiosos, los principales sacerdotes respondieron que no tenían rey, que Jesús no era su rey, que su rey era César. ¿Acaso Dios permitió eso, que Jesús fuera rechazado por Su propio pueblo? ¿Acaso en esa situación Dios no tenía el control? No, así como Jesús dijo, esa situación se dio con el permiso de Dios. ¿Eso qué tiene que ver conmigo, Viviane?

Tiene todo que ver, porque existen problemas que piensas que se dieron por casualidad, pero Dios los permitió, y esos problemas nos hacen cuestionar, buscar, incomodarnos.

¿Cuándo surge un problema en tu vida qué sucede? ¿Tu mente queda atribulada? ¿Te quedas buscando, te quedas a la defensiva o te quedas buscando verdades sobre eso?

¿Ya pensaste? ¿Te imaginas condenar al propio Dios? Así es, esa autoridad que Pilato tenía estaba bajo el control de Dios. ¿Por qué? Porque Dios ya había enviado a Sus siervos y todos fallaron, pero, cuando Jesús vino, fue la propia referencia de Dios.

Jesús habló la verdad, Jesús enseñó, Jesús cuidó, Jesús curó, Jesús liberó, Jesús hizo el bien, hizo lo que convenía hacer, les daba la oportunidad a las personas de acercarse a Él; no era una persona difícil de tratar, cualquier persona podía acercarse a Él.

Es tan real esto, que los leprosos se acercaron a Jesús, la mujer hemorrágica tocó a Jesús, Él fue hasta el paralítico que estaba en el estanque de Siloé, perdón, en el que estaban los enfermos; Jesús fue hasta él. Jesús se acercó al enfermo, al hombre que hacía 38 años estaba esperando una oportunidad de entrar dentro del pozo para ser curado por el agua que se movía y en la que todas las personas que entraban, la primera en entrar era curada; Jesús fue hasta ese hombre en un día de fiesta.

Jesús hizo cosas diferentes, de una persona que tiene poder, autoridad, que tiene toda la sabiduría del mundo, que tiene el control sobre Sus emociones, que supera las dificultades, que enfrenta las dificultades de cabeza erguida; Jesús fue esa referencia, fue esa referencia.

Al llegar el momento final, de ser condenado a muerte y crucificado, Se entregó sin defenderse ni dar argumentos. Él no tenía ningún pecado, no había nada que pudiera condenarlo a muerte, pero hizo eso por amor a nosotros.

Tú eres algo muy precioso para Dios. Puedes haber hecho todo mal hasta hoy a los ojos de Dios, pero Él sueña contigo, Él quiere arrancarte del dolor. Él fue llevado a esa situación, Dios permitió eso, para que tú y yo no fuéramos condenados a la muerte eterna. Cuando Jesús fue crucificado, llevó sobre Sí todos nuestros dolores.

«Pero, ¿por qué hay personas que se matan, Viviane? Ellas se matan porque tienen un dolor en el alma. Si Jesús ya Se lo llevó, ¿por qué se matan?». Ellas se matan porque no recibieron el regalo de Dios, no creyeron. El que recibe, acepta y toma posesión de ese regalo que Dios le dio, de no ser más esclavo, condenado a la muerte eterna, a la destrucción, cuando acepta eso, es libre.

Por ejemplo, para hablar de Jesús aquí tuve que liberarme, tuve que liberarme de los conceptos equivocados, de lo que me ataba. ¿Ya viste a una persona que pasó por rechazo? Yo fui rechazada en la escuela, tuve mis dificultades y mis limitaciones, e iba a llevar eso por toda mi vida, pero, a partir de la fe en Jesús, esa fe, esa obediencia a Su Palabra, esa aceptación mía de la voz de Él, hizo que tomara posesión y me volviera hija de Dios.

Hoy soy hija de Dios, porque recibí la orientación, obedecí y sigo obedeciendo, sigo vigilando, para no ser dominada por donde la carne, la humanidad me quiere llevar.

Entonces, Jesús me dio esa autoridad para decidir. Nosotros tenemos el poder de ser hijos de Dios, pero debemos recibir ese regalo. Tal vez estés ahí, pensando que el final de tu vida es aceptar tu forma de ser, el problema que tienes, que es algo que llevarás toda tu vida.

Por el amor de Dios, tú aceptaste ese pensamiento porque no conocías la verdad; cuando conoces la verdad, tienes la oportunidad de cambiar tu pensamiento, de una creencia en algo negativo a una creencia que te da la oportunidad de cambiar todo.

Eso sucedió conmigo y eso puede sucederte a ti también. ¿Sabes qué pasó? Jesús fue entregado para ser crucificado. Tomaron a Jesús y Lo llevaron.

Muy bien, observa que Jesús pagó un alto precio para que no seas esclavo, pero, si quieres seguir siendo esclavo, Él no puede hacer nada, porque te dio la autoridad para que tú decidieras.


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