Episodio 182 – La justificación del sincero

Episodio 182 – La justificación del sincero

Muy bien, nosotros sabemos que el ser humano se justifica por todo, ¿pero eso qué dice sobre la persona?

Muy bien, vamos a conocer quién es Dios y quién eres tú. ¿Cuáles son tus reacciones? ¿Qué haces con la verdad?

«… Cuando Le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles… (Juan 19:6) Jesús iba llevando la corona de espinas y el manto de púrpura, y ellos, los principales sacerdotes y los alguaciles, clamaron, diciendo: … ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle, porque yo no encuentro ningún delito en Él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley Él debe morir, porque pretendió ser el Hijo de Dios». (Juan 19:6-7)

Ah, Jesús estaba allí, condenado, porque dijo que era el Hijo de Dios, y no podía decir eso. ¿Esto era un motivo para crucificarlo y soltar a Barrabás, el ladrón? ¿Qué es eso que estaban haciendo? Sí, realmente, ¿qué es eso que el mundo hace, que la sociedad hace? ¿Soltar a Barrabás y prender a Jesús, que es el Hijo de Dios, que dice ser el Hijo de Dios? Por favor.

«Entonces Pilato, cuando oyó estas palabras, se atemorizó aún más. Entró de nuevo al Pretorio y dijo a Jesús: ¿De dónde eres Tú? Pero Jesús no le dio respuesta. Pilato entonces Le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte? Jesús respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre Mí si no se te hubiera dado de arriba; por eso el que Me entregó a ti tiene mayor pecado». (Juan 19:8-11)

Muy bien, observa, cuando no te miras a ti mismo, cuando no miras lo que estás haciendo, siempre te justificarás, porque tu emoción, tu voluntad, tus formas, es que las personas acepten cómo estás lidiando con la situación. Independientemente de si es verdad o mentira, quieres ser aceptado de la manera en la que quieres ser visto.

Entonces, los judíos tenían a los principales sacerdotes, tenían a los siervos que decían: «Crucifícalo, crucifícalo», y, después, Pilato les dijo: «Miren, tomen a Jesús y crucifíquenlo ustedes»

Pero ahí los judíos dijeron: «Nosotros tenemos una ley, según esa ley debe morir, porque se hizo Hijo de Dios». (Juan 19:6-7)

Los judíos no miraban a lo que Jesús les había dicho sobre la verdad, solo miraban a aquello que Jesús decía sobre ser Hijo de Dios; y realmente era el Hijo de Dios, Jesús no estaba mintiendo, pero eso era una ofensa para los judíos. ¿Ya te pasó de escuchar la verdad y sentirte ofendido? Yo ya me sentí ofendida cuando escuché unas ciertas verdades. Pero, cuando una persona es sincera, en ese momento, puede hasta tener sus razones, pero después surge la conciencia, hace una autoevaluación de su vida y se da cuenta de que lo que le dijeron, que no fue de su gusto, de su agrado, es verdad.

Pero, cuando la persona no es sincera, le echa la culpa a lo que la otra persona hizo, a lo que la otra persona dijo, no mira lo que ella está haciendo, no mira eso.

Entonces, este es el problema de las personas que no quieren ser sinceras, buscan algún error, algo que no está de acuerdo con sus formas, para justificar su error, para no mirarse a sí misma. Tú sabes que, si pones el error en la otra persona, evitas esa situación y anulas tus defectos, porque te enfocas en la otra persona.

Así pasa con quien no es sincero, se justifica. Muy bien, ¿y tú? ¿Acaso te has justificado, es decir, no has sido sincero con tu realidad?

Entonces, ¿busca observarte si has sido sincero o si no lo has sido? Porque, generalmente, cuando nos justificamos es porque estamos dando a entender que nuestra forma de proceder es correcta.

Lo interesante es que, cuando los judíos acusaron a Jesús, de que Él dijo que era el Hijo de Dios, Pilato preguntó: «… ¿De dónde eres tú?, y Jesús no le dio ninguna respuesta». Pilato dijo: «—Caramba— ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte? Jesús respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre Mí si no se te hubiera dado de arriba; por eso el que Me entregó a ti tiene mayor pecado».

Tú sabes que Pilato estaba en una situación en la que tenía autoridad y debía juzgar la situación que le llevaron. Entonces, cuando Le preguntó a Jesús de dónde era y no le respondió nada, Pilato quedó molesto: «¿No sabes que tengo poder para crucificarte? Si no me respondes, puedo hacer que seas crucificado o puedo soltarte». (Juan 19:10)

Jesús, esto es muy lindo, Él respondió y le sacó la duda a Pilato, porque estaba en agonía delante de esa situación. Jesús le dijo: «… Ninguna autoridad tendrías sobre Mí si no se te hubiera dado de arriba…»; «Fue Mi Padre el que te dio la autoridad y el poder. Incluso, fue Mi Padre el que te dio esa posición que tienes; proviene de arriba. Sin embargo, el que Me entregó a ti mayor pecado tiene». (Juan 19:11)

En otras palabras, el mayor pecado es de quien Me entregó, es de quien no es sincero, es de quien ve un problemita para justificar, para desahogar lo que está en su interior. ¿Cuántas veces se expuso una situación, una verdad sobre ti o sobre mí, que, en aquel momento, no te gustó? Sin embargo, si fuiste sincero, buscaste, empezaste a observar tus actitudes y Le pediste a Dios que te mostrara, porque querías lo que era correcto y justo, no querías tapar el sol con la mano, querías ver la verdad.

Los que entregaron a Jesús no eran este tipo de persona, eran los religiosos, que no querían ver, no querían observarse; ese era un pecado más grande que el de Pilato.

Entonces, las personas que no conocen la verdad y andan en la mentira, actuando equivocadamente, muchas veces, su pecado no es tan grave como el del religioso que sabe lo que debe hacer, pero siempre tiene una justificativa, siempre la tiene.

Entonces, siempre evalúo mi vida, porque no quiero engañarme por lo que siento. Sus sentimientos siempre le darán la razón, de que eres la víctima, de que estás en lo correcto, de que eres dueño de la verdad.

No, yo sé que no, sé que no soy dueña de la verdad, sé que necesito de la luz, que necesito que Dios ilumine mis caminos para ver lo que está mal. Entonces, cuando busco, cuando me observo, cuando pregunto, cuando me quedo atenta a mí, estoy, en realidad, comprometida con la verdad, comprometida con el Autor de la verdad, que es Jesús.

Piensa en esto, ¿tú justificas tus emociones o evalúas quién eres?

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