Episodio 177 – ¿Qué haces con tu responsabilidad?

Dios creó los cielos y la tierra; Él preparó la tierra que estaba destruida, sin forma y vacía. Lo primero que hizo fue generar la luz, después, creó todas las cosas. Entonces, hizo al hombre y a la mujer para que se relacionaran con Él, pero con libre albedrío.

Lamentablemente, con esta elección ellos despreciaron la obediencia a Dios y, a causa de eso, vino el mal, la muerte. Desde entonces, surgieron los problemas y el pecado.

Dios había hecho todo perfecto, al hombre y a la mujer los hizo perfectos, no tenían necesidad de nada, pero desobedecieron a causa de la curiosidad.

Entonces, el Altísimo envió a Su único Hijo, Jesús, incluso teniendo ángeles y arcángeles. Él envió al mejor que tenía, que era Su Hijo, Su espejo.

Cuando Dios Padre envió a Su Hijo, lo hizo para que cumpliera la misión de dar la propia vida para rescatar al hombre y a la mujer de la muerte eterna. A partir del momento en el que el hombre y la mujer asumen su fe en Jesús, pueden ser salvos.

Sin embargo, existía un precio para eso, el de enviar a Su Hijo para que fuera rechazado y crucificado, para que llevara sobre Sí todos los pecados y las enfermedades.

Cuando Jesús estaba en los momentos finales de su vida, Judas llegó con los principales sacerdotes y soldados para arrestarlo:

«Jesús, pues, sabiendo todo lo que Le iba a sobrevenir, salió y les dijo: ¿A quién buscáis? Ellos Le respondieron: A Jesús el Nazareno. Él les dijo: Yo soy. Y Judas, el que Le entregaba, estaba con ellos.» Juan 18:4-5

Imagina amar y ser cambiado por dinero; eso fue lo que Judas hizo, cambió a Jesús por 30 monedas de plata.

«Y cuando Él les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús entonces volvió a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús el Nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que Yo soy…» Juan 18:6-8

La responsabilidad que tenemos de cumplir nuestra misión es muy grande e individual. Yo, por ejemplo, soy esposa, soy esposa de pastor; soy hija, madre, y también tengo una responsabilidad con la obra de Dios. Esa responsabilidad exige un sacrificio de entrega de mi parte, no de parte de Dios ni de nadie, porque lo que tengo que hacer es responsabilidad mía.

Eso es lo que veo en el Señor Jesús aquí, Él Se adelantó cuando los soldados llegaron con Judas e incluso preguntó dos veces: «¿A quién buscáis?». ¡No vemos por parte de Dios Padre ni por parte de Dios Hijo ninguna cobardía! Ellos tomaron sobre Sí la responsabilidad. Dios Padre porque creó todo y Dios Hijo porque participó de todo con el Padre, y estaba a disposición para servirlo.

A causa de la responsabilidad, pasas por peligros, sientes dolor solo y actúas solo para cumplir la misión que tienes. La fe en Dios también hace eso, no es un mar de rosas, lo que debo hacer por Jesús es mi responsabilidad, nadie puede hacerlo por mí; y lo mismo pasa contigo.

Aprovecha estos momentos y evalúa: ¿has sido responsable con tu fe en Dios?

Dios no es cobarde, asume la responsabilidad de hacer Su parte. Dios cumple Su Palabra y, para eso, también sacrifica.

¡No hay forma de no admirar a Dios por quién es! Tú debes ver Su esencia. ¿Cuántas veces has fallado y Dios ha sido tu refugio, y Dios ha seguido creyendo en ti pacientemente? Él tiene Su responsabilidad y la cumple.

«… por tanto, si Me buscáis a Mí, dejad ir a estos; para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que Me diste, no perdí ninguno.» Juan 18:8-9

En aquel momento crucial, de dolor, Jesús cuidó a Sus discípulos; fue muy responsable.

«Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre Me ha dado, ¿acaso no la he de beber? Entonces la cohorte romana, el comandante y los alguaciles de los judíos prendieron a Jesús y Le ataron…» Juan 18:10-12

Jesús defendió aquel momento que era de Él, la responsabilidad que el Padre Le había confiado.

Y tú, como padre, madre, hijo, siervo de Dios, sabes que tienes responsabilidades, independientemente de si tienes que quedarte solo o no. La fe en Dios es así, tenemos que cargar con esa responsabilidad, la cual nos lleva a situaciones en las que debemos imponernos a nosotros mismos lo que nos fue confiado.

Yo me imagino a Dios mirándome desde Su trono, porque me dio Su Palabra, Su Espíritu y el nombre de Jesús, ¿pero qué haré con todo eso? ¿Negaré mi fe a causa del peligro, de mi voluntad o de un sueño propio? ¿Negaré mi fe porque algo y Dios quiere otra cosa?

La fe tiene responsabilidades, ¿Tú las has asumido?

Si asumes la responsabilidad que tienes con Dios y con los hombres, disfrutarás de una relación verdadera con el Altísimo, no algo falso. Y esta responsabilidad te dará paz, porque, cuando cumples tu deber, tu misión, tienes paz y autoridad.