Episodio 170 – ¿Quién eres tú con tus cosas?

El Señor Jesús ora por quienes reciben Su instrucción, pero imagínense lo que les pasa a quienes no la reciben, Jesús no intercede por ellos. A causa de una resistencia, la persona no está protegida.

Jesús hizo su parte, pero si yo no quiero recibirla, no puede obligarme, porque respeta nuestra decisión.

Presta atención a la oración que Jesús hizo: «Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que Me has dado; porque son Tuyos; y todo lo Mío es Tuyo, y lo Tuyo, Mío; y he sido glorificado en ellos. Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y Yo voy a Ti. Padre Santo, guárdalos en Tu Nombre, el Nombre que Me has dado, para que sean uno, así como nosotros.» (Juan 17:9-11)

Observa que el Señor Jesús oró al Padre por los que Dios Padre le había dado, y esto es porque estamos en el mundo. Y aunque pertenezco a Dios, tengo mi voluntad. Aunque he conocido a Dios, siempre elegiré a quién servir.

Entonces, el Señor Jesús está mostrando que todo lo que Le fue dado, Él tiene este cuidado, esta atención, este esmero. Oró por aquellos que había recibido. Esto se debe a que somos tentados, y cada tentación provoca en nosotros un sentimiento, a veces una tristeza, un deseo de actuar a nuestra manera, y entonces nos independizamos de Dios.

Pero cuando todo lo que tenemos es de Dios, nuestros sueños y voluntades, y lo que es de Dios es mío, entonces estamos tranquilos, porque nuestra mente estará enfocada en las cosas de Dios. Y esto es lo que el Señor Jesús estaba orando, que seamos uno con Él, así como Él lo es con el Padre.

¿Quién eres tú con tu vida espiritual? Esa es la parte más espiritual que tienes, porque ahí es donde todas las áreas van a estar bien.

Pero si esa parte está mal y te alejas de Dios, queriendo servirte solo a ti mismo, y todo lo que te pertenece no es de Dios, y lo que es de Dios no es tuyo, entonces no eres uno con Dios.

Porque tienes tus cosas, tus anhelos, tus sueños separados de Dios. ¡Está Dios allí y tú aquí! Y Dios no impone su voluntad a nadie.

Cuando Jesús estuvo en este mundo tuvo la opción de hacer Sus cosas, de vivir para Sí mismo, pero no lo hizo, sirvió al Padre todo el tiempo.

Y es muy interesante ver todos los cuidados que tuvo el Señor Jesús, observa: «Cuando estaba con ellos, los guardaba en Tu Nombre, el Nombre que Me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.» (Juan 17:12)

Ya se había profetizado sobre Judas, incluso sin mencionar el nombre, pero hablaba del hijo de perdición. Y simboliza a los que quieren su voluntad, estos son los traidores, que quieren hacerlo a su manera, aunque son conscientes de lo que está bien y lo que está mal, eligen su voluntad, eligen el reino para sí mismos y no para servir a Dios.

Entonces, el Señor Jesús guardó a todos los discípulos, a todos los que Dios Padre le dio. Imagina el tiempo que has pasado con tu familia, con las personas del trabajo, con las personas con la que tratas, ¿cómo los cuidas? ¿Te preocupas por ellos como alguien que pertenece a Dios o como alguien que no? Porque si son de Dios, entonces tú los cuidarás.

Todas las almas pertenecen a Dios, pero como tienen libre albedrío, eligen a quien quieren servir.

Y si todos pertenecen a Dios, en el sentido de que es derecho de Dios tenerlos, pero tienen su opinión, su propia voluntad, su decisión, entonces Dios los respeta.

Este respeto que Dios tiene por mí, por ustedes y por la humanidad es muy fuerte, y esto revela que no puedo estar ansioso, querer las cosas a mi manera, sino que tengo que seguir haciendo lo correcto, lo bueno, como si fuera para mi Señor.

Cuando haces tu parte, no hay dudas. Se vive la fe, y eso no significa solo hablar de Dios, sino cumplir con la responsabilidad que la fe exige de cada uno de nosotros.