Episodio 169 – ¿Quién es de Dios?

Mucha gente piensa que Dios tiene sus obligaciones y tiene que hacer todo a su favor, sin importar quiénes sean.

Imagínate, quieres la respuesta de Dios para tu vida, pero no aceptas las Palabras que Dios te habla, no aceptas las palabras que Él da a través de Su siervo. Si te resistes, entonces no recibirás Su Palabra.

Pero entonces ¿quién recibe Su Palabra? ¿Quién pertenece a Dios?

Jesús dice así:

«Ahora han conocido que todo lo que Me has dado viene de Ti; porque Yo les he dado las Palabras que Me diste; y las recibieron…» (Juan 17:7,8)

No conoces a Dios y no tienes vida con Dios, porque no recibes al que Dios envió para ayudarte, un siervo, una sierva de Él.

«… y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste.» (Juan 17:8)

De esta manera, acabas sabiendo de forma verdadera y no engañosa. Verdaderamente, has sabido que el siervo salió de Dios, es de Dios. Todos los días tenemos una palabra para ti, no según mis pensamientos, sino una palabra según los pensamientos de Dios, pero muchas veces no la aceptas, tienes tus defensas, tus argumentos, tus pensamientos, y por eso no crees que Dios envió a sus siervos para ayudarte.

Dios usa siervos, pero ¿aceptas a esta persona que Dios está usando para guiarte? ¡Quien es de Dios recibe! No lo sabes por lo que dicen los demás, lo sabes porque recibiste guía de un siervo enviado por Dios para ayudarte. ¿Y sabes qué hace Jesús con quienes lo reciben?

Él ora por ellos: «Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; » (Juan 17:9)

En otras palabras, Él no ruega, no ora por quienes no lo reciben, por quienes insisten en sus errores y disfrutan de su injusticia. Jesús ora por aquellos que quieren hacer lo correcto, que aceptan la verdad y reciben su guía. ¿Y por qué Jesús ora por los que ya lo han recibido? ¡Porque hay una pelea! Una lucha para que recibas, aceptes.

Muchas veces quise la verdad, pero sentí lo que era malo para mí, tenía mis pensamientos, mis argumentos, ¡y solo por la misericordia de Dios! ¡Solo por el Espíritu Santo guiándome a la Verdad, insistiendo! ¡Y por eso Jesús, ora por nosotros! Observa que las cosas de la fe no son automáticas, sino que hay un ejercicio de fe, una lucha por querer ver.

He estado hablando con Dios de un secretito que ha sido muy bueno, le he dicho así: «Dios mío, muéstrame Tu verdad, y guíame en Tus caminos, quiero Tu Reino, no quiero mi reino, quiero Tu voluntad y no la mía.»

Y ha sido maravilloso, porque Él me ha guiado. Por eso es importante que ores, compartas con Dios y ejercites la fe, ¡porque sin ella no sucederá!