Episodio 169 – ¡Cuando Dios promete, cumple! – [SERIE – ¿QUIÉN ES DIOS?]

¿Alguna vez has visto a Dios a simple vista? ¡No! Pues bien, no Lo vemos con nuestros ojos, pero vemos a Dios en quienes Lo buscan, que se preocupan por Él, que usan su fe.

Y esa fe te enseña a acercarte a Dios a través de la oración.

Jacob fue bendecido por Dios porque quería la bendición de la primogenitura. Después de salir de su casa, de huir de su hermano que quería matarlo, fue muy bendecido en la tierra de su tío Labán.

«Y sucedió que cuando Raquel hubo dado a luz a José, Jacob dijo a Labán: Despídeme para que me vaya a mi lugar y a mi tierra. Dame mis mujeres y mis hijos por los cuales te he servido, y déjame ir; pues tú bien sabes el servicio que te he prestado. Pero Labán le respondió: Si ahora he hallado gracia ante tus ojos, quédate conmigo; me he dado cuenta de que el Señor me ha bendecido por causa tuya.» Génesis 30:25-27

Fíjate que Jacob estaba trabajando para su tío, pero fue muy bendecido. Eso sucedió porque, antes de llegar a esta tierra, tuvo un momento con Dios.

Jacob ya había escuchado hablar de Dios a través de sus padres, de Isaac, pero no lo había experimentado. Y Jacob estaba en su momento de dolor, solo, porque había huido de su hermano que quería matarlo, pues Jacob valoraba la bendición de la primogenitura, algo que ciertamente su madre Rebeca le había enseñado, porque ella también valoraba esa bendición.

Pero su hermano Esaú era mayor, y él debía recibir la bendición, porque era el primer hijo. Pero Dios ya conocía a los dos desde el vientre de su madre, y sabía que Esaú no iba a valorar la bendición de la primogenitura.

Entonces, por valorar esa bendición, Jacob sufrió las consecuencias, perdió el apoyo de sus padres, y, cuando estaba huyendo, en el camino, Dios habló con él.

Y ahora, en la tierra de su tío, había sido bendecido en todo. Tanto es así que Labán vio que Dios había bendecido a Jacob. Lo vio, testificó que era Dios, que no podía ser solo por Jacob.

Cuando Dios promete, cumple. Puede incluso parecer que tarda, pero cumple. Además, cuando hablas con Dios, aunque, te parezca que Él no te escuchó, porque no sucedió nada, debes saber que, si hablaste de forma transparente, con seguridad, entonces quédate tranquilo.

Así fue con Jacob, que se quedó tranquilo porque Dios habló con él. Dios no permanece indiferente a nuestro dolor. Él ampara a quienes Lo buscan.

Y quiero que sepas que, aunque estés en el error, en el pecado, en el camino equivocado, reconoces eso y quieres cambiar de vida, ¡habla con Dios! Él escucha a todos los que manifiestan la fe, es decir, a los que creen, hablan con Él y no tienen duda de que Él les responderá.