Episodio 166 – Dios no interfiere con tu voluntad – [SERIE – ¿QUIÉN ES DIOS?]

¿Qué crees que hace Dios con nuestras imperfecciones? ¿Se desanima? ¿Se dará por vencido con nosotros?

La Biblia cuenta varias historias reales que muestran las imperfecciones del ser humano. Incluyendo mujeres y hombres que sirvieron a Dios.

Tenemos el caso de Jacob, quien se casó con Lea y una semana después con Raquel, porque había sido engañado por su suegro (ya que había trabajado por Raquel, pero recibió a Lea como esposa). ¿Recuerdas?

Bueno, Jacob no amaba a Lea, así que cuando Dios vio que Lea era despreciada, abrió su matriz y ella comenzó a tener hijos. Pero Raquel estaba en conflicto porque no podía darle hijos a Jacob.

Entonces le dio a su sierva Bilha para que le diera hijos a Jacob. ¿Y cuál fue el resultado de esto?

«Y Raquel dijo: Con grandes luchas he luchado con mi hermana, y ciertamente he prevalecido. Y le puso por nombre Neftalí. Viendo Lea que había dejado de dar a luz, tomó a su sierva Zilpa y la dio por mujer a Jacob.» Génesis 30:8-9

Observa que los seres humanos tienen una tendencia a mirar su propio mundo. Y cuando las cosas no salen como él quiere, intenta otro camino, como fue el caso de Raquel.

Y poco después, Lea también se contagió de este espíritu competitivo. Lea dio a su propia sierva para que se acostara con Jacob, para darle otro hijo.

«Y Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un hijo a Jacob. Y Lea dijo: ¡Cuán afortunada! Y le puso por nombre Gad. Después Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un segundo hijo a Jacob. Y Lea dijo: Dichosa de mí; porque las mujeres me llamarán bienaventurada. Y le puso por nombre Aser.» Génesis 30:10-13

Vea que Lea se estaba mirando a sí misma, exactamente como sucedió con Raquel, que tenía espíritu malo, porque ya era amada por su marido. Y ahora Lea también estaba siendo contagiada por este espíritu de competencia y comenzó a mirarse a sí misma.

Con este espíritu de competencia el ser humano no es sincero, sino que se compara, codicia y desea lo que el otro tiene, esto es un espíritu de envidia, de ojos grandes, de querer las cosas a su manera.

Sabemos que Lea fue bendecida por Dios y tuvo cuatro hijos con Jacob, pero después de que Raquel comenzó esta competencia, Lea comenzó a hacer lo mismo que su hermana. Eso es porque ella quedó insegura.

En lugar de mirar lo que Dios ya había hecho por ella, que tenía cuatro hijos con Jacob, miró a su hermana Raquel y, con envidia, hizo lo mismo.

Y cada vez que mires y quieras competir con alguien, compararte con alguien, serás falso, no serás verdadero, no serás quien necesitas ser.

Muchas personas se pierden y a veces incluso usan las promesas de Dios para compararse con los demás. Pero a Dios no le agrada esto, esta avaricia, estas guerras, estos conflictos en los que se involucra el ser humano por envidia, por inseguridad.

Entonces, ¡usa la fe! La fe es lo que te hace libre, y no dependiente de las circunstancias ni de las personas, porque eres más que eso, tu valor es mayor de lo que la gente juzga.

Dios no interferirá con tu voluntad, tu avaricia. Si eres ambicioso, con deseos, compitiendo con otras personas para casarte, tener dinero, tener condiciones, tener un puesto, tener hijos… no estás haciendo lo correcto, esto no tiene nada que ver con la fe, con el Reino de Dios.

¡Por tanto, busca a Dios y acude a Él!