Episodio 164 – ¿Tu pedido a Dios atribuye la Gloria a Quién?

Episodio 164 – ¿Tu pedido a Dios atribuye la Gloria a Quién?

Ya debes haberle hecho muchas peticiones a Dios. Y si miras de cerca, tu pedido habla de ti, muestra lo que miras, a lo que le das importancia.

¿Y Dios? ¿A qué le da importancia? ¿Cuál es el sueño de Dios? ¿Cuál es la petición de Dios? ¿Qué hace Él con nosotros o con la situación que tenemos en este mundo?

En primer lugar, Dios ya tuvo un sueño antes de que existiera el pecado. Tenía el sueño de caminar con el hombre, de tener comunión con el hombre.

Dios hizo al hombre para que tuviera la libertad de elegir a Dios, para estar agradecido a Dios, porque Dios creó todas las cosas, luego hizo al hombre, caminó con el hombre todas las tardes, y luego trajo a la mujer, su auxiliadora, Él no dejó faltar nada. Sin embargo, el hombre llegó a desobedecer a Dios, a una orden que Dios dio.

Esta orden vino precisamente para dejarles elegir, y no solo que Dios tuviera el sueño, sino que ellos eligieran sujetarse al sueño de Dios, o sujetarse a su propio sueño.

Lamentablemente, el hombre pecó y dejó de caminar con Dios de manera natural para entregar su autoridad, su fuerza al diablo, quien empezó a tener autoridad, dominio sobre el mundo, a causa del pecado.

En otras palabras, cuando desobedeces, le das al mal autoridad sobre tu vida. Y cuando obedeces, aceptas el dominio de Dios.

Cuando el Señor Jesús vino a este mundo con el sueño de Dios Padre, vino a morir, a pagar un alto precio, a arrancar a la gente de esta prisión, porque el pecado trae muerte, pero el Señor Jesús vino a este mundo, habitó entre nosotros, revelando Quién era Dios.

Él pagó un alto precio para que tú y yo no quedáramos muertos en nuestras transgresiones y pecados, pero para recibir la Salvación hay que aceptar la verdad, la instrucción, la justicia de Dios.

Cuando Jesús estuvo aquí en este mundo, hizo una petición:

«Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti.» Juan 17:1

La petición que el Señor Jesús le hizo a Dios Padre fue que le devolviera la gloria a Dios Padre, Él sería honrado, es decir, sería fiel hasta el fin para que Dios fuera glorificado a través de Él.

La voluntad del Hijo, del Unigénito en su tiempo (porque cuando el Señor Jesús estaba aquí, era el Hijo Único, pero después de muerto, resucitó y bautizó con el Espíritu Santo a los que lo aceptan, a los que se entregan, estos recibieron el poder de ser hechos hijos de Dios, y Jesús vino con esta misión), era para cumplir Su misión, aunque le costara la vida, y quería devolverle la gloria a Dios Padre. No fue para tener la gloria solo para Él mismo, sino para Dios Padre.

Y esta es la pregunta que te hago: ¿tu petición es devolverle la gloria a Dios o a ti mismo? ¿O es por tu reputación, por tu voluntad? ¿Por tus sueños o por los sueños de Dios?

La Palabra de Dios lo dice así:

«Por cuanto le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado.» Juan 17:2

Dios Padre le dio autoridad y poder al Señor Jesús para dar vida eterna a todos los que entregó al Señor Jesús.

Y para entender esto, primero hay que entender que los seres humanos tenemos alma, y el alma no muere, nunca morirá, o sea, el cuerpo físico muere, pero tu alma vivirá por toda la eternidad, o en muerte eterna, que es la separación de esa persona de Dios por toda la eternidad, o vida eterna, con Dios.

Todos los seres humanos fueron creados por Dios para ser inmortales, es decir, no para morir, pero la desobediencia del primer hombre Adán generó la muerte, tanto física como espiritual, para todos, sin embargo, el alma sigue existiendo.

Esto significa que incluso si el cuerpo humano perece, el alma seguirá viva. Por lo tanto, todos tendrán la eternidad por delante, la diferencia es que, mientras algunos la disfrutarán con alegría, paz y vida, otros la vivirán con sufrimiento, dolor y muerte espiritual.

Pero el Señor Jesús recibió autoridad para conceder a todos esta Divina Plenitud llamada vida eterna, sin embargo, solo la tienen quienes obedecen Su Palabra y caminan en la disciplina de la fe.

¡Y esa es tu elección! Dios, el diablo, tus familiares no pueden decidir por ti, porque tienes libre albedrío para elegir a quién priorizarás: a Dios o a ti mismo.

Todo lo que no es de Dios es a favor del diablo, aunque sea para nosotros. Si quieres cosas para ti, para tus intereses, y no para Dios, demuestra que quieres lo que está dirigido a este mundo.

Pero cuando estás conectado con los intereses de Dios, entonces todo está relacionado con tu vida eterna. Y el sueño de Dios es que vivas eternamente con Él, disfrutando de esta paz, de esta vida, que nunca terminará, no habrá dolor, no habrá sufrimiento, no habrá tristeza ni lágrimas.

Y tienes que elegir esto aquí en este mundo, elegir obedecer la Palabra de Dios, caminar en esta disciplina de fe.

¿A quién eliges: a Dios o a ti mismo?

Evalúa y toma la decisión correcta, porque la decisión correcta es la que te hará feliz por el resto de tu vida, y no la que te hará feliz solo por un momento de tu vida, porque eso es mentira.

¿Te imaginas ser feliz solo por un momento de tu vida? ¡Esto es una mentira! Ahora puedes ser feliz por la vida y hasta la eternidad, eso es verdad.

¡y eso es lo que Dios quiere para ti!


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