- 23
- Jul
- 2024
Ep. 12 ¿Servir hace amar a uno y odiar a otro?
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- Jul
- 2024
El reino es aquello que nosotros dejamos que nos domine, aquello que está reinando dentro de nosotros, en nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, es aquello a lo que nosotros miramos.
Y Jesús dijo:
«… Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!» Mateo 6:21-23
¿Pero, de que forma tus ojos pueden ser malos? Cuando lo que tú haces, lo haces para servir a tu egoísmo, y no para salvar tu alma. Tus ojos pasan a ser malos cuando quieres servir a dos señores, y es sobre eso de lo que nosotros vamos a hablar aquí hoy.
«Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas». Mateo 6:24
«¿Pero como así Viviane? Yo tengo un problema en mi casa, con mi esposo, yo estoy enferma, sin dinero para comprar comida, estoy desesperada, porque las cosas me salen de mal en peor…».
Es así, ¿Pero, porque estás tan hundida en ese problema? ¡Es porque estás sirviendo a ese problema! ¡Es exactamente eso! No puedes servir a Dios y al problema.
Cuando sirves al problema, te quedas ansiosa, irritada, mal humorada, murmuras, y hasta tu cuerpo queda enfermo, tenso, y eso es porque te estás dedicando a servir a ese señor, a ese problema.
¿Ya te diste cuenta de que cuando estás tan preocupada con tu esposo, con tu hijo, con alguien con el que tú amas, te pones mal?
Respondes mal, haces la vida de la otra persona difícil, y eso es porque estás sirviendo a un señor que no es El Señor Dios de los Ejércitos. Y no hay manera de que sirvas a dos señores.
Esa elección es algo que tienes que elegir todos los días, porque si existe un problema, es mucho más fácil servir a aquel problema. Yo sé dé eso porque ya evidencie situaciones en las que yo estaba sirviendo a aquel problema, y fue tan difícil para mí, yo viví un infierno dentro de mi alma.
Yo quedaba ansiosa, preocupada, con duda, con miedo, miedo de perder aquello, yo quería proteger extremadamente aquello y solo me estresaba.
Pero sabes, quien tiene el Espíritu Santo, tiene la Voz de El que nos guía, y gracias a Dios que yo oí la voz del Espíritu Santo, que me hablaba: «Eso está mal, mira como estás…»
Quien conoce a Dios sabe que esa característica de duda, de miedo, de ansiedad, no coincide con Dios, no agrada a Dios.
¿Y sabes lo que yo tuve que hacer? Dejar de servir a aquel señor que estaba queriendo dominar en mi vida, y servir a Dios. Tuve que corregir eso, tuve que entregar a Dios, porque es exactamente como está escrito: nadie puede servir a dos señores, porque amará a uno y odiará al otro.
¿Pero, como es que estoy odiando a uno? ¿Odiando a Dios? ¡Sí! Porque estoy defendiendo ese problema, amando a ese problema, inclinándome a él, ¿y observa como es que yo me estoy comportando con ese problema?
No hay manera de dedicarse a Dios y al problema, ¡No! Vas a prestarle atención al problema o a Dios, vas a despreciar al problema o a Dios.
¡Observa como tus ojos pasan a priorizar a aquello a lo que tú le das más importancia!
Yo ya me vi tan preocupada, tan ansiosa, con lo cual yo ya estaba comprometiendo mi alma. ¿Me hace mal a mí, te hace muy mal cuando quedas preocupada, con miedo, triste, pero, porque sucede eso?
Porque nosotros los seres humanos, sentimos, pero no necesitamos elegir o ser llevados por aquello que sentimos, podemos elegir servir a Dios. Y eso sucede cuando pensamos,
Jesús dijo así:
«Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?» Mateo 6:25
Probablemente, ya has oído acerca de esto, ya sabes de la Palabra de Dios, pero lo que tú eliges vivir es a lo que tú le obedeces, si recibes la palabra de Dios o no.
Si recibes la Palabra de Dios te corriges, y en ese exacto momento decides: «No voy a preocuparme más, voy a llevar al Altar esta preocupación, ese miedo, esto que está dentro de mí. Voy a colocarlo en el Altar y nunca más voy a sacarlo de allá, porque yo decidí entregarlo.»
Y cuando decides, ¡no hay vuelta atrás! No hay más opción de tomarlo de vuelta, porque sabes que si lo tomas de vuelta, vas a vivir el mismo infierno que estabas viviendo antes.
¿Estás viendo como es de fácil que priorices las cosas que este mundo te ofrece, y es difícil observar a tu alma? Porque tu alma está siendo comprometida, y a partir del momento en que empiezas a preocuparte, y a hacer de esos problemas un señor que te está destruyendo, es cuando tu cuerpo pasa a tener tinieblas, pasa a tener algo malo.
Observa que la vida espiritual es una cosa que debemos cuidar diariamente. Tienes que estar observándote todo el tiempo para que puedas usar la razón, y no dejarte llevar por lo que estás sintiendo. Porque si te dejas llevar por lo que sientes, vas a perder el objetivo.
Es muy fácil sentir, todos nosotros sentimos, pero cuando tenemos responsabilidad con nuestra fe, no aceptamos servir a otro señor que no sea el Señor de nuestra alma, que es Dios.
Cuando priorizamos a Dios, estamos priorizando nuestra alma, porque Él dio a Su Hijo para rescatarnos de este miedo, de esta inseguridad, dudas, incertezas, preocupación y ansiedad.
Dios envió a Su Hijo para que tú no seas más esclavo, ahora, si tú quieres ser esclavo, Él no puede hacer nada con relación a lo que eliges, a lo que haces con tu libre albedrío
¡Mira para el Altar que es Dios y cuida de tu alma, que es lo más importante de todo!
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