Ep. 91 –¿Qué es ser humilde?

El Reino de Dios es muy diferente al nuestro, y lo entenderás muy bien con lo que dice la Palabra de Dios:

«Y aconteció que cuando Jesús entró en casa de uno de los principales de los fariseos un día de reposo para comer pan, ellos Le estaban observando cuidadosamente. Y allí, frente a Él, estaba un hombre hidrópico. Y dirigiéndose Jesús, a los intérpretes de la ley y a los fariseos, les habló diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo, o no? Pero ellos guardaron silencio. Y Él, tomándolo de la mano, lo sanó y lo despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey en un hoyo en día de reposo, y no lo saca inmediatamente? Y no pudieron responderle a esto.» Lucas 14:1-6

Quiero llamar tu atención sobre la palabra humildad, si vas a la casa de alguien que está en tu contra, que te trata mal, que rechaza todo lo que enseñas, ¿Qué haces allí en esa casa? ¿Te estás creando un problema a ti mismo? ¡Así es! El Reino de Dios no busca hacer las cosas para sí mismo, y mira que Jesús estaba haciendo exactamente eso, delante de Él estaba ese hombre enfermo, y lo curó en casa de uno de los principales de los fariseos. Jesús estaba allí para servir a las personas, incluso a aquellas que son resistentes.

«Y comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían los lugares de honor a la mesa, diciéndoles: Cuando seas invitado por alguno a un banquete de bodas, no tomes el lugar de honor, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú, y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: Dale el lugar a este´; y entonces, avergonzado, tengas que irte al último lugar. Sino que cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó, te diga: Amigo, ven más adelante´; entonces serás honrado delante de todos los que se sientan a la mesa contigo. Porque todo el que se engrandece, será humillado; y el que se humille será engrandecido» Lucas 14:7-11

Muchas personas tienen esa concepción sobre sí mismas y se consideran humildes, pero observemos lo que sucedió con Jesús. Él estaba hablando a aquellos principales de los fariseos, en su casa, sobre cómo debe comportarse una persona en un lugar, en una cena.

Cuando quieres elegir tu manera, entonces no eres humilde. Cuando queremos elegir nuestra manera, estamos sentándonos y colocándonos en primer lugar.

Y en esta parábola, Jesús está diciendo que en el Reino de Dios es mejor que te coloques en tu lugar, y cuando te pidan que te sientes en un lugar de honor, te sentirás honrado con aquellos que estén a la mesa.

¿Y no es verdad? Muchas veces ya nos hemos sentido ofendidos, cuando queríamos que alguien hiciera algo a nuestra manera, nos sentimos humillados, avergonzados, porque no fuimos considerados, no fuimos escuchados. Y entonces el que te invitó te dice que «te sientes atrás», es decir, que te coloques en tu lugar.

En el Reino de Dios, tenemos que aprender a ponernos en nuestro lugar. Tuve que aprender a ponerme en mi lugar, porque como ser humano, ya he deseado sentarme en los primeros lugares. Y no estoy hablando de un lugar en sí, ¡no! Sino de querer ser escuchada, de querer ser considerada, y, en verdad, la fe me enseña a quedarme en ese último asiento, y dejar que Dios me honre. Él debe ser quien me invite a sentarme adelante. Él debe ser quien me honre.

Todas las veces que busqué ser honrada, fui humillada por mi orgullo, que quiso poner las cosas a mi manera. Y con seguridad a ti también te paso.

Entonces, si quieres el Reino de Dios, sé humilde, ponte en tu lugar, deja que Dios te invite y te coloque en un lugar de honor, Él es quien hace eso, el trabajo es de Él, la honra debe ser de Él. Y cuando buscamos nuestra propia honra, nos quedamos desconfiados, pero cuando Dios honra, no hay duda, porque fue Él quien quiso honrar.