Ep.46 – La vestimenta inadecuada
- 25
- Sep
- 2024
¿Alguna vez has pensado en hacer una gran fiesta por un logro, para celebrar la realización de un sueño tan esperado, y preparas todo, invitas a tus seres más cercanos, familiares, amigos, conocidos a lo largo de tu vida, envías la invitación, y esas personas te dicen: «Hum, no quiero ir»?
¡Imagínate recibir esa respuesta de las personas más cercanas a ti! Pues bien, ¿sabías que eso ocurrió? El Reino de los Cielos se compara con un Rey que celebró las bodas de Su Hijo, y ¿quién sería ese Hijo, eh? ¡Claro, el Señor Jesús!
El Padre celebra la boda de Su Hijo porque era el sueño de Él, el sueño del matrimonio de Su Hijo, que venció la muerte, que resucitó, que pagó un alto precio para que ya no fuéramos esclavos del pecado, que superó todo eso. Él envía a Sus siervos a invitar a la gente a las bodas, pero ¿sabes qué pasa? Esa gente rechaza la invitación, no quiere ir, algunos están preocupados por sus vidas, por su campo, por su negocio, y otros incluso matan a los siervos que Dios envió.
Ahora, imagina si estuvieras en esa posición que Dios dio a esas personas, que les ha dado a esas personas, ¿qué harías tú? ¿Dejarías de celebrar? Bien, la Biblia dice que Dios se enojó y destruyó a esos homicidas que mataron a los siervos de Dios.
«Luego dijo a sus siervos: “La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. Id, por tanto, a las salidas de los caminos, e invitad a las bodas a cuantos encontréis”. Y aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de comensales.» Mateo 22:8-10
Dios dio la oportunidad a aquellas personas que ni siquiera van a la iglesia, que no tienen la costumbre de buscar a Dios. Invitados por los siervos de Dios, esos malos y buenos vinieron a esta fiesta nupcial.
«Pero cuando el rey entró a ver a los comensales, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda, y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?. Y él enmudeció. Entonces el rey dijo a los sirvientes: Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.» Mateo 22:11-13
Parece que Dios es tan severo, tan malo, que muchas personas tienen esta idea equivocada de Dios, pero la verdad es que Dios da oportunidades a las personas para relacionarse con Él. Dios invita a las bodas, dice que esa persona puede disfrutar de una relación con el Novio.
Sin embargo, muchas personas, al ser invitadas, incluso van a la Iglesia Universal, y a pesar de que están llenas de problemas, van a estar vigilando a los pastores, a los obreros, pensando que alguien les va a quitar algo.
Es decir, aun con innumerables problemas, la persona deja de lado su situación y se enfoca en ver los errores de los demás. La persona ya va con un prejuicio. Esa es la ropa que no está de acuerdo con la vestidura nupcial, ¿por qué? Porque la verdad es que cuando estamos con problemas, nos enfocamos en lo que está pasando dentro de nosotros, y queremos ayuda, queremos respuesta, y vamos a lugares y creemos en cualquier persona, todo porque hay una gran necesidad de ayuda.
Pero esas personas que no llegan adecuadamente, que no «se visten», es porque van a juzgar y no a participar, van a condenar y no a hablar con Dios.
Lo más interesante de esta parábola es que el Rey vio allí a un hombre que no estaba vestido con las vestiduras de bodas, es decir, Dios mira a quienes son invitados, ve cómo le da importancia, no generaliza a todo el mundo, mira a cada persona, a cada uno que entra a Su Boda, a Su celebración.
Y para aquel que no está vestido adecuadamente, Él pregunta: «Amigo, ¿cómo entraste aquí, no teniendo vestidura nupcial?», ósea, Dios no es malo, Él pregunta, en otras palabras: «¿Por qué entras así? Tú que tienes tanto dolor, que has vivido tantos traumas en tu vida, tantas cosas que ni tú mismo puedes soportar, pero vienes aquí a Mi Casa, a Mi boda de manera inadecuada, es decir, vienes aquí a juzgar a los demás».
«Entonces el rey dijo a los sirvientes: Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.» Mateo 22:11-13
¡Mira cómo es serio! Por eso necesitas llevar las cosas de Dios de la manera original, sin juicios, sin malos ojos, sin malicia.
Y Jesús dijo: «Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.» Mateo 22:14
Entre tantas personas que llegan a la Casa de Dios para escuchar la Palabra, pocos son los elegidos, porque muchas personas son llamadas, pero no quieren pagar el precio de lo que es justo, de lo que es correcto. ¡Ahí es donde entra nuestro reino!
Si tu Reino no acata la Voluntad de Dios, lo que es justo, lo que es correcto, lo que es verdadero, entonces es porque te gusta lo que es malo, te gusta lo que es injusto, y, obviamente, no serás tratado como aquellos que quieren la verdad, lo que es justo.
Por eso son esos los que serán lanzados al lago de fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes, es decir, va a ser algo eterno. Esa persona que no aceptó la oportunidad que se le dio, que se vistió de manera inapropiada, no tendrá descanso.
Sabes que la vestimenta dice mucho sobre nosotros mismos, habla de cuál es nuestra intención. ¡Piensa en eso!
Si te ves en esta parábola, si has ido a la iglesia con malos ojos, con malicia, aprovecha este momento para abandonar esos pensamientos, para arrepentirte de esos pecados que te hacen daño, que no te dan paz, sino que te llevan a las tinieblas. ¡Aprovecha esta oportunidad!