Ep. 31 El mayor en el Reino de los Cielos

Estamos hablando sobre el Reino de los Cielos, y los discípulos de Jesús, antes de ser bautizados con el Espíritu Santo, Le hacían este tipo de preguntas:

«¿Quién es, entonces, el mayor en el Reino de los Cielos? Y Él, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos». Mateo 18:1-3

El primer tema aquí es que ellos estaban pensando quién sería el mayor en el Reino de los Cielos, y Jesús les planteó la situación de que para heredar el Reino de los Cielos no basta ser discípulo, también hay que convertirse.

La conversión es que dejes de actuar de una manera y actúes de otra completamente diferente, a lo que solías actuar.

Entonces, tienes que entender lo siguiente: la Palabra de Dios es para cada uno de nosotros, no se trata de que sea para los demás. Por ejemplo, vas a la iglesia, tal vez eres obrero, obrera, esposa de un pastor, miembro, evangelista… ¿y piensas que simplemente por ser quién eres competirás para ser el mayor en el Reino de los Cielos? ¡No será así!

Observa que Jesús está hablando de entrar al Reino de los Cielos, porque solo entrar ya cuesta mucho, pues la persona tiene que convertirse, ser como un niño.

En aquella época, el niño era muy puro, no tenía malicia, no competía y siempre cedía rápidamente. Todo lo que le decían, lo hacía.

Además de convertirte, que es cambiar de rumbo, el Señor Jesús dice que, si no actúas como un niño puro, sin malicia, sin segundas intenciones de ninguna manera entrarás al Reino de los Cielos.

En otras palabras, Jesús estaba diciendo: «Tal vez piensen que solo por ser discípulos serán los mayores, pero piensen lo siguiente: deben entrar al Reino de los Cielos».

¡Esa es la cuestión! Aquí viene una gran dificultad para muchas personas que incluso tienen una posición en la iglesia o ya tienen un buen tiempo en la iglesia, sienten que están en un nivel mucho más alto, pero cuando nos convertimos nos volvemos flexibles, porque convertirse significa cambiar.

Estos días estuve en la iglesia y se habló de este pasaje, de ser como un niño. Y yo estaba escuchando y lo tomé para mí porque cuando nos convertimos cambiamos actitudes equivocadas, convertirse significa reconocer que cometiste un error y que cambias de dirección por completo.

Y yo pensaba: “Qué fácil es convertirse, pero además tenemos que hacernos como niños, porque si no, nos dejaremos seducir por la malicia”.

Cuando hablamos de pureza, hablamos de algo que está libre de impurezas, sin añadidos, sin maldad, sin malicia, es tener inocencia, es ser íntegro. Cuando actúas de esta manera ni siquiera le haces daño a tu mente, no juzgas, no crees que la persona lo hace con segundas intenciones, eres puro, no tienes ninguna maldad.

Además de cambiar, miras con esta pureza, y de eso habla Jesús.

«Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos». Mateo 18:4

De repente, aquí, en la Tierra un niño es chiquito, es pequeño, pero, es humilde y reconoce… Observa que a las personas que tienen una posición, tienen dinero, tienen fama, les cuesta mucho reconocer su estado, no son humildes.

Ves que en la reunión el pastor llama para ir delante del Altar, las personas humildes son las que van, y eso es hermoso. Pero las personas que tienen una posición, o la persona es un obrero, o una persona famosa, un cantante, un actor, no tiene el valor de ir a desnudarse delante de los demás, demostrando que necesita ayuda.

Y Jesús habla de una manera directa, que además de convertirnos, debemos ser puros, humildes, porque quien se hace como un niño será el mayor en el Reino de los Cielos.

Son los que se hicieron humildes, que fueron en contra de su orgullo o de lo que los demás piensan o incluso de su reputación, y se enfocaron en lo que necesitaban. Estos son los que se convierten y se hacen como niños.

Si quieres ser el mayor en el Reino de los Cielos, entonces tienes que pagar un precio.

No puedes preocuparte por lo que los demás pensarán de ti o si te juzgarán, tienes que ser puro para aceptar quién has sido tú.