Entendiendo la anemia

Bárbara Filipe

  • 16
  • Sep
  • 2015

Entendiendo la anemia

  • 16
  • Sep
  • 2015

La palabra anemia se crea a partir del griego an = privación y haima = sangre, traduciéndose en una reducción de los glóbulos rojos.

La anemia se caracteriza por una reducción de las hematíes de la sangre, más conocido como glóbulos rojos, que son las células que transportan oxígeno a todos los órganos del cuerpo humano.

Para percibir mejor la gravedad de esta situación vamos a ver cómo está compuesta nuestra sangre, que se divide en tres componentes; plasma, plaquetas y leucocitos (glóbulos blancos), y eritrocitos (glóbulos rojos).

El plasma es la porción líquida de la sangre, que corresponde a aproximadamente 55% del volumen total y se compone de 92% de agua.

44% de la sangre se compone de células rojas de la sangre o glóbulos rojos, y sólo alrededor de 1% por los glóbulos blancos.

Cuando se diagnostica la anemia, significa que el nivel de las células rojas de la sangre se reduce y por lo que la sangre se vuelve más diluida, y causa los síntomas siguientes:

  • Cansancio extremo;
  • Piel pálida;
  • Mareo;
  • Palpitaciones;
  • Dificultad para pensar.

Todos estos síntomas son debidos a la falta de oxigenación en la sangre, ya que el número de células rojas de la sangre que los transporta es inferior a lo normal.

Pero todos, sin duda han oído hablar de la hemoglobina y cuando es baja la persona puede tener anemia. Pero, ¿qué es la hemoglobina?

Ya sabemos que las células rojas de la sangre o glóbulos rojos son el transporte de oxígeno a nuestros órganos, y la hemoglobina es el portador de la molécula de hierro que compone los glóbulos rojos y que por cierto es su componente más importante. Las personas con niveles bajos de hierro no pueden producir la hemoglobina necesaria para producir glóbulos rojos. El resultado será, inevitablemente, una reducción en la producción de los glóbulos rojos que causan anemia.

Es por eso que cuando se realiza una evaluación de la sangre, el nivel de hemoglobina es más crucial para el diagnóstico de anemia que en realidad el resultado de hematocrito, que es el nombre que recibe el porcentaje de glóbulos rojos.

Sin embargo, hay que señalar un tema muy importante: No todas las anemias se resuelven mediante la sustitución de hierro, ya que hay muchos tipos de anemia. Por ejemplo, en el caso de un problema de salud que dificulta la producción de células rojas de la sangre (siendo sólo un componente de la hemoglobina RBC) su sustitución puede no ser suficiente para aumentar los eritrocitos, por lo que el problema no se ha resuelto.

Por lo tanto, cada caso debe ser seguido de cerca por un hematólogo (especialista en temas de sangre) que es necesario establecer el origen de la reducción de las células rojas de la sangre y que el tratamiento sea eficaz.

Muchas personas tratan la anemia como si fuese un resfriado común, creyendo que si comen más alimentos verdes todo está resuelto. Yo, sin embargo, dejo la alerta: Cuando se detecta anemia y especialmente en los casos en los que es persistente o crónica, es de suma importancia contar con supervisión médica para prevenir otras enfermedades derivadas de la anemia inicial.

¡Hasta la próxima semana!

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