El ser humano tiene poder y dirige su vida según lo que recibe

El ser humano tiene poder y dirige su vida según lo que recibe

Lo que oímos y guardamos es lo que hablamos y recibimos. Y si recibimos y guardamos una palabra, ¡la misma dicta reglas en nuestro interior! Es decir, ponemos nuestra vida en orden según la palabra que recibimos.

Para que entendamos cómo está nuestro corazón, lo que él guarda, tenemos que estar atentos a aquello que decimos diversas veces, porque es de eso que está lleno nuestro corazón.

 “…las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron. No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas del Señor y su fortaleza, y las maravillas que hizo.” Sl 78:3,4

Antiguamente, los hijos tenían mucho respeto por los padres. Y en casa, siempre había consejos, conversaciones y orientaciones que los padres daban a los hijos.

Ahora, imagine como era cuando los padres hablaban de las cosas que Dios había hecho en la vida de Su pueblo, de las maravillas. Cómo aquel tema traía esperanza, alegría de ser el pueblo escogido por Dios, ¡para hacer tales maravillas! ¡¡¡Imagine la conversación!!! ¡imagine el espíritu de ellos!

Imagine cuando ellos hablaban sobre las maravillas de Dios, ¡cómo estaban sus rostros! Sonriendo, con los ojos vibrantes y gozo en el alma.

Esto es lo que pasa cuando usted habla de las cosas que Dios hace.

Pero cuanto más usted habla de los problemas, o se envuelve en problemas, su espíritu se queda abalado. Y su rostro no transmite ninguna buena impresión.

Todo lo que usted ha oído y que guarda, termina contándoselo a otras personas. Pero cuando experimenta el bien de aquello que hace a si mismo, quiere hablar con otras personas.

Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel; la cual mandó a nuestros padres que la enseñasen a sus hijos; …” Sl 78:5

Muchas personas dejan de prestar atención a Dios porque no hablan de los hechos de Él, y no estoy hablando de cura, sino de cambio de vida en el interior. ¡Dirija su mente para aquello que realmente importa! ¡Haga caso a Dios, a Su Palabra! Actuando así, usted será exactamente un reflejo de Él aquí en la tierra.

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