Cláudia Azevedo

Buenos días Doña Viviane.

Desde ahora le agradezco por todo lo que nos enseña a través de su blog. A pesar de ser un poco tímida, decidí enviar mi foto, no con el propósito de aparecer en su blog sino para contarle un poco de mi historia de superación.

Al principio de este año yo era aquel tipo de chica que le gustaba la ropa apretada, que marcase aquello que parecía ser lo mejor de mi. Usar ropa discreta, o incluso faldas y vestidos, definitivamente no era para mi. Tenía una relación con un chico pero la relación no era de Dios porque teníamos muchos altibajos, falta de equilibrio en la relación y falta de estructura espiritual. Y fue en esa situación que la conocí. Usted y su esposo aparecieron en la iglesia que frecuento (Iglesia de Matosinhos, en Porto) un miércoles sin que nadie lo dijese.

Precisamente yo estaba con la ropa apretada y acababa de terminar con mi novio hacía una hora. Yo la miré y estaba “encantada” con su brillo y su luz; mi sueño era tener ese brillo y esa luz que yo vi en usted, quería ser una Mujer de Dios como usted y las demás esposas, pero no estaba dispuesta a rechazar mi “Yo” por completo, y pensaba que todo esto era un sueño.

Con el pasar del tiempo, fui notando que mi sueño dependía de mi…

Entonces comencé a luchar para realizarlo. Si yo antes buscaba a Dios, empecé a buscarlo con más intensidad aún, y el cambio aconteció: La ropa apretada ya no existe en mi armario; la inseguridad y el miedo de hablar en público murieron por completo. Soy una joven transformada y hoy sirvo al Señor Jesús de todo mi corazón. Lo que era un sueño, hoy se volvió una realidad.

Muchas gracias por su ejemplo, por su demostración de fuerza y coraje. Usted puede incluso ni acordarse de mi, pero su ejemplo ayudó a cambiar el rumbo de mi historia.

Que Dios la use y la bendiga cada día más. Muchos besitos.