Ayuno – Día 15

Viviane Freitas

  • 7
  • Abr
  • 2013

Ayuno – Día 15

  • 7
  • Abr
  • 2013

Espíritu Santo – Revelación

“..Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús le trajeron para cumplir por Él el rito de la ley, él tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios y dijo:
Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel…” (Lc.2:26-32)

Observa que el Espíritu Santo no es algo personal, para nuestro egoísmo o para compararnos con los demás.
Él no es dado para que nos sintamos mejor o “poderosos” delante de los otros.

Hemos hablado, aquí en el Blog, sobre el poder del Espíritu Santo, que nos transmite definición, seguridad, enseña, exhorta y nos permite tener Su mente. Y con esto, tal vez Lo desees, apenas para mostrar a los demás o alcanzar una posición en la Iglesia, casarte con un pastor, etc.

Pero no piensas en el Espíritu Santo para la salvación personal, y como poder para negar tu propia voluntad.

Desde que fui bautizada con el Espíritu Santo, recibí este poder para guardar mi fe y mi salvación.
Simeón esperó toda su vida y estaba convicto que Lo conocería antes de su muerte. ¡El Espíritu Santo se lo había revelado! Y así fue.
La misma certeza que Ester, la seguidora del Blog de la que hablábamos ayer, con la que ella fue a la Iglesia, de que no saldría de la misma forma, se asemeja a la de Simeón. ¡Por qué el Espíritu Santo así se lo reveló!
Simeón estaba definido para salvar. No aceptaba más la mortalidad – el pecado – que asolaba al pueblo de Israel. Él quería salvación; ¡era lo que más soñaba!
Y tú que nos estás oyendo, y estás buscando el Espíritu Santo, o una renovación, depende de que tengas este deseo de acabar con el pecado; ¡tener odio en contra del pecado!

Simeón determinó que no moriría sin ver esa salvación. Y, si yo estuviese en su lugar, así determinaría: “Yo sólo puedo morir cuando vea la salvación de Dios; cuando el Espíritu Santo esté sobre mi.”
Porque no podemos “morir” delante de la situación y el problema, con mi fe amenazada, diariamente, porque sin el Espíritu Santo no hay sello para que alcancemos la Salvación. ¿Has visto una carta sin sello? ¡¿Cuál será su destino?!
Cuando sabes esto, crees en las escrituras y te quedas naturalmente indignada en contra del pecado y el engaño de considerarte una persona “normal”.
Así, no descansa mientras que no Lo posea.

El principal motivo por el cual muchas personas no reciben el Espíritu Santo, es el egoísmo. Cuando no existe egoísmo que alimenta objetivos personales, como la posición o comparación, ¡esto da lugar a la certeza!

No hay preguntas, miedo o inseguridad por lo que acontecerá. Porque estarás haciendo de todo para recibirlo.

Existe una certeza de que el Espíritu Santo te envolverá, porque estás vacía de ti misma y, cuando estás vacía, ¡no hay nada que te acuse!
Simeón, movido por el Espíritu, fue al “templo”, ¡exactamente el mismo día que el Señor Jesús fue presentado!

Así es, cuando la persona ha definido toda su vida en función de aquello que quiere: El Espíritu Santo va a moverla y crear la oportunidad para su bautismo.

Vamos a dejarte, para que busques el Espíritu Santo y ¡tomes posesión de tu bendición!

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