Ayuno – Día 13

Espíritu Santo – La mente de Cristo

“¿Quién guió al Espíritu del Señor, o como consejero suyo le enseñó? ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento?
¿Quién le instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la inteligencia? He aquí, las naciones son como gota en un cubo,
y son estimadas como grano de polvo en la balanza; he aquí, El levanta las islas como al polvo fino.” (Is.40:13-15)

Quien tiene el Espíritu Santo, posee Su mente. Y esto no se compara a la sabiduría humana, sino que es algo sublimemente superior, que transciende nuestro entendimiento. No se puede adquirir con el tiempo, con los estudios o experiencias naturales de la vida. ¡Viene sólo de lo alto!

“¿Y qué tiene eso que ver conmigo?” Te preguntas.

Tiene todo que ver, cuando estás buscando el Espíritu Santo y deseas tener la mente de Cristo.

Si nos estás acompañando, has percibido que hay una fuerza más allá de la capacidad humana, que surge de estas meditaciones. No dejamos de ser humanos, pero conseguimos discernir, separar y juzgar; sacar fuerzas de la debilidad, para ir adelante y hacer guerra a los “enemigos” ¡Atacar aquello que nos afronta!

Tienes entendimiento para practicar lo que es correcto, y dejar de vivir de acuerdo con las circunstancias o los sentidos. ¡Adquieres fuerzas para actuar exactamente de acuerdo con el pensamiento de Dios!

Cuando actuamos de acuerdo con la mente de Dios, existe consejo. Los que son bautizados con el Espíritu Santo, siempre enfrentan situaciones diferentes. Y, muchas veces, mirando con los ojos físicos, se ven incapaces de sobrepasarlos. Pero el Espíritu Santo, que es la mente de Cristo, les da el respectivo discernimiento sobre lo que hay que hacer.

“El temor del Señor es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción.” (Pv.1:7)

Quien tiene el Espíritu de Dios, tiene este temor, y cuando pasa por imprevistos, antes de tomar una iniciativa o actitud, se basa en el mismo.

Por eso, no se queda dudando.

Tú, que nos oyes, puede que estés dividida entre dos pensamientos, ¡pero no tienes que ser así! La Palabra de Dios se refiere a que nadie da consejo, entendimiento y trae consciencia – que es la respuesta – al Espíritu de Dios. ¡Él mismo es la certeza! Si buscas el Espíritu Santo, es porque deseas a Alguien que te auxilie y te de respuestas.

¡Yo noto eso! Veo a Dios auxiliándome en situaciones para las cuales humanamente, no tendría condiciones. Porque lo temo, siendo el temor el principio del saber, sabré, por lo tanto, siempre qué hacer.

Porque Lo tengo en primer lugar, no me quedo indecisa. La mente de Cristo es definida y tiene la respuesta. Y, en esta definición, tenemos la fuerza necesaria para hacer que acontezca cualquier situación.

Por más que te compares, incluso a nosotras, pensando que somos fuera de los “normal”, no es otra cosa que la fuerza del Espíritu Santo, para superar las dificultades.

¿Piensas que yo hablo fuerte, y que te incito a ser definida, porque yo soy “toda poderosa”? ¡¡Negativo!! Yo soy un ser humano, pero el Espíritu de Dios me da la capacidad para enfrentar lo que me hace temer, ¡impidiendo que sea débil!

En realidad, ¡yo reconozco que no estoy sola!

Y mi mente, que es la mente de Cristo, me hace entender que mis cinco sentidos, no me pueden guiar. Nada me puede guiar, a no ser la mente de Dios.

¡afirmada en el temor!

Vamos a dejarte ahora que pienses y medites sobre esto. ¡Hasta mañana!