Ayuno – Día 12

“Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada; y él se puso en pie, en un lugar más alto que el pueblo, y les dijo: Así ha dicho Dios: «¿Por qué quebrantáis los mandamientos del SEÑOR y no prosperáis? Por haber abandonado al SEÑOR, El también os ha abandonado.»

Fíjate en que el Espíritu Santo, ¡es directo! No se anda con rodeos.

Zacarías se puso de pie delante del pueblo. Quien es movido por el Espíritu Santo, no tiene recelo, y mucho menos, miedo de enfrentar a la multitud.

Normalmente, lo que más teme una mujer es empezar nuevas relaciones. Ahora imagina si tuvieras que presentarte delante de una multitud, con los ojos fijos en ti y con la presión de satisfacer la expectativa o corresponder a lo que esperan los demás de ti.

Pero cuando la persona es bautizada con el Espíritu de Dios, no tiene un espíritu de cobardía, y aunque deba posicionarse como un/una líder, no tiene miedo.

Principalmente la mujer es la que se preocupa en agradar siempre, y para ella es más difícil enfrentar un desafío.

Pero cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros, no hay hombre o mujer, ¡no hay diferencia! Es Él quien nos fortalece, quien nos guía, da seguridad, certeza y nos ofrece refugio.

Con seguridad, una persona bautizada tampoco es perfecta, tiene sus temores y miedos, pero como conoce a su Señor y sabe que el Espíritu de Dios no es cobarde, sobrepasa todas las limitaciones. Reconoce que no tiene derecho a estar pasiva, porque eso no pertenece al Espíritu de Dios.

Tenemos actitudes que huyen de lo común y que sobrepasan la naturaleza humana, porque el Espíritu Santo se apoderó de nosotras y Él mismo habla por nosotras.

«…¿Por qué quebrantáis los mandamientos del SEÑOR y no prosperáis?…”

Zacarías se impuso sobre lo que muchas personas no quieren hacer: decir la verdad. Se controlan con el fin de obtener el cariño y el agrado de los demás. Pero el Espíritu de Dios es la Verdad, va directo a resolver los problemas. Con Él, no hay “somebody love”. Va directamente al punto para obtener el resultado. ¡No hay miedo!

Aunque se oponga a todos los que le rodean, ¡dice la verdad!

Y esto tú lo ves en la Iglesia Universal del Reino de Dios más que en cualquier otro lugar. Yo veo eso en los pastores y en el obispo Macedo: alguien valiente, con el Espíritu de Dios, que dice la verdad y se opone contra la religión más famosa del mundo.

El Espíritu de Dios es valiente, dice la Verdad y libera al pueblo, ¡revoluciona! Y eso es lo que nosotros necesitamos.

¡Este mismo Espíritu quiere apoderarse de ti!

Paramos por aquí. Hasta la próxima.