Adelantar – 2ª Parte

El Señor Jesús asumió su papel cuando los soldados vinieron a prenderlo.

Aunque no había cometido ningún delito, Él asumió su papel de ser preso y crucificado, aunque tuviese que quedarse solo, lejos del Padre.

Él lo hizo, porque el amor de Él no eran apenas palabras, y sí actitudes de obediencia a su orden, aún sabiendo que iría a enfrentar lo que más temía.

Bueno, Él siendo Señor, pagó lo que no era necesario pagar, un alto precio, ¡para salvarnos! ¿Por qué vamos a huir de aquello que merecemos pasar?

¿Por qué no seremos perseguidos?
¿Por qué no pagaremos por los errores que cometemos?
¿Por qué huiremos u odiaremos la verdad?

¿No crees que Jesús fue lo bastante lejos para probar su amor por mí y por ti? ¿Por qué no voy lo suficientemente lejos para probarlo?

¡Quién no va…no cree!

Y ¿por qué insistes en tus errores y aún preservas lo que te hace mal a ti misma?

Tu aceptas convivir con los errores, porque no odias el pecado. El día en que odies lo que haces mal, nunca más serás cómplice de tus errores, por lo contrario, serás osado para perseguir y si fuese necesario hasta exponerte para arrancarlos de raíz.

Es así con todos los que creen y no se quedan indiferentes a lo que les es pedido y a lo que aprendieron.

¿Eres capaz de asumir tu propio error delante de los demás?
¿Eres capaz de enfrentar lo que tienes que enfrentar por lo que cometiste?
¿O huyes y te escondes de todo y de todos?

¡Nada está en oculto que no sea revelado!

Tú puedes huir, pero nada quedará permanentemente en las tinieblas, un día la luz todo lo mostrará. Y lo peor, es que será revelado aquello que siempre quisiste esconder.

¿Cómo vas a quedar? ¿Cómo justo o injusto?

Va a llegar la hora donde todas las obras serán reveladas. Nada y nadie se escapará.

Sin embargo, aquel que creyó y se entregó tendrá al Señor Jesús para ser su abogado.