Seguridad y Verdad

Viviane Freitas

  • 26
  • Oct
  • 2012

Seguridad y Verdad

  • 26
  • Oct
  • 2012

“Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” (Hechos 2:36)

Pedro, seguro y con audacia, les dijo claramente en la “cara dura”: Este Jesús, que vosotros crucificasteis…

No tuvo miedo de lo que sucedería.

Ellos se encontraban en Jerusalén, donde estaba enfocada la persecución.
Pero, aún así, insistió en aquello que creía, y que realmente era y es… La verdad.

No se calló delante de la afronta y el juicio inapropiado. No permitió ser ultrajado. Habló seguro y confiado.

Sin nada de miedo. Nada de inseguridad.

Acuérdate que ahora los discípulos estaban sustituyendo al Señor Jesús para aquellos que deseaban seguirlo. Pero, aún así no se intimidaban, ni se comparaban a Él.

Normalmente, la inseguridad surge porque la persona frecuentemente se compara con las actitudes de otros, y la admiración por ellos la hace sentirse inferior e incapaz.

Pero Pedro… Osado, confiado y seguro, hablaba la verdad abiertamente. No usaba medios términos, ni buscaba la manera de minimizar la verdad.

La verdad es eso, ¡y punto! No hay palabrerías.

Observa la afirmación que Pedro osó a proferir: “Que vosotros crucificasteis…”

¡Dios mío! Para muchos creyentes… esto es una falta de respeto; en realidad es una agresión y muchos se quedan indignados al oírla, porque su ego prefiere el “cariño” o un término más suave.

Pero, para que exista liberación de los ideales o actitudes equivocadas; tenemos que ser enfrentados por la verdad, porque esta, no solamente libera a los endemoniados, también a los que siguen al Señor Jesús a su manera.

Amigo lector, ¡no te enfades con la verdad! Ya que ella es el único medio capaz de librarte del engaño de tus sentimientos.

Aparentemente, la verdad acusa; condena. Sin embargo es la que nos incita a demostrar si queremos la Verdad tal y como es… ¡Si queremos a Jesús! O, por otro lado, si preferimos el mundo, con las ilusiones y placeres. La verdad separa a quien quiere ser “cabra” de quien quiere ser “oveja”.

¿Cómo reaccionas ante la verdad?

¿Con miedo o con osadía?

Si es con miedo, es porque no has aceptado la pura verdad, porque tu temor se debe a la herida que esta te causó. Ahí viene la cobardía y la fe se neutraliza.

Si lo haces con osadía, es porque has aceptado la verdad, y la amaste… Lo has hecho con tu propia actitud, agrediendo directamente la ilusión que te pretendía dominar.

Así, se separan los osados de los tímidos.
Los verdaderos de los falsos.

En realidad, ambos se sienten afrontados, pero los que aceptan a Jesús públicamente también tienen la capacidad de enfrentar su propia vergüenza o porque no decir: Culpa – para arrepentirse y cambiar su historia.


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