¿Quién es el intruso?

“En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas.” (Juan 10:1,2)

EL diablo es quien se ha entrometido en tu vida, sin ser invitado, pero el señor Jesús no es así, es lo opuesto: ¡llama a la puerta y espera que la abras! Porque Él no invade, sino que respeta tu decisión.

Por eso es importante que seas sensible a la voz de Dios, porque Él sólo poseerá tu vida a través de tu propia entrega. Sin embargo el diablo cuando verifica que no existe esa entrega, siente que tiene derecho a entrar. Él no pregunta, sino que invade la vida de la persona porque esta no tiene un compromiso con Dios. Y cada vez que no obedeces la Palabra, le das acceso, aunque de forma inconsciente, al diablo.

¡Por eso el mundo es un caos! Porque las personas no quieren tener un compromiso con Dios, y el diablo, de esta forma, les roba la felicidad, la armonía, la alegría, la familia, la salud, vida económica, De ahí viene la desgracia en la que el mundo se volvió…

Dios espera que la persona Lo llame y Le haga participe de su vida. ¿Y cuando lo hago? Cuando usas la fe. Y la oración es muy importante.

Percibo que muchas veces las personas están en la Iglesia y no tienen una comunicación con Dios. No hablan con Él. Y esto es pésimo, porque tus pensamientos estarán perdidos.

Cuando diriges tu voz a Dios, no sólo tienes un objetivo, materializando la fe a través de tus palabras, sino que también muestras tu creencia. Jamás abrirías tu corazón y hablarías algo íntimo con Dios, sino creyeses.

Incluso en la Iglesia, si haces una oración “llama gatos” y no dices nana, ¡quien pierde eres tú!

Puede ir a la Iglesia, hablar con Dios, aceptar los “consejos”, pero si vives de forma diferente, Dios no te va a invadir. Tienes que materializar tu fe, porque esta es la puerta que da acceso a Dios que entre en tu vida.

Siempre que estoy en peligra, que tengo problemas, dudas, o estoy en una situación en la que no sé como actuar, yo haga participe a Dios. Independientemente de los problemas, hablo con Él sobre todo lo que me ocurre, porque Él hace parte de mi vida.

¡Cuando lo hago, permito que Él entre en mi!

Debes dar a Dios ese derecho y hablar sinceramente con Él. Este es el secreto para una relación con Dios, porque la solución no reside apenas en participar de estos artículos, sino en ponerlos en acción, con actitudes que muestran tu entrega a Él.

Estaremos de regreso el miércoles, y quiero ver tu relato, y no sólo un gracias. ¡Qué tú seas la Biblia abierta! ¿Cómo? A través de tus palabras, de tu conducta, de tu vida.