¡Obrera bienaventurada!

Viviane Freitas

  • 24
  • Abr
  • 2014

¡Obrera bienaventurada!

  • 24
  • Abr
  • 2014

Una vez más pregunté a Dios sobre qué era necesario escribir en el artículo de hoy.

Desde por la mañana hasta la noche estuve muy pensativa, sobre lo que tenía que mencionar en este artículo. Y lo que Dios me mostró claramente fue algo que durante estos últimos días he reflexionado mucho, sobre la humildad. Es una de las características más importantes en el ser humano y resaltadas en primer lugar por el Señor Jesús cuando anunció las bienaventuranzas a sus discípulos.

“Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.”

Mateo 5:3

Observa que sin humildad no se puede entrar en el reino de los cielos. Esto es tan serio y requiere de cada una, una reflexión profunda, en relación al interior.

Hay quien piensa que ser humilde es estar siempre con la cabeza inclinada, que es responder de forma bajita, que es estar siempre sintiéndose inferior, o que es aquella persona que tiene una apariencia simple, sin ningún destaque. Pero si prestamos atención, ¿cuántas son las personas que actúan de este forma, y dentro de ellas son resistentes, inflexibles y nunca están dispuestas a cambiar? Son autosuficientes y están llenas de si mismas. Fue por eso que Jesús dijo, que felices eran los humildes de espíritu. ¿Y por qué felices? Porque, en realidad, cuando tenemos esta humildad, nos hacemos aptos para enfrentar, sea lo que sea, porque tenemos la flexibilidad de cambiar, y de aprender en todas y cualquier circunstancia de la vida. ¡Esto es felicidad!

Ahora, las cuestiones que os hacéis son las siguientes:

– ¿Has hecho la Obra del Señor con humildad? Te acuerdas, la Obra de Dios comienza primero dentro de ti;

– ¿Cómo ha sido tu comportamiento delante de algo que oyes sobre ti? ¿Impulsiva y sin analizar tu interior, pensando que ya no necesitas cambiar más?

– Cuando eres llamada la atención (aunque sea “injustamente”) ¿pones mala cara y te quedas con mucha indignación?

– ¿Te ves más capacitada que tu compañera de Obra?

– ¿Cuándo no dicen tu nombre, o cuando no estás en evidencia, te quedas triste y decaída?

– Cuando realizas algo con responsabilidad y ahínco, ¿necesitas reconocimiento?

– ¿Sólo te sientes realizada cuando destacas?

Creo que es necesario reflexionar sobre estas cuestiones, y responder a estas preguntas, con transparencia.

Si, eventualmente, ves que dentro de ti existen marcas de una persona que no es humilde, entonces, trabaja urgentemente en este sentido, yendo en contra este espíritu anticristo. Y esto sólo es posible cuando reconoces tu estado, y cuando te pones a disposición de Dios. Ahí si, ¡serás una Obrera Bienaventurada!

Me gustaría mucho saber si te quedó claro al respecto de lo que es ser humilde y lo que entendiste.

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1 comentário

  1. La humildad no es sinónimo de pobreza o es algo que se note físicamente, como esta escrito que no es porque la persona sea simple en su apariencia, porque hable bajito porque incline la cabeza, no tiene nada que ver con lo físico, ella se encuentra en el interior de cada uno, no se puede ver; la humildad es cuando estas dispuesta a cambiar, cuando reconoces quien eres y sabes que puedes ser mejor.

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