Volviendo al Pasado – 62ª Parte

Volviendo al Pasado – 62ª Parte

Londres, un lugar siempre nublado. Un lugar donde varias razas, culturas están mezcladas.

Pero el lado de afuera no era el problema. Yo era consciente que tenía que acabar con mis dilemas, y cuanto más yo percibía problemas, encontraba uno más de entre tantos.

La nostalgia de las esposas de España y de estar interactuando normalmente con las esposas, como hacía de costumbre, me hacía falta. Pero sabía que no era eso lo que yo estaba buscando. No estaba a la “caza” de algo que huyese de mis problemas. Quería porque quería descubrir la raíz de mis problemas, y estaba definida en mi interior a enfrentar cada uno de ellos. No importaba realmente el precio, el dolor de mi alma. Lo que me importaba era la salida que yo quería encontrar.

Estábamos en la época en la que se hablaba de Campaña de Israel – sacrificio – en la iglesia. Pero, ¿qué me sucedía? Parecía que oía y mis conflictos estaban destacando más que propiamente la Palabra de Dios. Yo no entendía… yo estaba en el puro sentimiento, por más que mi mente quisiese una respuesta, mi carne sentía todas las circunstancias de mis emociones; y sinceramente, mi fe no subsistía, yo estaba más en la emoción y distante de la fe.
Por más que fuese consciente de que la fe no hace eso, no era capaz de cambiar.

Yo lloraba en las reuniones, pedía ayuda a Dios, luchaba en contra de aquellas emociones, pero parecía que las mismas, estaban en las entrañas de mi ser y no querían salir. En realidad, estaba luchando con la emoción para quitar otra emoción.

Un día, yo estaba ya saturada de tantas emociones. Pensé: “¡Cómo es posible! Estoy oyendo hablar de indignación, ¡pero no consigo indignarme! ¡Dios mío! ¡Ayúdame!” Como ya no podía esperar por la agonía de mi alma, entonces un día decidí lanzar un “dilema” a mi familia a ver si me ayudaban.

Estábamos reunidos, Cris, mi padre, mi madre y yo en la sala de la tv. Y cada uno sentado, con la tv encendida, pero nadie estando atenta a la misma. Y vi allí una oportunidad de soltar “ mi dilema”, como una forma de encontrar una respuesta. Les dije así: “Creo que no voy a hacer más el Programa Cosas de Mujer.” Yo dije esto como un medio; no que yo escogiese hacerlo o no el programa, sino para ir al encuentro de la expectativa de ellos. Literalmente, yo estaba provocando una respuesta para mi agonía.

Cuando yo dije eso, inmediatamente mi hermana dijo: “¡¿Cómo?!” Cuando ella dijo eso, mis ojos se llenaron de lágrimas, queriendo llorar, porque ella lo dijo creyendo en mi. Y ella continuó diciendo: “¡Tú eres tan fuerte! ¿Cómo puedes decir una cosa así?”

Mientras tanto, mi padre corta y dice: “Hija mía, no tienes que hacer el programa “Cosas de Mujer”. Si no quieres hacerlo, no te quieres exponer, etc., no tienes que hacerlo.”

Parecía que mi padre me aliviaba, pero no, él habló en contra de la fe que yo profesaba. Yo no fui llamada para hacer la Obra de Dios como yo quiero o me sienta bien. ¡Fui llamada para servir!

En el momento que él dijo eso, mi fe dijo en mi interior, no contrariándolos sino que fue la forma en la que conseguí usarla, no la emoción, sino la fe.

La fe te hace pensar, reflexionar, y principalmente pesar la finalidad de tu objetivo.

Fue cuando dejé pasar unos minutos y les dije, que ya me iba a casa.
Llegando a casa, en mi habitación, expuse a Dios todo aquello que estaba viviendo, hablé con Él, porque mi respuesta no estaba en el “abrigo familiar”, o en “entender mis emociones”. Yo quería servir a Dios, y aunque tuviese que contrariar mi carne, yo iría a resolver esto con Aquel que hace todas las cosas

Y allí, en mi cuarto, me arrodillé y hablé con Dios: “Dios, presta atención…Si, estoy llorando, no es porque estoy buscándote que quiero que tengas lástima de mi, sino porque me está doliendo todo lo que estoy viviendo.
Estoy en plena campaña de Israel y todo lo que estoy oyendo es sobre indignación, pero hasta ahora no he conseguido indignarme contra nada de lo que estoy sintiendo. Y eso no tiene sentido. Cuando me bautizaste con Tu Espíritu, no fui bautizada con ese espíritu de emoción, ¡no! ¡esto no es T
u Espíritu en mi! ¡Ya no acepto ser así!”

Hablé a Dios con detalles, que cuando mi hermana me estaba presentando y pasando las informaciones de la iglesia, yo estaba gritando por dentro, diciendo: “¡No Cris!¡No te vayas! ¡Por favor quédate! Yo te auxilio, pero de alguna forma quiero ser la esposa responsable aquí. Yo quiero aprender.” Mi hermana no veía ese grito, porque mi rostro miraba a las salas que ella me presentaba de la iglesia, sin embargo, Dios y yo sabíamos lo que estaba viviendo dentro de mi. No me veía con ninguna condición de estar en una posición de autoridad, porque veía mis conflictos mayores que propiamente mi fe.

Parecía que yo veía mi alma desesperada.

Dije a Dios indignada: “¡ESTE NO ES TU ESPIRITU! Este espíritu flojo, sintiéndome sin condiciones, etc., no es Tuyo. Y yo no acepto presentar esto, no sé que es lo que vas a hacer conmigo, ¡pero quiero una respuesta ya!”

Terminé de orar y me fui a acostar, gracias a Dios tuve la oportunidad de desahogarme de todo antes de que mi marido llegase y me viese de esa forma.

De la misma forma que yo oré de manera inteligente, pensando en mis palabras, como también sobre la fe que profetizada y el resultado que creía, fue la forma de actuar después de esta oración.
La semana que viene continuo.

Serie: Volviendo al pasado

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