Volviendo al Pasado – 57ª Parte

Viviane Freitas

  • 11
  • Oct
  • 2016

Volviendo al Pasado – 57ª Parte

  • 11
  • Oct
  • 2016

La fe siempre nos hace sobrepasar los obstáculos, y sólo quien tiene un objetivo en la vida puede activarla.

Ella nos hace sentir como gigantes; ¡nos hace muy bien! Pero no es suficiente apenas dar a otros lo que tienes… lo más importante es lo que acontece dentro de ti. Y para mi sorpresa, por más que me desafiase a misma, no entendía que no era todo.

¿Cómo?

La fe nos hace conquistar, pero, además de eso, nos disciplina. Requiere que seamos justas con las cosas que ya sabemos… Sin embargo, existen momentos, por un motivo o por otro, en los que pensamos que nuestros errores son tolerables. Al fin y al cabo, no todo el mundo es perfecto, ¡¿no es verdad?!

Si, es verdad, nadie es perfecto, pero las imperfecciones no son para que sean toleradas, sino resueltas, ¡acabando con ellas!
Y en mi afán de querer servir a Dios, no percibía que algo estaba mal dentro de mi, porque alimentaba ese pensamiento: “pero nadie es perfecto”. Este pensamiento que yo aceptaba, era una forma emotiva de tratar con aquello de lo que yo era consciente, pero que no exigía entrega. En el fondo, en el fondo, esa manera de pensar no me hacía ser agresiva con mi naturaleza, la cuál nutría algo que estaba errado.

La fe emotiva puede incluso convencerte de que está todo correcto, porque haces cosas que incluso te desafían. Pero cuando está no atiende tu necesidad de tu interior, para mirar a aquello que aún te falta entregar, te desligas de tu necesidad de mirar a tus obras, y es justamente aquí que muchos se van encaminando rumbo al infierno.

Yo no estaba en paz con mi conciencia, pero tenía una alegría temporal con las obras que yo hacía, que a mi parecer, me sorprendían; pero en el fondo de mi ser, estaba allí, gritando socorro, que yo no sabía de dónde podría venir.

Yo me acuerdo que en las vigilias, yo volvía a casa contemplando los cielos, y lloraba. Cuántas noches lloré por una respuesta, y no pasaba nada.

¿Por qué? Porque estaba actuando de forma emotiva, y la prueba de eso era que yo lloraba y no tomaba ninguna decisión práctica para resolver la situación. Apenas exponía a Dios mi dolor, pero no hacía nada en pro de lo que yo quería que aconteciese.

En una de las llamadas de mi hermana, ella me dijo que yo era egoísta, y ya no queriendo ser las misma, empecé a querer cambiar todo lo que encontraba. Acababa de comprar 3 anillos; el precio era bastante caro para mi, pero en aquel exacto momento decidía darle, y le pedí que escogiese el color que ella quería. Y ella escogió justamente el que más me gustaba. Pero mi finalidad era dejar de ser egoísta, así que lo envié. Comencé a querer enfrentar todos lo que estaba mal en mi.

En una campaña de Israel, decidí sacrificar y hacer algo que nunca había hecho hasta entonces, mi objetivo en esa campaña era justamente resolver algo que yo no sabía cómo tratarlo. Cogí el sobre, llorando, sabiendo que está vez me desafiaría a mi misma, en algo que me doliese, porque normalmente yo daba lo que teníamos en la cuenta, pero aquello no era mi todo.

Fue entonces que cogí toda mi ropa, todas, incluso mis camisetas, etc. Sólo me quedé con lo que era muy íntimo. Y así fue: Un día antes de la campaña estaba llevando las maletas a la iglesia, y de allí vendería todo lo que tenía.
Al hacer las maletas, había prendas de ropa que realmente “cortaban” mi ser, las cuales me gustaban mucho, y lloraba. Me daba vergüenza delante de Dios, porque sabía que Él me asistía, pedí perdón por mi lloro, nunca imaginaría que estaba apegada a aquellas piezas de ropa.

Recuerdo que muchas veces, durante otras campañas, Dios me hablaba que sacrificase, pero yo siempre decía, en mi interior, que no sería sacrificio. Pero cuando yo realmente puse en práctica, vi que realmente aquello era sacrificio.

En realidad, era apenas parte del sacrificio, faltaba algo más.
Mantente atenta, porque todavía hay mucho que contar.

Serie: Volviendo al pasado

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