Volviendo al Pasado – 37ª Parte

Después de restituir los niños, nos enfocamos con más fuerza en la Obra de Dios.

Recuerdo que en aquella ´poca, el Obispo de California fue a hacer un propósito con los pastores en el Altar. Ellos iban a dormir a la Iglesia.

En aquella época había aprendido tantas cosas en relación a Dios y a mi fe, debido a los dolores que yo había pasado, y recuerdo también que en aquella época estaba indignada con algunas cosas, en relación a la Obra de Dios, quería, porque quería ser más usada por Dos, y no sabía qué hacer en ese momento.

Entonces surgió este propósito con los pastores, de dormir en el Altar de la Iglesia para interceder por el pueblo de Dios. Me acuerdo que me incluí en el propósito, aunque las esposas no fuesen invitadas, pues mi fe me invitaba y me empujaba a hacer algo.

Es interesante que la fe nunca nos deja conformarnos, ella siempre nos lleva a una fuerza, una determinación y sobretodo a una definición.

Yo no buscaba ninguna referencia de alguna esposa, si estuviese allí o no, yo necesitaba estar allí. El fuego quemaba dentro de mi de tal forma, que fui.

Preparamos algunas mantas y fuimos todos a dormir en el Altar, yo al lado de Julio y los pastores cada uno por su lado, en otro rincón del Altar. Y cada 3 horas nos levantábamos para interceder a Dios.

Recuerdo que esta Iglesia era un antiguo teatro muy viejo, había varias ratas, tan grandes que parecían gatos, era eso lo que las personas decían.

Y aún en está condición fui al Altar decidida en aquello que necesitaba batallar con Dios.

Y así fue, durante aquella madrugada nos levantábamos 2 o 3 veces para interceder.

Allí se marcó mi vida, vi que mi fe tenía que ser independiente que quien quiera que sea. Ahí descubrí la fuerza que la fe nos hace tener.