La vida de Jacob – 15º Dia

¡Hola! Estamos en el 15º día en que hablamos sobre la vida de Jacob.

“… quedando él solo; y luchaba con él un hombre, hasta el romper del día. Viendo este que no podía con él, le tocó en la articulación del muslo; se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob, en la lucha con el hombre.” (Gn.32:24,25)

15º Día – La fuerza del objetivo

Solo nos quedamos a solas, cuando tenemos un objetivo y una lucha a trabar.

Y no es diferente al luchar por nuestros derechos, sobretodo por el cambio de identidad. Si creemos en esta Palabra, en aquello que está escrito, luchamos para que la misma se vuelva viva en nosotros.

¡Jacob no quería más “conversación vana”! Él estaba preparado para atacar y resolver esa cuestión.

Esto me hace recordar que siempre que yo estaba definida en mi fe; cuando no “veía” a nadie más. Salía del ambiente de apoyo, quitaba todo lo que estaba acostumbrada a hacer, quedándome a solas con Dios. Hablaba definida con Él, en función de mi visión y objetivo.

Y fue lo que Jacob hizo… Se quedó solo, para resolver su cuestión. Y, en ese momento, no un hombre o un ángel, ¡sino Dios que se le apareció!

Cuando estás ocupada, no tienes tiempo para nada, estás haciendo mil y una cosas al mismo tiempo, al punto de que tu meta y tus objetivos se quedan desenfocados, te falta fuerza, y actúas en función de la rutina. No te afirmas en un sólo objetivo, o hasta lo haces, pero no en algo que te traerá el resultado esperado.

Jacob estaba definido por un resultado que deseaba: ser la propia bendición, a semejanza de Abraham. Y, así, ¡luchó con Dios!

No fue por casualidad que Dios se le apareció, sino porque hacía mucho que él no aguantaba su identidad.

Y hay personas que nos oyen que, aparentemente, están luchando con Dios, pero, en el fondo, viven en la acomodación. No están a solas… Incluso, cuando hacen algo, supuestamente para Dios, lo refieren públicamente.

No vemos a Jacob diciendo a su familia que quería quedarse solo, porque tenía algo que hablar con Dios. ¡NO! Se trata de un objetivo personal; algo silencioso.

Cuando realmente tenemos un objetivo en nuestra vida, no profesamos o decimos a todos lo que vamos a hacer. ¡Pero es una indignación tan grande, que quitamos todo el apoyo que tenemos y partimos para la “lucha”!

Ni Dios podría trabar el objetivo de Jacob, pues su fe no se apoyaba en circunstancias o palabras.

Cuando la persona se “descubre” y tiene consciencia de su propio error y pecado, y quiere el cambio, hace de todo por esta creencia.

Quedó aquí evidente que Dios, teniendo todo el poder para exterminarnos, no lo puede hacer cuando hay creencia, entrega, y una lucha verdadera. Cuando son reveladas actitudes, sin cualquier otro tipo de apoyo.

El sacrificio no es apenas entregar algo que te gusta, sino quitar el “suelo de los pies”; lo que garantiza nuestro futuro.

¡Si entrego algo que realmente materializa mi creencia, Dios se queda imposibilitado de no bendecirme, por mi fuerza, pues quien tiene un objetivo, tiene FUERZA!

Hasta mañana…