La Terrorista

Viviane Freitas

  • 4
  • May
  • 2013

La Terrorista

  • 4
  • May
  • 2013

Queridas Lectoras,

Hoy voy a continuar contando algo que descubrí sobre mi, hace algunos meses. Yo ya sabía que tenía una cierta “manía” de perfección (pero no voy contarlo todo otra vez)

Si lo buscas aquí en el Blog, encontrarás más al respecto en algunos textos titulados “Complejo de Perfecta”.

La verdad es que sabía que existía un problema, y estaba vigilando, analizándome a mi misma, y buscando la verdad. Si, porque para mi ya no era suficiente lo superficial – yo quería realmente encontrar el por qué de mis actitudes, manías, del “perfil” que las personas creaban a mi respecto.

¿Sabes lo que ocurre cuando decides encontrar la verdad? Van a suceder situaciones inesperadas.

Algo (en este caso, alguien) que estuvo en la oscuridad durante muchos años, no quiere salir así, tan fácilmente. Imagina: cuando estás durmiendo en un cuarto completamente oscuro, y de repente, alguien enciende la luz, ¿qué pasa con los ojos? Al principio duele, intentas cerrarlo para defenderte de la incomodidad que aquella luz causa, das el grito para que apaguen la luz, y después de un tiempo, puedes ver claramente todo a tu alrededor.

Y por la actitud de rebuscar en mi interior, ese interruptor se encendió. E incomodó. Fue como un ataque constante, diario. De repente, todas las personas a mi alrededor empezaron a decir lo “perfecta” que yo era. Algunas realmente eran sinceras, decían cuanto eso las incomodaba, porque se quedaban midiéndose según a lo que veían a mi respecto, e incluso se veían incapaces de ser así, y por eso ellas ni siquiera se acercaban.

Y todos los días era la misma historia – una obrera, una esposa, una señora que nunca se había acercado.. y llegó al cúmulo cuando una señora con la cual había marcado una comida me confesó llorando que venía dentro del coche orando y llorando, ¡porque no se veía “capaz” de hablar conmigo! Aquello hizo que mis ojos se abriesen de una vez – Dios mío, ¿qué tipo de monstruo soy para que las personas tengan esa imagen sobre mi?

Sinceramente, aquello fue la gota que colmó el vaso.

Está semana estábamos durmiendo en el altar de la Iglesia. Era de madrugada, había silencio, pero no conseguía dormir. Estaba en un colchón, y yo rodé silenciosamente hacia el suelo, puse la boca en el suelo del altar. Las lágrimas salían, pero no de tristeza. Era una necesidad, un clamor urgente, clamé a Dios con todo mi ser, Fue allí que yo me vi. Yo vi quien realmente era – y escribiendo aquí ahora, imagino que era la imagen que las personas veían, que causa miedo en ellas.

Quiero dejar aquí bien claro que no fue una “visión” como de un bulto, nada de eso.

Fue algo extremadamente racional: yo me vi vestida exactamente como un fariseo – la ropa larga y negra, el sombrero bien alto, y hasta aquellos cuernitos ridículos. Era “yo” que no quería verlo, demasiadamente justa, inflexible, religiosamente correcta.

Terrorista. En aquel instante, la angustia que invadió mi alma me gritaba que yo me estaba yendo rumbo al infierno. Allí tuve que tomar una decisión de actuar en contra de aquella naturaleza que aún cargaba. Grité a Jesús, sin abrir la boca – si, eso es posible. Te lo garantizo, porque nunca había clamado de esa manera. Yo supliqué, gemí y me entregué para ser como Él quería que yo fuese. Fui libre, y vino la paz.

Uff, ¡y qué paz!

Desde entonces, comenzó otra etapa en mi vida, y en el ministerio que Él me confió.

Y sé que no termina aquí, porque yo decidí seguir buscando y persiguiendo todo tipo de engaño.

Cuando te libras de algo (y de alguien), aquel tipo de pecado se convierte en un enemigo con “cara y nombre”, y claro que ya no aceptas que las personas convivan con él. Es como si te convirtieses en un especialista de vencer aquello que te dominó. En mi caso, estoy a la caza de los fariseos, de los que viven engañándose a sí mismos y a los demás.

Y claro – los especialistas son más bienvenidos que los terroristas.

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1 comentário

  1. Me e encontrado , muchas veces en mi cama , analizando me, y al momento de descubrir lo errado, oraba, y gemía, a Dios, ayuda para un cambio. Lo sigo asciendo , porque da resultado.

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