La obrera y la vida sentimental

Un área tan delicada y que merece escrupulosamente nuestra atención, es la vida sentimental.

He visto que muchas obreras se dejan llevar, silenciosamente, por el engaño de un sentimiento que piensan que es bueno.

Siempre procuro compartir mis experiencias amargas de cuando era una obrera soltera, porque sé muy bien que la imaginación de una joven es fértil en ese sentido, y vulnerable a la pasión.

Hoy, voy a contaros, amigas de todos los jueves, mi proceso en la vida sentimental. Mi intención es abriros los ojos para que no seáis engañadas por vuestro propio corazón.

Mi historial, incluso antes de conocer a Dios, siempre fue de fracaso en la vida sentimental. Pasé por muchas decepciones amorosas que me hicieron perder mi autoestima e ilusión. Era una verdadera marioneta de pasiones. Después de entregarme a Dios, pude superar todo, y mi vida sentimental dejó de estar en mi lista de prioridades. Pero como cualquier joven, tenía el sueño de ser realizada con alguien a mi lado, y ahora un requisito más: Esa persona tenía que ser un siervo de Dios, porque dentro de mí, tenía el llamado para el altar.

Hace 20 años, no habían tantas enseñanzas y preparación que muchas obreras tienen hoy. Sólo tenía la dirección del Espíritu Santo. Era una joven con muchos sueños ambiciosos de servir a Dios, pero a la vez, desequilibrada en lo que respecta a las fantasías que creaba en mi cabeza. En el fondo, esas fantasías vienen para todos los jóvenes, y son muy perjudiciales si no se saben dominar. Muchos destruyen sus vidas al hacerlas caso, dejándose llevar por lo que sienten, y lo peor es que acaban haciendo elecciones precipitadas.

Durante algunos años, me gustó un obrero, y dentro de mí, creaba una «película», alimentaba pensamientos, imaginaba mi futuro a su lado, en fin, viví ese amor «platónico» como se suele decir. Oraba, para que Dios me mostrara una señal y parecía que todo encajaba, pero en el fondo, tenía muchas dudas, y no recibía por su parte respuesta. El día que me enteré de que estaba conociendo a otra obrera, mis castillos de arena se desmoronaron y sufrí mucho. El dolor fue inmenso, por el tiempo perdido dando libertad a ese «flechazo». Me acuerdo como si fuese hoy, me indigné tanto, que en una conversación con Dios, fui muy profunda, no era la misma de siempre, como yo quería, sino que fue como un pedido de socorro, y dije:

«Dios, yo no soy templo de engaño, sentimiento o dudas, ¡no! Yo soy templo de Tu Espíritu y no me puedo permitir ser engañada».

A partir de esa conversación simple, directa, franca y sincera con Dios, sin emoción, comencé a ser más definida en mis elecciones. Mi mente comenzó a abrirse a la realidad que, en aquel momento estaba cerrada por mi idea fija en aquel obrero, no conseguía ver que no había ningún tipo de compatibilidad entre nosotros.

Después ya sabéis lo que pasó, Dios me honró porque definí mi posición, y comencé a luchar por mi vida sentimental con inteligencia y no de cualquier manera, como muchas obreras dicen: «mi vida sentimental está en las manos de Dios», la verdad es que no es así del todo, ya que eres tú quién escoge, y tú tienes que luchar para ser merecedora.

¿Dónde pretendo llegar con el artículo de hoy?

1º – Ten esa conversación sincera con Dios si es ese tu caso, o no, para salvaguardar tu Salvación y no dejarte llevar por un engaño. Son muchas las que hasta dejaron de ser obreras por no protegerse en ese campo.

2º – Analiza si sois compatibles la otra persona y tú, en la raza, cultura, fe, objetivos… Muchos sufren por culpa de estas disparidades, que son importantes.

Nuestra preocupación es que guardes tu fe por encima de todo, y luches por mantener tu salvación, por eso debes estar atenta y no dejar tu vida sentimental de lado.

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