LA CODICIA – Episodio 26: La codicia también es glotonería

LA CODICIA – Episodio 26 : La codicia también es glotonería

¡Comer! Muchos amamos comer, ¿no es así? Aún más cuando es algo que nos gusta mucho. Yo amo comer, amo almorzar, amo la merienda. ¡Me gusta de verdad! Pero, muchas veces queremos comer más de la cuneta. Y eso se llama glotonería, es lo que dice la Biblia, y es una de las obras de la carne que muchos ignoran, tanto la borrachera como la glotonería.

Todo lo que es exagerado no nos conviene. Beber más de la cuenta no nos conviene. Comer más de la cuenta no nos conviene. ¿por qué? Va a hacer mal a nuestra salud. Va a hacer que nos sintamos mal en aquel momento.

A veces, la glotonería no lleva a la persona a darse cuenta de los prejuicios que eso la ha añadido en su vida. Hay personas que comen exageradamente, cuando están ansiosas o tristes, pero independientemente de su situación, debe entender lo siguiente: sus decisiones son lo que acepta plantar en su vida, es decir, si planta el mal, va a recoger el mal. Si planta lo que es bueno, va a recoger lo que es bueno. Si come lo que no conviene va a recoger lo que no le conviene, que son los problemas de salud, que muchas personas terminan teniendo por causa de la gula o de su propia voluntad de querer satisfacer sus deseos.

Bueno, ¿quién nunca desea algo que no le conviene? Todos queremos algo que no nos conviene. Por eso, la Biblia dice que la codicia lucha contra el Espíritu, la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne. Es decir, existe una guerra. ¿A quién escogemos servir? ¿Al Espíritu, a la razón, a Dios o a nuestros deseos?

¡Medite sobre usted! En lo que ha comido, como ha sido en su manera de comer. Piensa que la parte espiritual sólo está relacionada al adulterio y otros pecados, pero habla también de la comida. Y muchas personas no se dan cuenta de que están pecando, haciendo lo malo, lo que es injusto para si mismos.

Voy a hablar sobre una situación que me pasó, y enseñaros cómo Dios nos enseña estas cosas. Había oído hablar sobre la leche de vaca, de tomar leche con café, que la leche inflama a algunas personas, yo había cortado la leche de vaca, el tomar leche con café, y empecé a usar otros tipos de leche vegetales. Pero claro, la adaptación tardó un tiempo, pero nunca me quité el queso, el yogurt… Hasta que en un año de mi vida hice el voto de quitarme la leche completamente, porque a veces comía postre con leche, brigadero, pudin.

Y fui percibiendo que a medida que comía, después de un cierto tiempo, me hacía mal. Hasta que en un año decidí hablarlo con Dios, que le daría ese deseo mío de comer cosas con leche, cualquier cosa que tuviese leche, no me había referido al queso en sí, me había referido a dulces, comida que lleva leche. ¿Y qué pasó? Después de haber hablado con Dios, de haber hecho ese voto de darle la leche para Dios, aún sabiendo que Él quiere mi vida (y muchas veces, cuando pensamos en dar la vida a Jesús, pensamos que podemos continuar con nuestros deseos, y servirle a nuestra manera), entendí, en aquel voto, que debería dar mi vida, incluso mi deseo de comer ciertas cosa que me gustaban, incluyendo el pudin, brigadero, dulce de leche, los postres, todo lo que lleva leche de vaca. Y siempre que alguien me ofrecía algún postre, después de ese voto, la persona me decía: “Mira, este lo he hecho sin lactosa”.

Ahí yo pensaba (queriendo encontrar una forma de comer aquel postre): voy a comer ese postre, porque hablé de la lactosa, ¿no?, queriendo dar la vuelta a mi voto. Hasta que un día, Dios usó al Obispo Macedo, mi papá, y habló sobre honrar nuestra palabra con Dios. Y, en aquel mismo instante, percibí que no estaba honrando a Dios, que estaba buscando la manera de no cumplir mi voto, porque era mucho sacrificio no tener el postre, mientras que otras personas comían, disfrutaban con los postres.

Entonces decidí seguir adelante, sin comer nada de postre. Y en ese voto que había hecho a Dios, había dicho: “Mira Dios, cuando tenga que viajar, a una reunión misionera me voy a permitir tomar leche, porque a veces no hay otra opción, y como las personas normalmente usan leche, voy a sujetarme a comer lo que haya allí.”

Pero cuando viajaba, disfrutaba, comía con mucho gusto, postres, aquello que nunca comía en mi casa. Y por increíble que parezca, después de algunos meses, empecé a viajar mucho, y desde el inicio Dios me mostró otro punto, que había hecho un voto de dar mi vida. Ese voto que hice de dar mi vida es que iba a servirlo, y no servirme.

Pero cuando viajaba quería disfrutar de lo que me negaba tantas veces. Y enseguida vino un problema de salud, yo pensé: “Dios mío, fui yo quien optó en tener este mal que hay en mi cuerpo, porque quise comer las cosas derivadas de la leche, postres con leche. ¡Doy esto a ti, Señor!”

A partir de allí decidí que ni en viajes misioneros tomaría leche, solamente en situaciones que no hubiese otra opción.

Ahí entendí que la comida, nuestra manera de comer habla sobre dominio propio, si no nos dominamos. Y la codicia es exactamente tener el ojo mayor que la barriga, ella quiere lo que no conviene, quiere comer lo que no debería. Y termina apreciando lo que no conviene.

Observe cómo la forma en que comemos es algo espiritual. Muchas veces, la persona no quiere renunciar a su propia voluntad. Y por eso acarrea situaciones, problemas, incluso de salud.

La Biblia dice lo siguiente:

Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.” Lucas 21:34

Observe que el corazón parece que no tiene nada que ver con la glotonería, con comer más de la cuenta, pero si la exageración es mala, ¿imagina comer aquello que le hace mal a la salud?

Por ejemplo, la Biblia no habla sobre el tabaco, pero sabe que el tabaco es pésimo para la salud. Si bebe vino, cerveza y se pasa de los límites, sabe que pierde la noción. Y cualquier cosa que come o bebe exageradamente, le hace mal.

Imagine, Jesús vuelve y usted está ahí, entregándose a su voluntad, a su manera de ser, a su manía. Y su gusto, su deseo ilimitado, que no tiene disciplina, le hace mal. Y esto lo hace la codicia. La codicia lucha contra el Espíritu. Y el Espíritu contra la carne.

Es bueno saber que lo que come está bajo su responsabilidad. Debe tener cautela, cuidado, cuidado con su deseo, para no ir más allá de la cuenta y hacerse mal a sí mismo.

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3 comentários

  1. Es verdad, hay que comer para vivir y no vivir para comer. Creo que se puede comer o darse un gustito algún fín de semana?

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  2. Hola Buenas noches
    Es muy cierto este Artículo yo era una persona muy llorona y más en mi último Embarazo
    Pues llegue a comer 5 bolsillos con una tacita chiquita de café
    Por que soy sincera a mi el Bolillo me gusta mucho
    Pero esta Escrito que Para Amar a JESÚS
    Tengo que amarme a mi primero y eso incluye la alimentacion

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  3. Es verdad la glotoneria no es buena ni físicamente ni espiritualmente ya que desestabiliza al cuerpo físico y a la vida espiritual

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