LA CODICIA – Episodio 24: La codicia comete homicidio

LA CODICIA – Episodio 24 : La codicia comete homicidio

¡Qué sutil es la codicia! Empieza con un deseo de poseer o adquirir algo. Es aquel deseo que no deja a la persona tranquila mientras que su deseo no se cumple, no sosiega.

Vive pensando en aquello que quiere, y a veces tiene un sentimiento de venganza, mientras que no se venga del mal que sufrió, no está tranquila. Hace de su vida un infierno porque su objetivo es matar, cometer homicidio.

Cuántas muertes, ¿cuántas personas son asesinadas diariamente en todo el mundo? ¿y para qué? Simplemente, en la mayoría de los casos, son resultados de sentimientos malignos, que no fueron resueltos. Probablemente, la persona incluso tuvo tiempo, pero aquel tiempo no le llevo a reflexionar sobre lo que estaba pasando dentro de si, sino que cada día que pasaba, tenía más odio. El mal alimenta otro mal, y así son las obras de la carne.

La Biblia dice que:

Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no podáis hacer lo que quisiereis… Y manifiestas son las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, iras, peleas, disensiones, herejías, envidias, homicidios…” Gálatas 5:17-21

Imagine, para que una persona llegue a matar a otra persona es porque el sentimiento aumentó con el tiempo, en lugar de ser resuelto.

Como fue el caso del primer homicidio que hubo en la Biblia, en la vida de la humanidad, con Caín, que mató a su hermano.

Observe bien, lo que pasa con la persona que llega a cometer homicidio. Vamos a saber lo que sucedió para que Caín tuviese odio de su hermano.

Al transcurrir el tiempo, Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grasa de los mismos. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. Génesis 4:3-5

Es decir, Caín no hizo lo mejor, y se molestó porque Dios no lo aceptó, no miró a su ofrenda y se aíro.

Es decir, ¿no hace lo correcto y se molesta? ¿quiere igualarse con alguien que hizo lo mejor? ¡No, no, no! Esto sería una injusticia. Si alguien hace el mejor servicio en su trabajo por ejemplo ¿qué hace usted? Ve que aquel trabajo fue eficiente, que fue lo mejor, y parecía. ¿No es así?

Pero ¿por qué se indigna cuando no es aprobado? Interesante ¿no? El pecado se hace la víctima, siempre quiere que otros entiendan a aquel que no hizo lo mejor.

Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante?

Si bien hicieres, ¿no serás exaltado? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú señorearás sobre él.” Génesis 4:6,7

Dios está hablando, justamente que, sino hace lo que es correcto, el pecado yace a la puerta, es decir, ya está ahí golpeando en su pecho, golpeando dentro de aquel deseo de ser aceptado de cualquier manera, pero sobre él usted debe dominar.

La persona tuvo tiempo para razonar, pensar sobre el pecado, pero, ella fue aceptando aquel pensamiento, aquella idea, aquella voluntad de que sea a su manera. No importa lo que es justo, lo que es correcto, lo que es bueno, sino que le interesa lo que ella quiere. Y Dios le dice sobre él, “debes dominar”, es decir, la persona puede dominar.

Caín podía dominar, aunque él no fuese bautizado con el Espíritu Santo, podía pensar, podía optar por no hacer lo que estaba sintiendo, pero no, no fue el caso.

Bueno, piense sobre sus actitudes. ¿Está imponiendo su manera de ser sobre las cosas que están pasando? ¿usted acaba siendo la víctima y las otras personas injustas? ¿ha pasado esto? Porque la fe emotiva siempre es la víctima. Y todo el mundo es malo.

Lo más interesante es que el pecado va aumentando, el tiempo va pasando y aquello va creciendo dentro de la persona, porque ella no lo domina, ella no lo observa como algo que está influyéndola para el mal.

Lo más interesante es que el pecado va aumentando, el tiempo va pasando y eso va creciendo dentro de la persona, porque no lo domina, no lo observa como algo que la influye para el mal.

Si escoge el mal, escoge al diablo, invita al diablo en su vida.

Pero si escoge el bien, invita a Dios, escoge a Dios.

Y habló Caín con su hermano Abel. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató. Y el Señor dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo guarda de mi hermano?” Génesis 4:8,9

Observe bien, la persona hace lo errado, da cualquier cosa de regalo al Creador, ¡se molesta porque no fue aceptado, mata a su hermano, y Dios pregunta! Increíble, porque Dios habló con Caín antes ensenándole. Pero ¿qué hizo Caín? Guardó lo malo, se enfocó en lo que él quería y no dio importancia al cuidado de Dios. ¡Él quería vengarse y lo consiguió!

Después de lo que él hizo, de nuevo Dios habla con Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él dijo, no sé. ¿Soy yo guarda de mi hermano?”

Es decir, él estaba indignado con Dios. Hizo lo errado, después mató, y se molestó cuando Dios preguntó a su hermano. Y Dios preguntó, justamente, para que tuviese la oportunidad de decir: “¡Yo erré!” Pero él aún estaba a la defensiva.

La codicia es así, se defiende, tiene sus pensamientos, sus argumentos, tiene respuesta para todo. Y Dios no puede hacer nada para lo que el ser humano insiste en hacer, su propia voluntad. Él tiene libre albedrío, él escoge.

La codicia ha llevado a muchas personas a cometer errores, y como dice la Biblia, las obras de la carne son manifiestas, son evidentes, están ahí, hay señales de que la persona está mal, pero no acepta, continúa mirando a su codicia.

La codicia quiere lo que no es para ella, y no está atenta a lo que necesita, que es Dios, que es cambiar, no puede ser llevada por lo que siente, tiene opciones.

La codicia no deja a la persona tranquila, ¡ni antes, ni después de cumplir su deseo!

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