LA CODICIA – Episodio 18: La codicia tiene celos

LA CODICIA – Episodio 18 : La codicia tiene celos

¿Qué hacen los celos? Incitan a desconfianza, a malicia, a inseguridad, y no trae paz a la persona ¿no es así? Cuando no trae paz es porque no está haciendo lo correcto, porque está desagradando a Dios.

Usted que es una persona celosa, vive con miedo de ser traicionada, de ser cambiada, menos amada y se siente inferior por causa de las cualificaciones de otra persona, debe saber que los celos no tienen nada que ver con la fe.

La fe trae paz, certeza, alegría, porque hace lo que le conviene hacer, agrada a Dios.

Muchas personas guardan el pasado por causa de lo que sufrieron, de las decepciones, traiciones, engaños, mentiras… y no abandonaron lo que vivieron, sino que viven agarradas a lo que les pasó, y piensan que las demás personas van a hacer lo mismo un día con ella.

Si usted es celoso, vive inseguro, triste, es porque no ha manifestado la fe.

La Biblia dice lo siguiente:

“Porque las obras de la carne son manifiestas, las cuales son: adulterio, fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos…” Gálatas 5:19

Aparentemente, la persona tiene razón en sentir celos por causa de lo que ella vivió, por lo que está viendo, por lo que está sintiendo, pero lo que siente y lo que vivió no quiere decir que sea algo justo.

Usted no puede cambiar a nadie, pero si puede cambiar su mente, dejar de vivir en la carne, es decir, según sus sentimientos, con las circunstancias, con lo que ya vivió, con el pasado para vivir en la fe.

Los celos es lo opuesto de la fe. La fe hace lo correcto, lo que está bien, lo que es justo, lo que es puro a los ojos de Dios, y por eso tiene certeza, paz, alegría.

Cuando la persona tiene celos, no usa la fe. Usa la carne, manifiesta el miedo, la inseguridad, la duda, la malicia, es decir, no es algo puro, no es algo que le hace bien, no es algo que le trae certeza. Por más que cobre a la otra persona que cambie, usted continúa siendo la misma persona insegura.

El problema no es quien le causa celos, sino que tiene celos. Porque tiene todos estos síntomas: tristeza, angustia, duda, miedo, ansiedad. Y por eso no usa la fe, vive según aquello que ve y siente.

La fe hace su parte, y es la parte que conviene, trae sosiego, seguridad, paz, estabilidad, porque está haciendo su parte. Pero, cuando manifiesta duda, celos, se siente insegura porque no conviene que reaccione de esa manera, y ese es el problema de la codicia.

La codicia quiere tener el control, quiere adquirir las cosas a su manera, sin hacer su parte justa, correcta, verdadera, sincera, pura. Y por eso está de parte del mal.

Usted que vive con celos, insegura, con miedo, el Espíritu de Dios no está con usted, Él le respeta, si quiere actuar basado en los celos y no se siente mal con esa actitud, pero eso prueba que no está el Espíritu Santo en usted. Porque el Espíritu Santo señala nuestro error.

Yo ya sentí celos de mi marido, al inicio del matrimonio, pero no me sentía en paz. El Espíritu Santo no me permitía sentirme bien con la actitud que estaba teniendo, es decir. Me reprobaba. No me sentía en paz, no tenía la certeza de que estaba agradando a Dios, que yo estaba cuidando de mi salvación con aquel celo.

Hasta que un día, me acuerdo como si fuese hoy, yo tenía apenas 17 años, y hablé con Dios esa noche, quería expresar a Dios todo aquello que estaba haciendo mal, los celos. Me acuerdo que lloraba mucho, mucho de verdad, hasta el punto de sollozar. De repente mi madre llega, me toca en la espalda, yo tenía los ojos cerrados, con auriculares, oyendo la reunión, orando con el Obispo. Y cuando mi madre me tocó en el hombro, me preguntó: “¿qué pasó?”. Yo dije: “Ah, mamá– sollozando con lágrimas – creo que el Espíritu Santo ya no está en mi, porque ya no siento la presencia de Dios”. Esas eran mis palabras, y mi padre entró y dijo: “¿Qué es eso? ¿quién dijo que tiene que sentir?”

Y eso es porque había un temor, es decir, cuando la persona tiene el Espíritu Santo, teme, busca con todas las fuerzas la salvación, por sus errores, y ahí me acuerdo que, en aquel momento que le expliqué a mi padre me dijo: “No, hija mía, no tienes que sentir nada. ¡Tienes que creer!”

El Espíritu Santo es temor, el Espíritu Santo no se siente bien con el pecado, pero si la persona se permite vivir con celos, contiendas, cosas que le quitan la paz, y no le molesta, eso muestra que no hay temor, no está Dios en la vida de aquella persona.

Gracias a Dios, con mucha perseverancia, con entrega, me deshice de aquello a lo que estaba apegada, de aquella maldad, malicia, inseguridad, de aquel sentimiento de inferioridad que estaba dentro de mi.

Por mi consideración hacia Dios, no acepté sujetarme a aquellos impulsos de mi carne, sino que la carne tuvo que sujetarse a aquello que yo quise.

¡La fe hace eso! Pone en orden aquello que le conviene hacer, y eso trae paz, si hizo exactamente aquello que Dios le pidió.

Quien está viviendo con celos es porque no está usando la fe, la entrega, ni le molesta el pecado, la salvación. ¡Piense sobre eso!

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*