Escondite

¿Conoces aquel juego del “escondite”?

Qué nervios, cuando tienes que arriesgarte para llegar hasta el lugar y tocar, antes de que seas sorprendida por otro.

Pues si, esconderse, parece ser bueno porque es divertido, pero cuando hay que arriesgarse y salir….Huum, ¡Hay que ser osada y corajosa para avanzar!

Bueno, esto es apenas un juego, pero en la vida real, cuántas personas hay que viven huyendo de los errores, de sus fallos e incluso odian hablar del asunto. ¿Por qué? Porque toca en su ego.

Y la mejor forma de olvidar, es ignorar todas las consecuencias drásticas que aquello puede proporcionar. Y para hacer eso, no se exige ningún sacrificio, no se exponer, sino que esconde su verdad, algo que sólo ella conoce.

Aparentemente, todo esta superficialmente “tranquilo”. Nadie la exige, nadie la llama la atención y la lista sigue…

Se le alivia el dolor, y se confiesa a escondidas a Dios, para borrar el pasado.

Pero en realidad la verdad no fue expuesta. Y… la oscuridad engaña, aparentando que todo está bien, porque así no se sufre ninguna situación drástica en la vida. Por lo contrario, se queda ¡ “exenta” de los dolores del error!

En realidad, asumir su propia identidad o el error no es una tarea fácil, pero sólo así se ve quien es quien. A pesar de que el error es inevitable.

Quien quiere aparentar, va a esconder para tener siempre beneficios de algo superficial. Pero, quien tiene carácter, no va a aceptar convivir con el mal, prefiere aceptar la verdad y pagar el precio que sea necesario, pero su carácter no va a mancharse por tener apenas una “supuesta” paz.

Cuando la persona aprende a ser sincera, aprende a vivir con Cristo, porque Él es la verdad y la Luz. Y no se queda aquí, empieza a ser vida, igual que su Señor.

Piensa bien en esto, amiga. Presta atención a tus acciones, antes de que las mismas te lleven a tener dolores irreparables de un alma quemándose en el infierno.