Episodio 129 – ¿Quién hace la diferencia?

Episodio 129 – ¿Quién hace la diferencia?

¿Quién es Dios y quién es usted?

Jesús vino a este mundo en un cuerpo físico. En la última cena, «…  Y durante la cena, como ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el que lo entregara, Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía…». (Juan 13:2-3)

Muy bien, esa era la situación, Judas era uno de Sus discípulos, de quien la Biblia ya hablaba y decía que traicionaría a Jesús. Como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas que traicionara a Jesús, Jesús no lo detuvo.

Judas tuvo todo ese tiempo con el Señor Jesús y tuvo la oportunidad de decidir. Entonces, usted puede estar del lado del Señor Jesús y tener la opción de dejar que su corazón se llene para traicionarlo. Eso es lo que dice la Biblia, que aun entre los discípulos hubo uno, que entre los doce hubo uno, que fue Judas, que traicionó a Jesús.

Sin embargo, «… Jesús, sabiendo que el Padre había puesto[b] todas las cosas en sus manos, —incluso la autoridad—, y que de Dios había salido y a Dios volvía, —Él había cumplido Su misión y ahora iría para Dios—, se levantó de la cena y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida.». (Juan 13:4-5)

Una actitud impresionante, porque el que hacía eso era el esclavo, el esclavo hacía eso, ¿por qué? Los pies… Las personas, en esa época, usaban sandalias, y esas sandalias estaban en un piso de tierra, de polvo; al punto de que también se enfermaban por medio de los pies, porque estaban descubiertos.

El lavado de pies lo hacía el esclavo, pero Jesús tuvo la iniciativa de lavar los pies de los discípulos en esa última cena. «Entonces llegó a Simón Pedro. Este le dijo: Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» (Juan 13:6), es impresionante, porque, en este mundo, el que lava los pies es una persona inferior, es la persona que lo necesita, digamos así, pero Jesús se puso en la condición… no solo en ese momento, sino durante toda Su vida, Se puso en la condición de siervo. Allí, Él estaba teniendo una actitud que hablaba.

Simón Pedro Le dijo: «Señor, ¿Tú me lavas los pies a mí? ¿Tú, que eres Dios, que eres el Cristo, que eres el Salvador? Señor, ¿tú lavarás mis pies?». «Jesús respondió, y le dijo: Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después… Pedro le contestó: ¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo…» (Juan 13:7-8). Esta frase es muy fuerte, debo detenerme para hablar con usted. Si no sirve a los que están con usted, es decir, si no da, si no se da a las personas que están con usted, entonces, esas personas no tendrán parte con usted.

Muchas personas se quejan, se quejan de que su pareja, su esposa, su marido, su hijo, su hermana, su hermano, sus padres, las personas, su empleado o su jefe no hace lo que corresponde, lo que debe hacer, ¿por qué? Porque los que están en cierta posición no piensan que deben servir. Cuando tiene una responsabilidad, una función, sabe que si es un empleado no es más que su obligación cumplir con el servicio que le corresponde, pero, cuando el responsable por usted, digamos así, su jefe, su señor, viene y lava sus pies… Yo veo mucho eso, el propio Dios haciendo eso conmigo muchas veces.

Cuando me equivoco y Él me enseña, está lavando mis pies, está cuidando de mí. Sin embargo, las personas en este mundo piensan que el que debe cuidarlas es el siervo inferior, no el señor. Cuando sirve al prójimo y hace esto, se da, tiene parte, tiene participación con esa persona. Dios no es humillado cuando sirve, sino que quiere tener parte con usted, quiere que haga, quiere que tenga comunión con Él.

¿Acaso ha servido, ha servido para participar de la vida de las demás personas, en términos de amar, de dar, de dar lo que Dios ha hecho en su vida, o es alguien que retiene?

¿Quién hace la diferencia? ¿El que cumple su obligación o el que hace más de lo que esperan? Jesús lavó los pies de Sus discípulos, pero, cuando llegó el turno de Pedro, dijo: «… le dijo: Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después. Pedro le contestó: ¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo» (Juan 13:7-8). En mi vida, nunca una persona que fue salva, que ayudé al ser usada por Dios, lo fue porque ella se acercó a mí, sino porque yo me acerqué y le serví, le di, no me refiero a darle algo físico, económico, sino la vida, la paciencia, la atención, la orientación, la observación; es decir, la observaba para poder cuidarla, para hablarle, la llamaba para atenderla.

Las personas generalmente no me buscan para ser atendidas, yo busco atenderlas. Me gustaría dejarle claro algo, no hay forma de que haga la diferencia en la vida de alguien si solo hace lo que es su obligación. Sin embargo, cuando hace algo que no es su obligación, sino porque quiere servir, porque una cosa es que le paguen para hacer algo y otra cosa es que lo haga porque quiere dar, quiere cuidar.

Eso es lo que Jesús estaba haciendo y Pedro no lo estaba entendiendo. Entonces, Jesús le dijo: «… Si no te lavo, no tienes parte conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor, entonces no solo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que se ha bañado no necesita lavarse, excepto los pies, pues está todo limpio; y vosotros estáis limpios, pero no todos.» (Juan 13:8-10).

Observe que Jesús estaba allí lavando los pies, y los pies representan los caminos. Ellos, los discípulos, no todos, porque Judas estaba allí, y él no estaba limpio, porque dejó que su corazón se corrompiera por las ideas, por las ideas del diablo, las sugerencias del diablo.

No obstante, Pedro no era uno de esos, no estaba sucio. Entonces, Jesús dijo: «… El que se ha bañado no necesita lavarse, excepto los pies, pues está todo limpio;».

Usted, oyente, debe situarse, ver si está dejando que su corazón se llene con las propuestas del diablo, que es el dinero, querer estar por encima de las personas, querer sacar ventaja; si está llenando su corazón con lo que es malo. Jesús no estaba pensando en dinero, en condiciones, sino en el alma de Sus discípulos, en cuidarlos, a causa del momento que pasarían, porque Él sería llevado a la cruz, moriría y resucitaría. En otras palabras, pasarían por momentos muy difíciles y deberían servirse unos a otros.

Es eso, si no aprenden a servirse unos a otros en el bien, imagine en el mal, cuando venga el mal.

Muy bien, piense en esto y esté atento al Señor de su alma, porque Él sirvió, ¿y usted? ¿Lo ha servido a Él? ¿Ha dado Su vida en favor de Él?

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