Episodio 125 – El que cree ve a Dios

Episodio 125 – El que cree ve a Dios

¿Quién es Dios y quién es usted?

Usted ya debe haber pensado muchas veces que está solo; a veces tal vez piensa que nadie lo ve, que nadie tiene noción de sus problemas, pero escuche lo que Jesús dijo. Él no lo dijo, Él clamó: «…El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado …» (Juan 12:44

¿Jesús clamó por qué? El que escucha a Dios, el que cree en Dios, cree en aquel que Él envió. Dios envió a Su Hijo Jesús.

Las personas que estaban con Él, en la época en que Jesús estuvo aquí en este mundo, en carne y hueso, las que creían en Dios, veían que Dios las veía, porque les daba la respuesta a los cuestionamientos, a las dudas, a la necesidad del alma. «…El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado …» (Juan 12:44), es decir, la persona que cree en Jesús, que escucha hablar de Jesús, de Su Palabra, comienza a creer en Dios porque ve que Él la vio a ella cuando estaba cuestionando, cuando estaba buscando una salida, una respuesta. Esto es muy interesante, porque ¿cuántas veces yo también me hice preguntas a mí misma, aparentemente pensando que Dios no me escuchaba? En esa época, ni me imaginaba que Dios escuchaba mis pensamientos.

Recuerdo que una vez dije así, en la reunión; mi marido estaba haciendo la reunión y estaba hablando de nuevos cielos y nueva tierra, pero él estaba diciendo que en este mundo Dios hace nuevos cielos y nueva tierra, y dentro de mí dije: «Ah, Mimiu», yo lo llamo Mimiu, «Ah, Mimiu, Dios hará eso después, después del fin». Igual que Marta. ¿Se acuerda que Marta dijo: «Ya sé, Señor, que resucitarás el último día»? ¿Se acuerda? A veces tenemos esos cuestionamientos dentro de nosotros, porque creemos en una verdad que creamos en nuestra cabeza.

Nosotros pensamos que conocemos la verdad, ¿pero sabe quién me vio? Dios me vio y me respondió. ¿Usted puede creer algo así? Él me respondió y me hizo ver que realmente hace nuevos cielos y nueva tierra aquí en este mundo. Es decir, cuando Él clamó y dijo: «…El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado …» (Juan 12:44) fue porque Jesús decía lo que el Padre quería. Entonces, cuando una persona está buscando, Dios le responde.

La persona que buscaba sabe que tenía cuestionamientos y que Dios los escuchó. «… El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado.  Y el que me ve, ve al que me ha enviado.» (Juan 12:44-45), es decir, Él era el representante, era la figura de Dios aquí en este mundo. Cuando una persona Lo veía, veía a Jesús, veía a Dios Padre, la perfección, la pureza, la justicia, la verdad, la paciencia, la benignidad, la misericordia; veía a Dios.

Sabe, muchas personas lo ven, y ellas tienen que ver a Dios. Muchas personas me ven, me escuchan, y ellas tienen que ver a Dios Padre. Fue Dios quien me envió; el que me ve a mí ve a Dios, porque soy testimonio vivo de la obra de Dios en mi vida.

Usted también tiene que ser ese testimonio vivo de la obra de Dios en su vida. Tal vez dice así: «Yo no he visto a Dios en mi vida». No ha visto a Dios porque tal vez no ha trabajado en su fe. Cuando cree, decide obedecer, poner la Palabra de Dios por encima de todas sus verdades, digamos así; usted se somete a la verdad de Dios. Entonces, el que recibe la verdad de Dios tiene a Dios en su interior. Piense en eso.

Recuerdo que vivíamos a una hora de distancia de Río de Janeiro, en Petrópolis, y recuerdo que los sábados, mi padre tenía una parte que era un estudio de radio, donde grababa, y él ponía esas melodías, esta era una de ellas, muy fuerte.

Recuerdo que escuchaba esas melodías, hasta hoy me encantan las melodías que escuchaba en mi infancia con mi padre, música instrumental, música saludable. Nunca me imaginaría que un día estaría haciendo un programa de radio como él hizo toda su vida, nunca me imaginaría que un día estaría con un micrófono, hablándoles a innumerables personas; ni lo soñaba, nunca proyecté eso. Sin embargo, quiero hablarles sobre el testimonio de Dios con los que creen en Dios.

Mi padre, el obispo Macedo, creyó en Dios y dedicó su vida a servir a Dios. Toda su familia se vio comprometida, digamos así, su casa, su familia, mi madre, mi hermana, yo; nosotros vivimos de acuerdo con el plan que mi padre nos dio, que era servir a Dios. Todos nosotros estábamos incluidos en el sueño de Dios, que era ganar almas, dentro de la mente de mi padre. A partir del momento en que mi padre comenzó a servir a Dios, Dios cuidó a los suyos, cuidó a su familia. Yo soy fruto de la entrega de mi padre a Dios, soy fruto del hecho de que él priorizó a Dios. Él no priorizó mi problema físico, porque nací con el paladar hendido, no dejó de servir a Dios a causa de ese problema de nacimiento. No, se enfocó en servir a Dios y Dios cuidó a los suyos.

Jesús dijo: «… el que Me ve, ve al que Me envió», y el que ve a un siervo de Dios ve a Dios, porque ese siervo anula todos sus sueños para servir a Dios. Ahora le pregunto, oyente,

¿acaso usted cree en Dios?

Porque mi padre, incluso creyendo en Dios, tuvo dos hijas con problemas de salud; yo nací con el paladar hendido, con labio leporino, y mi hermana tenía asma. Ni por eso mi padre dijo: «Si Dios existe, ¿por qué le sucedió esto a mis hijas?», no se enojó con Dios, ¿sabe por qué? Porque su creencia no estaba en lo que Dios hacía, sino en lo que Dios era, en lo que Dios hizo para salvar su vida. Entonces, lo mismo que Dios hizo para salvar su alma, él quería dárselos a otras personas que estaban perdidas, que estaban afligidas; él no se preocupó por sí mismo, sino por las personas afligidas. Cuando usted cree en Dios, no mira su propio ombligo. Si Dios mirara Su propio ombligo, nunca daría a Su único Hijo por personas pecadoras, cuando la gran mayoría no Lo valoraría. Sin embargo, Él dio, Dios dio, sacrificó por nosotros. Cuando usted cree, sacrifica su vida en pro de lo que cree. Yo soy fruto de la entrega de mis padres, no solo de mi padre, sino también de mi madre. Mi madre aguantó firme las luchas que tuvo que encarar, lo que los médicos decían; ella confió en Dios.

El que confía, el que cree en Dios, se ampara en Él y cuenta con Él. Dios honró, hoy ellos tienen dos hijas que sirven a Dios en el Altar. El resultado de la entrega. Es decir, Dios les brindó esa honra, porque ellos honraron a Dios primero. Aprenda con este testimonio a honrar a Dios, porque el que Lo honra es honrado por Él.

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