Episodio 124 – ¿Qué sucede con aquellos que creen y no confiesan?

Episodio 124 – ¿Qué sucede con aquellos que creen y no confiesan?

¿Quién es Dios y quién es usted?

Muy bien, vamos a saber muy bien quién es usted.

A veces usted se queda mirando hacia Dios, esperando que Él haga algo que usted no hace. Así es. Ahora le pregunto: ¿Qué sucede con los que creen, pero no confiesan? Hay algo ahí.

Hoy lo sabremos aquí. Para eso, les leeré lo que está escrito en el libro de Juan. Está escrito así, en el capítulo 12, desde el versículo 38: «… para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también: Él ha cegado sus ojos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y yo los sane.».

Ahí está una clase de personas que se traba; ellas se traban a sí mismas, el mirarse a sí mismas y ver quiénes son, lo que están escuchando que son, se enceguecen, no quieren ver. Entonces, como no quieren ver quiénes son, no aceptan escuchar, es decir, prestarle atención a la Palabra de Dios, por eso endurecen su corazón.

Cuando se habla de endurecer el corazón es no dar oídos. ¿Vio cuando usted no le da oídos a algo y quiere insistir en su voluntad? Exactamente así es un corazón endurecido, usted no quiere ver. ¿Sabe qué sucede cuando usted y yo no queremos ver quién estamos siendo? No veremos con nuestros ojos ni lo entenderemos en nuestro corazón, es decir, no razonaremos, mucho menos nos convertiremos ni Dios nos curará.

Es importantísimo que vea quién es usted, quién está siendo, para que entonces vea con sus ojos, entienda en su corazón, se convierta y Jesús lo cure. Isaías dijo esto cuando vio Su gloria y habló de Él, porque fue el profeta Isaías el que habló de lo que Jesús haría, de que predicaría y hablaría de las buenas nuevas, pero las personas Lo rechazarían. El profeta Isaías fue inspirado por Dios. Jesús estaba viviendo eso, viendo a las personas con ese corazón. Él ya sabía que habría esas personas, porque estaba escrito: «Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él. —está escrito aquí, en el libro de Juan, capítulo 12, versículo 42—; pero —observe— pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga» (Juan 12:42). Muchos no quieren confesar la fe, porque quieren ser aceptados por personas mayores o por personas que tienen autoridad, o porque no quieren ser rechazados, quieren más la gloria de este mundo que a Dios, que asumir la verdad que libera.

¿Y usted? ¿Quién es usted? ¿Usted es el que cree y confiesa a Jesús o el que Lo esquiva para no ser rechazado por otros?

Es interesante cómo las personas son débiles con respecto a lo que quieren, a lo que creen. Ellas, por ejemplo, creían en Jesús, como dice la Biblia: «… Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.».

Cuando busca agradar a las personas, no busca la gloria de Dios, porque ama la gloria de los hombres, es decir, ser aceptado por los hombres. Usted no quiere acarrear las consecuencias que la fe genera, porque, si asume a Jesús, habrá personas que no lo entenderán, que lo rechazarán, que lo excluirán; usted será pacífico, muchas veces no tendrá amistades, no será invitado; se quedará solito, a causa de asumir la fe en Jesús.

A causa de eso, los gobernantes que creyeron en Jesús no Lo confesaron, a causa de los fariseos, porque los fariseos Le tenían envidia a Jesús.

Como estaba toda esa situación, ¿verdad?, de que querían matar a Jesús, ellos serían expulsados de la sinagoga, los gobernantes. La sinagoga en esa época era como estar en la política, digamos así, porque no solo hablaban de la ley de Dios, sino que juzgaban a las personas, allí se definían cosas. Cuando alguien era expulsado de la sinagoga, era rechazado por la sociedad. Entonces, ellos no querían eso. Por este motivo, muchas personas en la iglesia son débiles, porque hacen todo para agradar a los demás, pero no lo hacen porque necesitan o porque creen en Jesús, sino porque quieren ser aceptadas por los demás. Entonces, buscan al Espíritu Santo para ser aceptadas por los demás, porque los demás buscan al Espíritu Santo; hacen el Ayuno de Daniel porque los demás hacen, pero en la escuela y en el trabajo actúan como los demás. No son definidas en lo que creen, porque buscan la gloria de los hombres, no la de Dios.

La gloria de Dios es la verdad. Cuando usted alcanza la verdad, nada, ni un hombre, ni una persona, ni este mundo puede satisfacerlo, a no ser Dios. Por eso muchas personas se engañan, porque buscan la gloria de este mundo, no la gloria de Dios. Y usted, ¿asumirá la fe o correrá detrás…?

Incluso, permítame decir algo, usted que vive detrás de la gloria de los hombres siempre se siente inseguro, y esa es la razón de su inseguridad, porque vive por la duda, sirve a dioses que no lo ven, que no resuelven su problema. Si sirve a Dios, Él lo verá y lo realizará. Muy bien, la decisión es suya.

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