Episodio 116 – ¿Lo que hago glorifica a Dios?

Episodio 116 – ¿Lo que hago glorifica a Dios?

¿Quién es Dios y quién es usted?

Esta pregunta es muy interesante, porque ¿quién es Dios ante todo lo que sucede en nuestra vida? ¿Quién soy yo, quién es usted ante todo lo que está sucediendo en nuestra vida?

Bien. Nosotros tomamos decisiones, decidimos, somos los dueños de nuestra vida, y Dios respeta nuestra decisión, lo que hacemos con nuestra vida.

Sabía que la Biblia revela muy bien cómo sucede eso en nuestro día a día, no sé si ha seguido a la serie: ¿Quién es Dios? ¿Quién es usted? Damos continuidad al libro de Juan, y estamos hablando sobre quién es Dios en nuestro día a día, y quiénes somos nosotros, porque cada uno manifiesta una manera de ser y la Biblia lo muestra.

Jesús volvió a Jerusalén y las personas tomaron ramos de palmeras, ¿lo recuerdan? Así es, ¿y qué sucedió? Esas personas estaban agradecidas, porque Jesús había resucitado a Lázaro. ¿Y qué sucedió durante ese tiempo?

Algunos estaban agradecidos, estaban felices, estaban conmemorando lo que Jesús hizo, la resurrección de Lázaro. Otros, como los fariseos: «… dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras Él» (Juan 12:19), con envidia. Es decir, la boca habla de lo que está lleno el corazón; estaban llenos de envidia, de malos ojos, de codicia.

Querían tener la gloria que Jesús tenía, estaban enojados, porque Jesús hizo lo bueno, lo correcto, sin embargo, preste atención, ¡preste atención!, ¡cómo es la vida! Algunos estaban festejando a Jesús, estaban adorándolo; otros estaban criticándolo, intentaban impedir que fuera glorificado, intentaban opacar Su gloria, y otros no.

Observe: «había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta» (Juan 12:20), es decir, no formaban parte de los judíos. Los griegos fueron, subieron a adorar el día de la fiesta, «… se acercaron a Felipe —que eran los discípulos de Jesús—, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado» (Juan 12:21-23). ¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando aquí? ¿Las personas no estaban con las palmeras, se sacaban las capas para que Jesús pase, agradecidas por la resurrección de Lázaro? Estaban felices exteriormente por lo que había sucedido, pero no era algo personal, no era una necesidad de cada uno, de esa multitud que hacía eso, de ir hasta Jesús y acercarse a Él. Esos griegos querían ver a Jesús, no solo querían estar con la multitud, querían estar presentes, estar cerca de Jesús; fue cuando Él dijo: «… Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado…».

¿Usted tiene ese deseo de ver a Jesús? Va a la iglesia, festeja, se alegra con los testimonios, con la vida de las personas, hace lo que la mayoría hace, pero no se destaca, no se destaca para Dios. ¿está usando una fe emotiva que no funciona, que solo es oba oba, o es una fe inteligente que quiere ver a Jesús, que quiere relacionarse con Él? Está en usted.

¿Acaso cuando las personas tenían la palmera, sacándose la capa no estaban glorificando a Dios? No, no lo estaban, porque Jesús no dijo eso. Él no dijo que el Hijo del Hombre estaba siendo glorificado, solo aceptó, pero no dijo nada.

Muchas personas actúan de manera religiosa, lo peor es que no se dan cuenta, eso es lo peor. Lo peor es que hacen todo eso creyendo que está todo bien. Pero la prueba de que no está actuando bien es porque no escucha de parte de Dios hablar con usted, una paz, una confirmación de lo que está haciendo.

Es usted el que se autoconvence, ¿sabía que puede autoconvencerse? Incluso el orgulloso es así, se autoconvence, pelea a favor de lo que considera, de lo que cree, pero no es lo que es verdadero. No pelea por lo que es correcto, justo, está peleando por su manera, por su voluntad. Jesús solo dijo que llegó la hora de que el Hijo del Hombre fuera glorificado, cuando esos griegos subieron a Jerusalén el día de la fiesta y se dirigieron a los discípulos. Es decir, toda esa multitud no se acercó a Jesús. Usted puede ir a la iglesia, puede ir a la iglesia, festejar, bailar, cantar, ofrendar, dar el diezmo, pero ¿sabe cuándo no glorifica a Dios? Cuando no se acerca a Él, cuando no quiere verlo, cuando sigue la corriente de todo el mundo, no es una decisión personal.

Cuando esos griegos subieron para adorar el día de la fiesta, le dijeron a Felipe que querían ver a Jesús, querían verlo, son pocos los que quieren verlo. Son pocos los que quieren algo verdadero con Jesús, eso hace una gran diferencia y habla de su fe, de sus intereses. Si quiere relacionarse con Jesús, si quiere ver a Jesús, usted se acerca, pregunta. Tal vez es un tipo de persona que va a la iglesia, no habla con nadie, tiene dudas, nunca las aclara, tiene recelo de preguntar, porque se expondrá: «¿Qué es lo que el obrero, la esposa, el pastor pensarán sobre mí?». Quiere pretender que entiende todo, no busca la manera de resolver, de acercarse a Jesús, no sabe cómo acercarse, como fue el caso de los griegos que no tenían acceso a Jesús, por eso hablaron con uno de Sus discípulos: «Señor, queremos ver a Jesús. Vinimos aquí, en otras palabras, para suplicar el día de la fiesta, pero no queremos estar distantes, queremos verlo, queremos tener contacto con Él, queremos algo verdadero, no queremos festejar del lado de afuera, queremos…». Recuerda que las demás personas festejaron, pero no se acercaron, eso hace una gran diferencia.

¿Cuándo Jesús es glorificado? ¿Cuándo Dios es glorificado? Cuando usted se acerca a Él para relacionarse con Él.

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