Ep. 41 – ¿Tu clamor, está siendo atendido?
- 17
- Sep
- 2024
¿Será que tu clamor, tu necesidad es atendida? Bueno, en este mundo no siempre es así.
Si estás pasando por una situación, una necesidad delicada, con limitaciones, la mayoría de las personas está muy acostumbrada a los problemas que tienen frente a sus ojos, y por eso te ignoran, ¿pero y Dios?
¿Acaso tu necesidad, tu clamor, tiene la atención de Dios? Eso es lo que vas a descubrir aquí, a través de la Palabra de Dios:
«Al salir de Jericó, le siguió una gran multitud. Y he aquí, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y la gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más aún, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Deteniéndose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que yo haga por vosotros?» Mateo 20:29-32
¡Mira qué interesante! Quizás estés enfrente de un problema, de una necesidad, de alguna tristeza, de una mala noticia, y no dices nada, estás trabajando o de camino a casa, sea donde sea que estés, con una necesidad enorme, pero no haces nada, no clamas, no ruegas, no insistes, simplemente convives con ese dolor todo el tiempo.
¿Y Dios? ¿Crees que Dios va a invadir tu espacio? ¡No! Dios espera que tú mires hacia Él.
¿Y cómo hacemos esto? Cuando elevamos nuestros pensamientos a Dios y le hablamos sobre la situación que estamos viviendo en ese momento.
Observa que la multitud reprendía a esos dos ciegos que estaban clamando, y cuando tú clamas, cuando tienes necesidad, cuando estás gritando de dolor en el hospital o en casa, con una necesidad inmensa, no sientes vergüenza de hablar ante un dolor intenso que estás viviendo, y hablas, eres indiferente a la multitud que tienes frente a ti, porque el dolor es tan grande, el problema es tan insistente, que no tienes vergüenza para clamar.
Así ocurre con todas las personas que están frente a una necesidad urgente, claman y, aun sin haber entrado nunca en una iglesia ni hablado con Dios, en ese momento de dolor, en un estado crítico, le hablan a Dios, elevan sus pensamientos y se comunican con Él.
Solo que esos dos ciegos estaban allí en el camino donde Jesús pasaba, y Jesús se detuvo y los llamó, en medio de esa multitud, Jesús se paró, les prestó atención y les preguntó: «¿Qué queréis que os haga?»
Jesús hace esta pregunta a ti que estás angustiado, con dolor. ¿Qué quieres que Jesús haga?
Esos dos ciegos que clamaron, independientemente de la multitud que seguía a Jesús, insistieron, y su clamor hizo que Jesús se detuviera, los llamara y preguntara:
«… ¿Qué queréis que os haga?
Ellos le dijeron: Señor, deseamos que nuestros ojos sean abiertos. Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron.» Mateo 20:33:34
A veces, no tienes un dolor físico, pero estás pasando por un momento tan delicado en tu vida, sintiéndote solo, rechazado, menospreciado en tu familia, en tu trabajo o incluso por tus propios hijos. Y no entiendes por qué las personas te tratan así, convives con un dolor en tu alma.
Pero si dices: «Señor, quiero que mis ojos sean abiertos, no entiendo por qué me siento así, por qué estoy angustiado, por qué quiero estar solo, por qué vivo amargado… quiero ver qué está pasando conmigo.»
Y Jesús es movido por una profunda compasión hacia aquellos que se acercan a Él y quieren ver qué está pasando dentro de su alma. Jesús presta atención al clamor, porque hay sinceridad.
Mira que esos ciegos siguieron a Jesús, porque fueron atendidos, se sintieron importantes, y eso es lo que pasa con todos los seguidores del Señor Jesús, comienzan a seguirle porque se sintieron amados, cuidados, vistos por el propio Dios y porque Él no hace acepción de personas.
¡Aprovecha este momento y habla con Dios!