Ep. 30 Cosas nuevas y cosas viejas

Ep. 30 Cosas nuevas y cosas viejas

En el reino de este mundo la gente no quiere tener compromisos, quiere ser comprendida, quiere que todos acepten su forma de ser, sin importar el daño que ellos mismos causen en la vida de los que los rodean. Y eso es lo que sucede en este reino, en la sociedad en la que estamos, pero ¿qué pasa en el Reino de los Cielos?

Estamos meditando en las parábolas que Jesús contó sobre el Reino de los Cielos, y nos deja claro que, al final de nuestras vidas, viviremos por toda la eternidad con Dios o con el diablo… El infierno, personas que no aceptaron a Dios, la muerte, el falso profeta, todos juntos van al lago de fuego. ¡Esto sucederá lo creas o no!

¡Y las personas están teniendo oportunidades, como las que tú estás teniendo ahora mismo! Has visto que Dios está Vivo a través de los testimonios, a través de los cambios de vida, en el intelecto, en la mente de personas que estaban apegadas, esclavizadas por algo que no les dejaba resolver sus problemas. Pero, cuando acudieron a Jesús, escucharon la verdad, eligieron esta verdad, hicieron cambios en sus propias vidas, eliminaron esas cosas malas de su interior para aceptar la verdad.

Sin embargo, para tener esta aceptación tienes que ser humilde, porque tendrás que enfrentarte a ti mismo y ver que fallaste, que elegiste mal, que tu camino no funciona, que tu forma de pensar no funciona. Comprenderás todo esto y serás acompañados por el propio Dios, a través de Su Palabra.

Entonces Jesús está diciendo que, en la iglesia, los que escuchan la Palabra de Dios, hay personas que están dispuestas a cambiar de vida, a dejar la vida equivocada, promiscua, las adicciones, y también dispuestas a cambiar sus hábitos, su forma de ser, de pensar, y eso es porque reconocen que su camino no funcionó.

Pero no es en todas las personas que van a la iglesia en las que debes confiar, porque va todo tipo de personas que sufren, pero cada uno tiene su opción, su elección, este libre albedrío de elegir aceptar la Palabra de Dios o no. Entonces, siempre existe esa división, porque hay quienes la aceptan y quienes no.

Por eso Jesús dijo:

«Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.» Mateo 13:49-50

Y continúa:

«Y Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos Le dijeron: Sí, Señor. Y Él les dijo: Por tanto, todo escriba instruido acerca del Reino de los Cielos es como un padre de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.» Mateo 13:51-52

Es muy fácil hablarles de la fe, de Dios, pero ¿cómo entra esto en mi vida diaria? ¿Cómo funciona esta fe, esta responsabilidad por mi propia alma? Voy a hablar de mí…

Intento observar mis pensamientos, mis palabras, mi día, mi semana, mi mes, mi año, todas estas consideraciones que hago son porque tengo el ojo puesto en la película de la que soy protagonista. Y observo lo que hago con mi vida, con mi tiempo, lo que hago con lo que he aprendido, lo que Le digo a Dios, cómo empiezo a ejercitar lo que Le he dicho a Dios, lo que he aprendido, lo que Dios me ha enseñado.

Y hago esto porque no soy perfecta. Yo siento, tengo deseos, planeo, y todo lo que siento habla de mi ahora, no de lo que una vez fui, sino del hoy, de lo que estoy trabajando en mí. Por eso, siempre me miro a mí misma.

El Señor Jesús dice aquí que todo escriba instruido sobre el Reino de los Cielos, es decir, toda persona que tiene esta información, esta creencia en el Reino de los Cielos, es semejante a un padre de familia, el responsable, el protector que protege a esa familia. Es decir, a sí mismo, quita de su tesoro cosas nuevas y viejas.

¿Y cuál es este tesoro? ¿Cuáles son estas cosas nuevas y viejas?

Eso se refiere a mi vida actual, a lo que ha estado pasando dentro de mí, a las cosas que han pasado en mi vida, aquellas que todavía están teniendo consecuencias en mi vida. O sea, si en esta vida tengo guardado dentro de mi alma lo que no me conviene, tengo que quitar las cosas nuevas y las viejas.

Este padre de familia, que es semejante al Reino de los Cielos, es aquella persona que tiene responsabilidad sobre su alma, y va quitando lo nuevo, lo reciente y también lo viejo que descubre de sí mismo.

Y esto es muy importante porque a medida que elimino las cosas nuevas y viejas, me vuelvo más ligero, más susceptible al cambio, para poder ser transformada. Porque estas cosas viejas y nuevas nos pesan, nos dejan estacionados, estancados.

Sin embargo, cuando eliminas estas cosas que te hacen daño, cuando cuidas tu propia vida, eso revela tu responsabilidad con tu alma.

¿Y tú has sido responsable con tu alma? ¿Has estado viendo la película en la que eres protagonista y muestra qué haces con tu tiempo, qué priorizas, qué te gusta y qué sientes? ¿Le cuentas a Dios cómo actúas?

Todo esto tiene que hacerse, porque existe un cuidado hacia el alma.

Si hay un horno de fuego en el que habrá llanto y crujir de dientes, es porque esas personas no han aceptado la verdad.

Y yo, fácilmente, puedo ser una de ellas, sólo tengo que dejarme llevar por mis sentimientos y tú también. Entonces, cuidemos la parte más importante, ¡que es nuestra alma!


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