- 28
- Ago
- 2024
Ep. 28 Negociante
- 28
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Hablando sobre nuestro reino, entendemos muy bien, porque tenemos nuestros deseos y nuestras voluntades.
Nuestros deseos nos hacen ver la vida con objetivos, como por ejemplo, la persona que tiene hijos normalmente piensa: «yo quiero que mis hijos sigan mis pasos; quiero que ellos sean médicos, tengan éxito, entonces, yo crie a mis hijos llevándolos a tener esa mentalidad de éxito, de ganar mucho dinero, de estudiar, de mejorar sus conocimientos, todo eso, volcado a mi sueño». ¿No es así?
Entonces cuando tienes un sueño, tu reino, tienes un deseo predominante reinando.
Ahora, vamos a entender el Reino de Los Cielos, el Señor Jesús dijo:
«El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas,» Mateo 13:45
Hablando del Reino de Los Cielos, cuando la persona es como ese negociante, que busca buenas perlas, ella vive mirando para su alama; ósea, es cuando dices «no quiero ser una persona egoísta, una persona limitada, no quiero ser una persona que hace caso a las cosas fútiles, que hacen una tempestad en un vaso con agua, no quiero ser esa persona, no quiero ser esa persona que queda comparándose con los demás, tampoco quiero ser esa persona que vive mendigando la atención de las demás para sentirse valorizada; no quiero, porque eso no me trajo nada que me sustento en la vida, por lo contrario, solo me hizo continuar siendo una persona que mendiga atención».
Esas perlas son una formación de conducta que te hace ser una persona con otro nivel, y el Reino de los Cielos es semejante a ese hombre que hace ese negocio: «no quiero guardar más esas cosas del pasado, no quiero más que esos traumas, eso que aconteció en mi infancia, en mi trabajo, en aquello que me hizo sufrir mucho, no quiero traerlo más a mi vida cotidiana».
Entonces, ese hombre negociante que busca buenas perlas en ese sentido; él está queriendo negociar su propia alma.
Tú sabes que el negociante de este mundo, una persona que trabaja con negocios, con mercancías, ella vive mirando las mercancías que tienen en el mercado del trabajo para desenvolver su trabajo en sí, para tornarse más rico, y tener más éxito.
Pero en el Reino de los Cielos, el negocio no es para el lado de afuera, no es para alcanzar las cosas de este mundo, físicamente hablando, pero sí, de tu propia alma.
Tal vez tú has sido un negociante solamente para algo que te da una satisfacción momentánea. De repente, tienes por ejemplo, una casa toda equipada, con todo el confort que puedas disfrutar, pero cargas dentro de sí una tristeza; tienes una familia que convive en esa casa, abasteces todo el sustento para aquellos que amas, sin embargo, eres vacío, deprimido, vives quejándote de la vida, ahora, ¿será que vale la pena que seas negociante apenas para una cosa que es pasajera y que no te sustenta para toda la vida? Piensa en eso.
Yo estaba aquí pensando en mi vida y desde que conocí a Jesús, desde que tuve mi experiencia personal con el Señor Jesús, tuve ese deseo de ser una persona debidamente justa, de no ser injusta con nadie, ni con las personas más cercanas, ni con mis padres; después que me case, siempre quise hacer lo que era correcto para mi esposo, nunca acepte tener algo injusto de mi parte, pero, obviamente que nunca fui perfecta, entonces, aun con ese deseo muy grande dentro de mi ser, de alcanzar algo que agradase a Dios, no sabía por dónde encontrarlo, no sabía como conducirme.
Tenía muchas cosas para ser moldeada, obviamente, había vivido cosas en mi pasado que me hicieron ser una persona egoísta, no dentro de mi casa, pero sí, dentro de mí misma, y especialmente con cosas unidas a la sociedad, porque en mi casa yo era bien amada, bien cuidada.
En fin, tuve mis momentos difíciles, inclusive, después que conocí a Jesús, eso porque vine a descubrir cosas de mí misma que no coincidían con aquello que mis padres me habían enseñado; yo no vivía de forma perfecta, pero yo si lo quería y mucho, entonces, aquello que yo estaba observando de mí, en mi alma; y no era del lado de afuera, no era una conquista, no era el profesionalismo, los estudios, la carrera, nada de eso, era algo interno, de quien yo era y quien quería ser para Dios, era en eso en que yo me enfocaba.
Es por eso que Jesús dice que el Reino de Los Cielos es semejante a un hombre negociante que busca buenas perlas, y esas buenas perlas son justamente ese deseo de cambiar tu interior, tu alma.
«… Y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró». Mateo 13:46
Observa que él tuvo que buscar buenas perlas, no nacieron con él, él tuvo que negociarlas para encontrar esa perla de gran valor, ósea, él estaba en búsqueda hacía mucho tiempo, por muchos años de su vida, él estuvo en búsqueda de eso, de esa verdad que Dios trajo.
¡Por eso él fue y vendió todo lo que tenía; se deshizo de aquel egoísmo, de aquella manera de vestirse, de actuar con las personas, fue sacando de sí, y compro aquella perla de gran valor! ¡Mira que lindo eso! Ese es el precio del Reino de Los Cielos.
¿Tú crees que el Reino de Los Cielos se alcanza fácilmente? ¡No! Son años, son días, meses de tu vida, con tu mente, con tus ojos dirigidos solo a eso, para ese cambio en tu alma, para esa ¡transformación!
Te voy a decir, yo encontré esa perla de ¡gran valor! Y realmente tuve que deshacerme de todo lo que tenía para comprarla, ósea, tienes que comprarla y no es con dinero, ¡No! ¡Es con tu propia vida!
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